¿Quién fue la persona más humilde que haya vivido sobre la faz de la tierra? La respuesta está en Bamidbar (Números 12:3).
RABBI YOSEF BITTON
En la antigüedad las virtudes que se exaltaban entre los líderes no judíos, no eran la humildad o la integridad. Eran la fuerza, como en el caso de Hércules; el ingenio militar, Alejandro Magno, o la astucia y la picardía, como con Hermes. Entre las naciones paganas, la humildad nunca mereció ser exaltada como una virtud.
Moshé fue el líder del pueblo de Israel también en el plano político y militar: Moshé se enfrentó al mismísimo Faraón, el hombre más poderoso del mundo en ese tiempo. Moshé lideró la salida de la esclavitud de 3 millones de personas y encabezó las batallas contra Sijón y Og. La Torá, sin embargo, nunca nos subraya las virtudes físicas o militares de Moshé: lo que destaca la Torá es el carácter y la personalidad de Moshé
Hay dos episodios, relatados en la Perashá de esta semana, donde podemos apreciar la naturaleza de la humildad de Moshé. Y la naturaleza de la humildad en general.
Comencemos diciendo que todo líder tiene casi siempre dos tipos de agendas u objetivos: su agenda pública y su agenda personal. Su agenda pública, política o comunitaria, incluye todo lo que este líder quiere hacer por su comunidad, pueblo o nación. Su agenda personal, es lo que quiere hacer por su beneficio personal, en términos materiales, narcisistas o de su imagen.
Se podría decir (y esto no pretende ser es una definición científica muy precisa) que a veces estas dos dimensiones del liderazgo son inversamente proporcionales: cuando mayor es la aspiración política, cuando el líder más aspira lo bueno para los demás, más dispuesto estará a sacrificar su agenda o beneficio personal. Por el otro lado, cuando el máximo objetivo del líder político es su beneficio personal, estará dispuesto a sacrificar el bien común para lograr sus objetivos egoístas. Esto es lo que llamamos corrupción.
Veremos a continuación algunos ejemplos que concierne al liderazgo de Moshé.
1. En Shemot Moshé reacciona con indignación al bajar del monte Sinaí y ver al pueblo adorando un becerro de oro. El pueblo había reemplazado a HaShem por un ídolo egipcio…. Tal fue la indignación de Moshé que llegó a romper las Tablas.
2. En la Perashá de esta semana, cuando el pueblo se queja de que solamente tenían maná para comer y se ponen a hablar con añoranza de lo que comían en Egipto, Moshé también se indigna. Estas quejas representaban una total falta de reconocimiento a Hashem y por toda Su protección en el desierto. Moshé no lo pudo tolerar y se ofendió (ובעיני משה רע ).
3. En Bamidbar, cuando el pueblo se queja diciendo “¿Por qué nos hicieron salir de Egipto y nos trajeron a este desierto? ¿Para hacernos morir de sed y hambre?”. Nuevamente, el pueblo se queja contra HaShem. Y Moshé reacciona, acusando al pueblo de Israel de “rebeldía” (שמעו נא המורים).
Estos 3 casos en los que Moshé reacciona tienen algo en común: el pueblo se está quejando de HaShem; está siendo desagradecido con HaShem o está tratando de reemplazar a HaShem.
Veamos ahora otro tipo de reacción de Moshé.
1. En la Perashá de esta semana hay un episodio muy interesante, el de Eldad y Medad, dos hombres que están “profetizando” en el campamento de Israel, una misión que le competía exclusivamente a Moshé. Esto fue notado por Yehoshúa, que inmediatamente reporta a Moshé este incidente y le propone a Moshé “eliminar” a la posible competencia. La respuesta de Moshé es increíble (Bamidbar 11:29): “Y Moisés le respondió: ¿acaso estás celoso por mí? ¡Qué más quisiera [yo] que todo el pueblo de HaShem profetizara, y que HaShem concediera su profecía [también] a ellos!
2. Hay otro episodio similar en nuestra Perashá (Bamidbar 12:1-2). “Miriam y Aarón hablaron contra Moshé. “¿Acaso ha hablado hablado HaShem solamente por medio de Moshé?” Preguntaron. ¿No ha hablado también por [o “con”] nosotros?”.
En esta ocasión, nuevamente, Moshé no se enoja, ni reacciona. No hay celos ni reproches. Moshé permanece en silencio. ¿Por qué?
Porque Moshé se indigna, reacciona y actúa con pasión cuando se trata del honor de HaShem, de Su causa que era también su causa, o cuando se trata de la causa del pueblo de Israel. Pero cuando se trata de algo personal, de su propio honor, Moshé no se molesta. Le alcanza con que él mismo sabe la verdad sobre su integridad. Actúa sin ofenderse y sin un ápice de arrogancia. No le molesta la competencia en el liderazgo. Todo lo contrario: la estimula. Quiere que otras personas alcancen el mismo nivel que Él.
Estos gestos, aparentemente pequeños, de Moshé son una enorme demostración de su gran humildad y altruismo. Por eso la Torá dice en nuestra Perashá (Bamidbar 12:3)
“Moshé era un hombre muy humilde, más [humilde] que cualquier otro hombre sobre la faz de la tierra”
שבת שלום
Fuente:halaja.org
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