¿Sueñan las tortillas con energías renovables?

Todo parece indicar que el próximo 30 de noviembre será otro día difícil para los mexicanos. Es justo la fecha —el plazo previsto— para liberar el precio de los combustibles en el país, incluyendo en el principal mercado de las gasolinas: la Ciudad de México.

SALOMÓN CHERTORIVSKI

Me temo que la magia del mercado no llevará los precios hacia abajo siguiendo la hipotética curva de la competencia, sino muy por el contrario, se convertirá en otro momento de estrés económico y social, un pasaje en el que, con toda probabilidad, los precios subirán —transporte sobre todo—, pero también y muy especialmente la electricidad que todos consumimos en nuestras casas o negocios.

El gobernador de Banxico nos debe explicar por qué esto no es un riesgo inflacionario, mientras se dedica a aterrorizar al público por el aumento del salario mínimo. Una contradicción adicional de quien nos dejará como legado la peor tasa de inflación en más de ocho años.

Bueno, pero eso es otra historia. El punto es que el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, nos ha instruido a desplegar diversas iniciativas en la ciudad
—con los recursos a nuestro alcance— para que la nueva alza de los combustibles no afecte (tanto) la economía de los más pobres.

Por eso, hoy pondremos en marcha un programa piloto para ofrecer a los molinos y las tortillerías de la ciudad (empezando por Iztapalapa, donde existe la mayor cantidad de estos negocios) una alternativa para el pago de su energía eléctrica.

Llamo la atención de un dato: en la Ciudad de México hay seis mil 532 tortillerías, pero en Iztapalapa están ubicadas 23 por ciento de todas ellas.

Se trata sencillamente de que las tortillerías de la ciudad funcionen con energía renovable. Nada más, pero nada menos.

Varias razones nos han llevado a instrumentar este programa, pero las dos más importantes son: 1) la tortilla es el componente número uno de la dieta de los mexicanos (y de los chilangos); 2) Iztapalapa concentra la cuarta parte de todas ellas; y 3) por primera vez, la energía renovable es sensiblemente más barata que la que proviene de fuentes fósiles. De tal suerte que se puede garantizar un precio más bajo en la facturación eléctrica negocio por negocio.

¿Lo ven? Es una oportunidad que no debemos dejar pasar, pues si nos tomamos en serio la ley y los Acuerdos de París, debemos comenzar ya una transición energética a gran escala y, en esta ciudad, 92 por ciento de los negocios son micro o pequeñas empresas (de uno a 10 empleados). Por eso comenzamos allí.

La delegada en Iztapalapa —Dione Anguiano— ha hecho un trabajo excepcional convocando a las organizaciones de molinos y tortillas de esa demarcación, que en conjunto rondan las mil 509 unidades económicas. A su vez, la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) ha planteado una alianza con la Asociación Mexicana de Empresas de Energía Renovable (Amper) para que ofrezcan un esquema de suministro y de cobro, siempre más barato que el que proviene de las energías fósiles.

En Iztapalapa esas empresas están en condiciones de ofrecer un precio 15 por ciento por debajo de lo habitual y durante varios años. De este modo, las tortillerías y molinos bajarán sus costos de producción para estar en condiciones de amortiguar el estrés que provocará la liberalización del 30 de noviembre. Idealmente y dicho en una nuez: tratamos que la tortilla no suba de precio, porque la electricidad con la que son producidas bajará su costo.

Llamo la atención del lector: la electricidad que necesita una tortillería típica constituye una tercera parte del total de su costo operativo. Así que el impacto que prevemos es significativo.

Las alianzas del Programa de Eficiencia Energética en Tortillerías y Molinos no pretenden otorgar exclusividad a la Amper ni a ninguna otra asociación o empresa. En Iztapalapa será el arranque del esquema, el piloto, pero como nos dijo el jefe de Gobierno, lo queremos extender hacia todas las delegaciones, sin distinción partidaria.

Espero, también, que este esquema se extienda hacia todos los sectores económicos cuyas pequeñas y medianas empresas (pienso en todos esos negocios que necesitan refrigeración) estén dispuestas a cambiar y trabajar utilizando energía renovable, a precios que apoyen la economía popular real, y de paso, a enfrentar juntos —sector privado y gobierno— el cambio climático de México.

 

 

*Secretario de Desarrollo Económico de la CDMX

Fuente:excelsior.com.mx

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