MORRIS STRAUCH PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDIO
Mil novecientos veinticinco, jueves 1ro de enero. A alguna hora de ese día, en Kocize, Kielce, Polonia, mi abuela Hava dio a luz a mi padre, Israel, el menor de sus quattro hijos, futuro esclavo y sobreviviente del Tercer Reich. Ese mismo día, Kristiania, la capital de Noruega, volvía a su nombre original, Oslo. Este año trajo muchos cambios e innovaciones.
En Italia comenzaba la dictadura fascista con el discurso de Mussolini ante la Cámara de Diputados, seguido de la exclusión del gabinete de los ministros liberales Sarocchi y Casati. Los periódicos acusados de publicar “noticias falsas” eran tomados por el gobierno italiano y varios periodistas fueron arrestados. La policía revisaba los hogares de los miembros de la oposición y confiscaba documentos; cerraba centros de reuniones y disolvía clubes políticos, incluido el Italia Libera de los exsoldados presididos por el General Peppino Garibaldi.
En la Unión Soviética y China también había cambios. León Trotsky, el principal rival de Stalin, era removido de su puesto de Comisario de Guerra en el Consejo de Guerra Soviético y nombrado Presidente del Comité de Concesiones, Jefe del Consejo Electrotécnico y Presidente del Consejo Científico-Técnico de la Industria, últimos dos cargos a los que renunciaría al año siguiente. En China moría de cáncer el “Padre de la República” Sun Yat-sen y era sucedido por el líder del partido del pueblo, el Kuomintang, Chiang Kai-shek.
En medio oriente y norte américa las noticias daban a conocer que se abría la Universidad Hebrea de Jerusalem y en Estados Unidos entraba en vigor una ley para prohibir la enseñanza de la teoría de la evolución de Darwin, firmada por el gobernador de Tennessee, Austin Peay. La primera víctima de esta ley cayó en mayo, con el profesor de ciencias de bachiller John T Scopes, apresado y multado con US100, por enseñar evolución. Mientras que en Texas, el gobernador Ferguson le prohibía al Ku Klux Klan el uso de máscaras en público. El KKK cumpliendo con esta disposición desfilaron sin ellas en su congregación más grande hasta la época con una marcha de 40 mil miembros, en Washington DC, en agosto.
Leica – Leitz Camera- presentaba en la feria alemana de primavera en Leipzig su primera cámara de 35 mm. En junio, en Estados Unidos, Walter P Chrysler fundaba la Chrysler Motor Company introduciendo un auto deportivo con motor de alta compresión y ¡frenos en las quattro ruedas! En julio la Asociación Automovilística Americana declaraba que las mujeres eran tan competentes como los hombres para manejar. La tecnología del fax nacía con el envío de una fotografía por cable a tres ciudades simultáneamente, a través de la American Telephone and Telegraph Co. Y el 25 de marzo se mostraban en público las primeras imágenes televisivas en la tienda londinense Selfridges logradas por el ingeniero escoces John Logie Baird, uno de los inventores de la televisión mecánica y de la televisión a colores. Baird transmitiría el 2 de octubre, desde su laboratorio, la primera imagen televisiva en escala de grises: la cabeza del muñeco de ventrílocuo “Stooky Bill”. Comenzaba el mundo moderno.
YouTube: Ángel Leonardo Torres / ¿Quién inventó la televisión mecánica? John Logie Baird
En las artes, se le daba el nombre de Art Deco al nuevo estilo artístico dado a conocer internacionalmente en la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas, llevada a cabo en París de abril a octubre. Igor Stravinsky, autor de “Le Sacre du Printemps”, se presentaba por primera vez en América dirigiendo la Filarmónica de Nueva York, ciudad que ese año se convertía en la más grande del mundo, destronando a Londres.
En el cine la gente iba a los estrenos de The Gold Rush, La Fiebre del Oro, ¡la más reciente película de Chaplin! Al del The Phantom of the Opera, Fantasma de la Opera, dirigida por Rupert Julian, de la novela de Gastón Leroux, protagonizada por Lon Chaney. Y a finales del año al estreno de la segunda película de Sergei Einsenstein: El Acorazado Potemkin, Броненосец Потёмкин. Para entonces Paul Newman ya había nacido el 26 de enero.
YouTube: Cinemusic7888 / Charlie Chaplin in The Gold Rush (1925)
Todo esto sucedía al nuevo ritmo musical del Charleston, el baile que se ponía de moda, originario de Charleston, Carolina del Sur. En Europa, la estadounidense Josephine Baker era la nueva sensación del espectáculo con su Revista Negra del Teatro de París de Champs Elysees.
En Alemania, el día 28 de febrero moría por una peritonitis, el primer presidente de la República de Weimar, el socialdemócrata Friedrich Ebert (1871-1925) a los 54 años. Ese mes se fundaba en Berlín la asociación comunista KPD para organizar a los trabajadores contra los movimientos fascistas. Por otro lado, el gobierno levantaba tanto el estado de emergencia en Bavaria como la prohibición sobre el partido nacional socialista, que existía después del fallido intento de golpe de estado de 1923. Para abril, el conservador Mariscal de Campo Paul Von Hindenburg, le ganaría unas cerradas elecciones presidenciales al candidato de la coalición republicana, el Dr. Wilhelm Marx, convirtiéndose en el segundo presidente de la República de Weimar. Y el 25 de agosto las últimas tropas francesas se retiraban de Renania donde mantenían control para garantizar los pagos de las reparaciones de la Gran Guerra del 1914-18.
A principio de año, el 26 de febrero, reapareció el periódico del partido nazi, el Voelkischer Beobachter, con un largo editorial escrito por Hitler, titulado “Un Nuevo Comienzo” convocando a “renunciar a la fuerza” y acceder al poder solo por medios legales. En él, también escribió las razones por las cuales no quería deshacerse de los peores elementos de la sociedad que llegaban identificándose con el partido nazi, como se lo pedían Rosenberg y Ludendorf, para limpiarlo principalmente de perversos y asesinos. Mientras estos sumaran número y representaran una fuerza, le servían:
“Considero que la tarea de un jefe político no es intentar perfeccionar, o incluso fundir, el material humano que yace dispuesto en sus manos.”
Al día siguiente Hitler organizó un mitin en una cervecería, la Hofbrau o en la Buergerbräukeller, para anunciar la resurgencia de su partido, NSDAP, ante unas 4 mil personas, los que quedaban del partido nazi, abandonado ya por su fundador Anton Drexler y el General Ludendorf. Schaub, Streicher, Feder y Esser asistieron, sin Goering, que estaba en el exilio en Austria. Hitler se reafirmó como su líder absoluto, anunció el nuevo camino político, no paramilitar, para llegar al poder, y subrayó que los enemigos eran el régimen republicano, los marxistas y los judíos. Su voluntad por renunciar a la fuerza no duró ni un discurso:
“Para la lucha solamente hay dos caminos posibles: ¡O los enemigos pasan sobre nuestros cadáveres o nosotros pasamos sobre los de ellos!”
Ante esta convocatoria a la violencia, el Estado de Baviera le volvió a prohibir a Hitler hablar en público, esta vez por dos años. Ello lo dejaba atado de la mano de la oratoria, pero todavía le quedaba la de la organización, otro atributo que poseía. Así que comenzó a organizar al partido como un estado militar; comenzaron a cobrar cuotas, aceptar mujeres, y crearon organizaciones culturales, educativas, artísticas, deportivas, etc., que atrajeran gente, con una distorsionada perspectiva nazi.
El área donde no destacaba Hitler era en la de las dimensiones, no podía superar sus problemas para poner títulos de una extensión funcional, como nos lo volvía a recordar el nombre de su propio cargo en ese entonces: Jefe Supremo del Partido y de la S.A., Presidente de la Organización Laboral Nacional Socialista Alemana.
A nivel nacional, de 1924 a 1930, los préstamos recibidos por Alemania ascendieron a unos US 7 mil millones, la mayor parte de ellos procedían de inversionistas americanos; prestamos que nadie sabía cómo iba a reembolsar Alemania. Toda la infraestructura urbana e industrial alemana, aeropuertos, teatros, estadios, deportivos, etc., se construían con ellos. El rendimiento industrial que en 1923 había bajado al 55% en relación con 1913, se elevaría al 127% para 1927. Alemania comenzaba a caminar otra vez, se detenía la súper inflación y disminuía el desempleo. Hitler confiaba que los préstamos se acabaran algún día y una nueva crisis llegara para abrirle una ventana de oportunidad, descalificar a la República, y ganarles votos a los social demócratas. La crisis no estaba lejos, faltaban quattro años.
Finalmente el 18 de julio la editorial Franz-Eher-Verlag sacó a la venta el primer volumen que Hitler le dictó en la prisión de Landsberg a Rudolf Hess [Heß], el año anterior: Mein Kampf, Mi Lucha. La tesis hitleriana del nazismo: supremacía racial, antiparlamentarismo, antisemitismo, pangermanismo, anticomunismo, etc., desde un punto de vista autobiográfico.
Un libro difícil de leer que muchos empezaron pero pocos terminaron, por el exceso de preámbulos y la abundancia de temas que toca, odio desproporcionado, descalificaciones constantes, adjetivación obsesiva y la falta de realismo. Se dice que si más gente lo hubiera leído, Hitler no habría llegado al poder, o tal vez lo hubieran detenido a tiempo.
De acuerdo con los datos encontrados en la editorial, en 1925 se vendieron 9473 copias del libro y en 1926, 6913 copias, contando ambos volúmenes. Cada año fue decreciendo su venta, hasta que sacaron un solo volumen a precio de 8 DM lo que catapultó las ventas a más de 50 mil copias y después a más de 90 mil, en 1932, cuando los nazis eran mayoría en el parlamento. Después de que Hitler tomó el poder en 1933, el libro se volvió regalo de bodas oficial del gobierno para todas las parejas de recién casados, y obligatorio en cada iglesia junto con la Biblia. Con él, Hitler hizo una fortuna, de cuyos impuestos obviamente se exentó.
Más adelante, en retrospectiva, Hitler hizo una reflexión sobre Mein Kampf:
“Si hubiese sabido que iba a ser canciller, no lo hubiera escrito.”
Ese mismo año Hitler empezó a preocuparse por mejorar su seguridad personal, la cual no quería poner en manos de las existentes Tropas de Asalto, SA, llenas de golpeadores con poca o nula educación, poco entrenamiento y cuyo líder en Múnich, Edmund Heines, era convicto por asesinato, y con preferencias sexuales sobre las que Hitler difería. Para ello creó un grupo de escoltas, los Schutzkommando, -comandos de protección- los vistió con uniformes negros, como los fascistas italianos, les hizo prestar juramento de lealtad a su persona, y los puso al mando del periodista Joseph Berchtold, que no tenía el perfil para el cargo. Berchtold fue substituido por Erhard Heiden, antiguo policía secreta de mala reputación.
Los Schutzcommando fueron creciendo en número y cambiando de nombre: Sturmstaffel – escuadrón tormenta- y finalmente Schutzstaffel –escuadrón de protección- las SS. En 1929 las SS llegarían a 200 hombres y cambiarían otra vez de jefe por un avicultor de Waldtrudering, cerca de Múnich: Heinrich Himmler. Un hombre del partido nazi, bajo de estatura, de apariencia y formas delicadas, con lentes, parecía profesor de escuela. Faltaban algunos años para que las SS llegaran a 800 mil integrantes y se convirtieran en la maquinaria de la muerte que llenaría Europa con millones de cadáveres.
De los fascistas italianos los nazis también tomaron el saludo con el brazo extendido hacia el frente y lo incorporaron a su partido con la expresión: ¡Heil Hitler!
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