El gran mexicano reconocido por su pintura y escultura, José Luis Cuevas, falleció la tarde del pasado lunes a la edad de 83 años. Cuevas contó con muchos amigos judíos, en la Comunidad de México y en el extranjero. Incluso expresó tener sangre judía y haber querido convertirse al judaísmo. Abordó estos temas en uno de sus Cuevarios, fechado el 9 de abril de 2007 y publicado en El Universal.
“En mis anteriores Cuevarios me he referido a mis relaciones amistosas con Israel, incluyendo un viaje que llevamos a cabo Beatriz del Carmen y yo. Experiencia espléndida fue para nosotros conocer esa parte del mundo.
Unos días después de haber regresado, inauguré una exposición de mis grabados en el Instituto Cultural México Israel, A.C. Fui parco en el discurso que dije, pero suficiente para haberme referido a la magnifica relación que he tenido con la comunidad judía, desde que me inicié en las artes plásticas.
Judíos fueron todos aquellos que me representaron en diferentes partes del mundo. Recordé a algunos de ellos. Mi primera exposición en París, teniendo yo entonces veinte años de edad fue en la galería Loeb, situada en Saint Germain des Prés. La muestra fue muy exitosa y todas las obras fueron vendidas la misma noche de la apertura. Después vinieron mis muestras en Nueva York, donde fui representado por André Emerich, David Herbert, Grace Borgenicht y otros más. En México tuve dos dealers excepcionales: Alberto Misrachi y Merl Kooper con quienes mantuve una gran amistad.
Sangre judía corre por mis venas y esto es algo que ya he dicho en varias ocasiones.
El día de hoy recibo una invitación en la que se me anuncia que el próximo 9 de mayo se me entregará el Premio Jerusalem 2007, que me entregará la Organización Sionista Mundial y la Federación Sionista de México… Mi relación con los judíos me llena de orgullo.
Hace algunos años, muchos diría yo, quise convertirme al judaísmo, pero fue imposible. Consulté con varios rabinos y ninguno estuvo de acuerdo con mi conversión. Desistí. Para entonces había leído varios libros sobre la historia del pueblo judío.
El año de 1957 ilustré mi primer libro. El autor fue escogido por mi. Se trató de una interpretación de Franz Kafka, judío él. El editor fue Eugene Felman, que curiosamente, tenía un extraordinario parecido con el escritor checo. Le pedí me posara para un retrato que se reprodujo en la portada”.
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