Hay una tradición de Shabat muy bella e importante donde el padre de la casa tras hacer el kidush (santificación del día) bendice a cada uno de sus hijos (hombres y mujeres) para que puedan ver la luz del rostro de D-os. Esta tradición surge de los patriarcas, quienes antes de morir bendijeron a sus hijos y de esa forma les heredaron el legado espiritual que habían construido.
La bendición que se recita a los hombres repite las palabras que uso Jacobo para bendecir a los hijos de José. El siguiente video explica brevemente en qué consiste la bendición. El discurso que posteamos a continuación nos muestra la profundidad de dicha práctica. Es un ensayo de Yoel Freil, graduado de una yeshivá (casa de estudio judaico) prestigiosa, donde nos habla de cómo esta bendición realmente surge como una guía de fe para los judíos que vivimos en la diáspora. Para que todos los viernes en la noche tengamos la oportunidad de escuchar de nuestro propio padre, palabras que nos recuerden nuestro origen y nuestro legado espiritual. Esperamos les guste.
Video:
Yoel Freil. La bendición de un padre
Momentos antes de morir Jacobo bendice a cada uno de sus hijos. También le dio una bendición especial a los dos hijos de José: Menase y Efraím. Algo que es extraño es que justo a la mitad de la bendición, la Torá dice: “Jacobo bendijo a José” (Génesis 48:15) y continúa discutiendo la bendición de Efraím y Menase. Los sabios se preguntan ¿cuál es la bendición a la que la Torá se refiere como dada a José?
El rabino Samuel Baruj Schulman, nos explica que al bendecir a sus hijos, Jacobo también estaba bendiciendo a José, porque es una gran recompensa para un padre que sus hijos sean buenos y justos.
Más preguntas surgen con respecto a esta bendición. Jacobo les dice: “A través de ustedes el pueblo judío bendecirá diciendo: ‘Que Hashem te haga como Efraím y Menase’ (48:20).” Y en efecto, a través de las generaciones ésta ha sido la bendición que damos a nuestros hijos cada viernes en la noche. ¿Por qué la Torá pone tanto énfasis en Efraím y Menase cuando se habla tan poco de ellos? Parecería más correcto bendecir a nuestros hijos diciendo: “Que Hashem te haga como Abraham, Isaac y Jacobo” al igual que la bendición dada a las mujeres: “Que Hashem te haga como Sara, Rebeca, Rajel y Lea” ¿Por qué si bendecimos a nuestras hijas a ser como las matriarcas, no bendecimos a nuestros hijos a ser como los patriarcas?
Efraím y Menase crecieron entre la realeza egipcia. Su padre, José, era el consejero del faraón, el segundo al mando del imperio más grande de su momento. Sus vidas estaban sumergidas en la cultura diferente, era muy sencillo para ellos asimilarse. Es por esta razón que bendecimos a nuestros hijos para que sean como Efraím y Menase. Aunque fueron criados en una tierra extraña, en el ambiente hostil de Egipto, no se asimilaron. Permanecieron fieles a su fe, incluso en una sociedad repleta de tentaciones. Jacobo sabía que en el futuro, sus hijos, el pueblo judío, serían dispersados por el mundo, usualmente en ambientes difíciles para un judío. Por eso, Jacobo rezo por que los hijos judíos permanecieran leales a la Torá, como Efraím y Menase lo hicieron en Egipto.
Fuente: torah.org
Escrito por Yoel Freil
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