Judíos cubanos: ¡Ayuden a nuestra gente a prosperar!

Enlace Judío México – La fundadora del The Philadelphia Jewish Voice, expresa sus impresiones tras su visita a la isla sobre el renacimiento de la comunidad judía en Cuba con los nuevos procesos que están ocurriendo en el país.

RONIT TREATMAN

Cuba nunca ha estado en mi lista de países por visitar. Con la incertidumbre de un viaje individual, siempre me había preocupado la idea de entrar en un país del que no pudiera salir. En 2014, el presidente Barack Obama aligeró las restricciones de viajar a Cuba para los ciudadanos de EEUU. Desde su elección, el presidente Donald Trump ha propuesto reinstalar muchos de estos límites.

La semana pasada aproveché la presente ventana de oportunidad y participé en un viaje organizado a la Cuba judía. Durante mi tiempo ahí, descubrí a una comunidad a la que efectivamente le estuvo prohibida su práctica comunal en 30 años, casi como lo que le ocurrió a la comunidad en la ex Unión Soviética. Ahora, el judaísmo está floreciendo de nuevo en Cuba y muchos jóvenes judíos cubanos están decidiendo hacer aliyá hacia Israel.

Los judíos ayudaron a descubrir Cuba en el año de 1492. Cuando Cristobal Colón desembarcó en la isla, tres criptojudíos que huían de la Inquisición española lo acompañaban en su viaje: Luis de Torres (el traductor de Colón), Juan de Cabrera (fundador de la ciudad de Neiva en Colombia) y Rodrigo de Triana (el primer marinero que avistó Cuba).

Pronto, la Inquisición Española los siguió al Nuevo Mundo. Francisco Gomez de León, un adinerado criptojudío, fue el primer judío en Cuba que fue sentenciado a muerte por la Inquisición. Su fortuna fue confiscada por la iglesia. Los judíos sefaradíes continuaron llegando a Cuba desde Brasil durante los siglos XVI y XVII. Los judíos holandeses se les unieron en el siglo XIX.

A pesar de estos contactos tempranos, la comunidad actual data su existencia desde la Guerra hispano-estadounidense de 1898. Los judíos ashkenazíes empezaron a llegar a Cuba para trabajar en las plantaciones y en los negocios que poseían los ciudadanos estadounidenses.

Muchos judíos ashkenazíes de Europa del Este y judíos sefaradíes de Turquía inmigraron a Cuba entre 1919 y 1920. Planeaban de forma permanente asentarse en los EEUU, pero el país había establecido cuotas de inmigración, por ello terminaron quedándose en Cuba y fundaron una próspera industria de la vestimenta.

Los judíos continuaron llegando a Cuba antes, durante y después del Holocausto. Para 1929, había ya 15 mil judíos en la comunidad. Después de la revolución de 1959, cerca del 95% de la comunidad judía abandonó Cuba. El 5% restante se quedó atrás porque eran muy ancianos y frágiles para irse, o porque no tenían los medios económicos para comenzar de nuevo en otro lugar. Unos pocos se quedaron porque eran comunistas comprometidos. Muchos de la comunidad judía cubana exiliada culpan a esas ideologías de la expropiación que se llevó a cabo con la victoria de Fidel Castro.

El nuevo gobierno comunista de Cuba no restringió la práctica religiosa. Sin embargo, a las personas sin ninguna afiliación religiosa les fue prohibido unirse al partido comunista, lo que limitó sus oportunidades económicas, sociales y profesionales.

Durante los 30 años en los que la religión fue mal vista en Cuba, la comunidad judía tuvo que vivir de manera clandestina. Muchos judíos mantuvieron su distancia de cualquier organización observante. Algunos líderes valerosos mantuvieron sus sinagogas funcionando. Eran tan pocos que crearon lo que se conoció como el “minyán cubano”: ocho adultos con rollos de Torá. Pagaron un alto precio profesional y social por su actividad. El gobierno comunista no permitía a la gente religiosa enrolarse a estudiar en las universidades o a tener trabajos profesionales. Otros cubanos mantuvieron su distancia de ellos para no verse implicados también.

Como resultado de esto, una generación entera de judíos cubanos creció con muy poco conocimiento del judaísmo. No había ni rabinos ni mohels. Las últimas ceremonias de brit milá y de bar mitzvá fueron celebradas justo antes de la revolución de 1959. Esta situación era muy similar a la que los judíos soviéticos vivieron antes de la Glasnost.

En 1991, a la caída de la Unión Soviética y la conclusión de la Guerra Fría, Cuba perdió su patronazgo soviético y cambió sus leyes respecto a la práctica religiosa. Miembros del Partido Comunista no tenían permitido ser parte de organizaciones religiosas. Esto abrió una puerta para el renacimiento de la vida judía en Cuba.

Un hombre con el que hablé describió el proceso dual que siguió: los judíos tenían que redescubrir y reconstruir su identidad judía dentro de sí mismos que había sido suprimida tiempo atrás. Y al mismo tiempo, los judíos tenían que reconstruir las instituciones y relaciones comunales.

El American Joint Distribution Committee (JDC) fue la primera en mandar rabinos y organizadores comunitarios para educar a la comunidad y realizar ceremonias religiosas. Mientras muchos adultos crecieron distantes del judaísmo, sus hijos estaban interesados y han crecido con ello. Son los niños que han ayudado a los adultos a traer de nuevo la observancia judía.

Estuve presente en un servicio de shabbat un viernes en La Habana realizado en su totalidad por los adolescentes de las sinagogas y por los adultos jóvenes. El “Patronato”, el centro comunitario judío de La Habana, tiene una escuela de hebreo que enseña a 118 estudiantes. Tiene una librería de libros judíos para la investigación y para el estudio del hebreo. Gracias a la generosidad del JDC, el patronato es uno de los pocos lugares que tiene computadoras con buena conexión a internet en La Habana. La cena de shabbat, los seder de Pascua y otras celebraciones comunitarias son realizadas en su salón de eventos.

Hay muchas carencias en Cuba. La comida y la medicina son racionadas. En promedio, la gente gana entre 15 y 35 dólares al mes. El JDC, B’nai Brith y las Federaciones Judías de Argentina y México empezaron a enviar comida, medicamentos y contenedores para cada festividad judía que requiera vino y comida. En el “Patronato”, los médicos judíos donan su tiempo y sus habilidades para cualquiera que los necesite y otorgan medicamentos gratuitamente. Este es su principal proyecto de tikkun olam. Este compromiso enseña a otros cubanos sobre los judíos, y alberga la benevolencia entre la comunidad y el resto de la población.

El año pasado, la Macabiada y el Taglit Birthright Israel vinieron a Cuba. Por primera vez un equipo cubano compitió en los juegos de la Macabiada en Israel, ganando cinco medallas. La primera clase de estudiantes del colegio judío visitó Israel con el Taglit.

Los jóvenes judíos de Cuba tienen un futuro judío, a pesar de que muchos no estén en Cuba. Muchos de ellos son sionistas convencidos y muchos están eligiendo vivir en Israel. El gobierno cubano, como una excepción a sus leyes en contra de la emigración, permite hacer aliyá a Israel. Los miembros más adultos de la comunidad son los que mantuvieron vivas las brasas del judaísmo durante los años oscuros de la influencia soviética. Los ancianos de la comunidad no pueden dejar Cuba y comenzar de nuevo una vida. No les es posible reemplazar sus hogares y su salud en otro lado.

Nuestra asistencia hace posible para los niños que se puedan recolocar en Israel sabiendo que a sus padres no les faltará ni comida ni medicina. No eligieron nacer en la Cuba comunista. Aquellos que tienen encono en contra del gobierno cubano no deberían de culpar a estos judíos cubanos. Como dice el Talmud, “Kol Israel arevim ze la ze” (Shavuot 39a) que significa “Todo Israel es responsable de uno a otro”. Nos incumbe a nosotros ayudarles.

Hablé con un anciano sobre el futuro judío en Cuba. Dijo que no piensa en el futuro y que se enfoca en el presente de hoy. A la par de que algunos jóvenes han estado realizando aliyá, él se ha enfocado en corazón y alma a reconstruir el ser judío y la comunidad judía de Cuba desde 1990. Dijo que la voz judía es una voz especial con un mensaje diferente. Necesita ser escuchada en el mundo, necesita ser escuchada en Cuba y es por ello que ahí es donde él permanecerá.

Fuente: The Philadelphia Jewish Voice

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