Enlace Judío México.- Qatar está bajo asedio diplomático. Los gobiernos de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Egipto y Bahréin, entre otros, han cortado relaciones con el país. El motivo esgrimido es el supuesto apoyo de Doha a grupos terroristas, pero detrás de este aislamiento se esconde una serie de tensiones que llevan concentrándose desde hace tiempo en el Medio Oriente.
REFORMA
Arabia Saudí, líder del Golfo
No existen dudas de que la Casa de Saúd es la principal arquitecta del aislamiento de Qatar. Como nación más grande y rica de la Península Arábiga, Arabia Saudí lleva mucho tiempo impulsando políticas regionales para consolidar su liderazgo, entre las que destaca el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (GCC, por sus siglas en inglés), fundado en 1981.
Sin embargo, el frenético crecimiento en las dos últimas décadas de sus pequeños vecinos, como Qatar o EAU, ha permitido a sus Gobiernos contar con el capital para establecer su propia influencia en el área internacional.
Y, aunque los emiratos se han alineado en gran medida con Arabia Saudí, no ha sido así con Doha, que ha utilizado su riqueza para adoptar políticas diferentes -y, en ocasiones, contrarias- a Riad.
Rivalidad con Irán
Resulta casi imposible señalar un conflicto en Medio Oriente donde no esté presente la rivalidad regional entre el Reino Saudí y la República de Irán, máximos representantes políticos de las dos principales sectas del islam: la sunita y la chiita, respectivamente. La actual crisis diplomática no es una excepción.
Qatar mantiene una relación relativamente positiva con el Gobierno de Teherán, con quien comparte el control del yacimiento de gas natural South Pars-North Dome, que es, con diferencia, el más grande del mundo.
Doha también usa sus lazos con la República islámica como recurso para librarse del mecenazgo forzado de Arabia Saudí, al que históricamente se ha visto sometido. Riad, que impulsa la unidad de la Península arábiga contra Irán, ve con malos ojos la actitud de su pequeño vecino.
La hermandad de la discordia
Uno de los principales puntos de discrepancia entre Qatar y Arabia Saudí es su relación con los Hermanos Musulmanes. Esta organización política y religiosa, presente en numerosos países, pero cuya principal fuerza se encuentra en Egipto, es una de las más antiguas de la región, y defiende que la ley islámica es la única forma legítima de Gobierno.
Aunque en principio, los países de la Península Arábiga mantuvieron una relación de amistad con la hermandad, la alianza de Arabia Saudí con Estados Unidos en la Guerra de Kuwait, sumada al ideario teocrático de la organización (contrario, por lo tanto, a las monarquías) dinamitaron los lazos.
Qatar, sin embargo, mantuvo su apoyo a los Hermanos Musulmanes, especialmente cuando estos ascendieron al poder en Egipto en 2012. Un año después, un golpe de Estado del Ejército, respaldado por el Gobierno saudí, volvió a mandar al grupo a la clandestinidad.
Al-Jazeera, una voz incómoda
La edición en inglés de Al-Jazeera, la famosa televisora estatal qatarí, es muy respetada en Occidente, pero su versión árabe no recoge el mismo apoyo universal.
Partidarios de la cadena la consideran un soplo de aire fresco y diversidad de puntos de vista en el paisaje mediático de Medio Oriente, donde las noticias han sido tradicionalmente censuradas. Para sus detractores, no obstante, es una herramienta política que da demasiada voz a los islamistas y proporciona a Qatar una influencia desmedida en el mundo árabe.
Los Gobiernos de Arabia Saudí, Bahréin y EAU detestan la emisora, que a menudo evidencia casos de corrupción dentro de las monarquías y es especialmente crítica con Riad.
Primavera ‘proxy’
El mayor parteaguas en los intereses nacionales de Qatar y Arabia Saudí llegó con las revoluciones de la Primavera Árabe en 2011.
En la práctica totalidad de los territorios donde se produjeron cambios de poder, como Túnez, Libia, Yemen y Egipto, Doha y Riad apoyaron a bandos enfrentados, lo que en la práctica supuso una serie de guerra de proximidad, o “proxy”, entre ambas naciones.
Fue el mayor intento de la historia de Qatar de influenciar la geopolítica de la región, y fracasó en gran medida. Para 2013, quedó claro que el pequeño reino había elegido el bando perdedor en todos los casos.
El efecto Trump
Todos los factores descritos llevaban tiempo tensando la atmósfera de la región, pero Arabia Saudí temía que una acción decisiva contra Qatar provocara las represalias de Estados Unidos, cuya mayor base militar de Medio Oriente se encuentra en el pequeño reino.
Sin embargo, durante su visita a Riad el mes pasado, el Presidente estadounidense, Donald Trump, dejó claro que su prioridad absoluta es la lucha contra el autodenominado Estado Islámico y la contención de Irán. Además, en claro contraste con su predecesor, Barack Obama, el Mandatario ofreció a los saudíes su respaldo al 100 por ciento.
La postura de Trump da alas a la Casa de Saúd para reafirmar su liderazgo regional, lo que se traduce en la actual presión a su revoltoso vecino para que alinee sus intereses con los suyos propios.
Fuentes: NYT, BBC, Financial Times, Wall Street Journal, Foreign Policy y Time
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