¿Una nueva “Primavera Árabe” en el Golfo Pérsico?

Los vientos de guerra, soplando entre Arabia Saudita y Qatar, tanto como la subversión iraní, están desestabilizando a los principados del Golfo Pérsico. Para empeorar las cosas, la situación económica, la cual ha empeorado en años recientes debido a decisiones mal aconsejadas, está avivando los miedos a los levantamientos populares y disturbios generalizados. Estas crisis internas podrían llevar a una nueva “Primavera Árabe” en la cual podrían caer algunas de las monarquías del Golfo. El principal ganador sería Teherán, para el cual la crisis actual junto con el boicot impuesto sobre Qatar, ha abierto un camino a una captura de Bahrein, e Irán ya ha capturado, de hecho, Bagdad, Damasco, Beirut y Sana’a.

DR. EDY COHEN

La economía saudí ha visto un deterioro sin precedentes en años recientes. La caída continua de los precios del petróleo en los mercados mundiales, la ayuda masiva a Egipto desde la asunción del poder en julio del 2013 por parte de Abdel Fattah Sisi, el costo de financiar a la coalición que combate a los huzíes y a sus patrones iraníes en Yemen, y por supuesto la considerable ayuda extendida a los rebeldes sirios han causado estragos en el tesoro público de Riad y en la riqueza personal de la monarquía reinante.

Como resultado, Riad ha tenido que recortar 900 rials (unos u$s300) de los salarios del ejército y empleados públicos como parte de un importante recorte en el sector público, incluyendo la abolición de incrementos salariales y bonos. Hace poco, las autoridades también han tenido que aumentar los impuestos sobre cigarrillos y bebidas energizantes al 100% del costo del producto, después de haber impuesto nuevos gravámenes en junio. Un signo de la crisis que refleja su seriedad es un nuevo peaje que entrará en efecto en abril del 2018 en las rutas en el área de Riad y en cruces a estados árabes vecinos.

Aparte de afectar a sus propios residentes, la situación económica de Arabia Saudita también puede afectar a otros países del Golfo y particularmente a Bahréin, el cual está sufriendo su propia crisis mientras Teherán arma y financia a organizaciones chiíes que se proponen desestabilizarlo.

Los iraníes han estado explotando al límite las dificultades de Riad y Bahréin. Hace no mucho, los saudíes frustraron un ataque cerca de los sitios santos de La Mecca. La subversión iraní podría escalar al punto de buscar desestabilizar al reino (como está haciendo en Bahréin) activando milicias armadas dentro de su territorio.

El Irán chií está también ayudando a Qatar, el cual, según el plan (saudí), debe ahora haber estado rogando por el levantamiento del boicot. Teherán está así impulsando una cuña entre los principados del Golfo Árabe y reforzando su propio estatus como la potencia hegemónica de la región. Ha estado enviando a Qatar toneladas de alimentos y materias primas diariamente por mar, y estos bienes han inundado los mercados y centros comerciales del emirato.

No hay, sin embargo, ningún almuerzo gratis. Teherán es visto ahora como que ha rescatado a Qatar, y el principado tendrá que recompensarlo por esto. La ayuda iraní ya ha debilitado a la coalición político-militar suní que se suponía haría frente a la ambición expansionista de Teherán. Por ejemplo, Qatar se ha retirado de la coalición anti-huzí en Yemen.

El estado de cosas en el Golfo Pérsico es extremadamente delicado. La caída de un principado llevaría probablemente a la caída de otros. El Golfo está experimentando una de las crisis económicas más difíciles en su historia, una que podría desestabilizar a algunas de las monarquías. Son claramente posibles manifestaciones airadas y alborotos contra los precios en alza, nuevos impuestos y creciente desempleo, similares a los que ocurrieron en Túnez, Egipto, Libia, Yemen y Siria en los años 2010 y 2011, la pesadilla fundamental de cualquier líder árabe.

Además, la crisis de Qatar no terminó. El principado ha rechazado enérgicamente las doce condiciones saudíes para levantar el bloqueo y normalizar las relaciones con el cuarteto (Arabia Saudita, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein). Esas condiciones incluyen degradar los lazos diplomáticos de Qatar con Teherán; asegurar que las fuerzas del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní abandonen el emirato; cerrar las bases militares turcas en Qatar; cortar los vínculos de Doha con la Hermandad Musulmana, Hezbolá, Al-Qaeda e ISIS mientras deja de financiarlos; entregar al cuarteto a terroristas que residen en Qatar; cerrar la red Al Jazeera y pagar compensación.

El fracaso del intento de aislar a Qatar y someterlo a las demandas del cuarteto ha provocado temores de una intervención militar saudí allí. Irán, sin embargo, se ha anotado muchos puntos con los árabes gracias a su apoyo al emirato. Esto es parte de un juego estratégico a largo plazo en el cual Irán busca primero ganar la simpatía de los estados árabes y luego arma y activa a grupos subversivos en el Golfo.

Teherán se está esforzando por recortar la influencia estadounidense y saudí en el Golfo, capturar al mundo islámico en general y capturar los recursos naturales y lugares santos del Golfo a través de sus satélites de antaño, los huzíes yemenitas posicionados junto a la frontera saudí.

Si el plan de Teherán tiene éxito, el Golfo Pérsico será dividido efectivamente entre él y Rusia, un acontecimiento altamente indeseable para Israel. La crisis del Golfo no está para nada relacionada con Israel, pero Jerusalén debe monitorear de cerca lo que está sucediendo allí.

La situación actual es aparentemente buena para Estados Unidos. Las tensiones crean el escenario perfecto para exportar armas y equipo militar, como el Presidente Trump prometió que haría durante su visita a Riad. Pero en lugar de buscar ganancias, sin importar qué tan sustanciales sean, Washington estaría mejor trabajando para realzar la estabilidad en la región, para que ésta no se hunda en una nueva “Primavera Arabe.”

 

 

*El Dr. Edy Cohen es autor del libro El Holocausto en la visión de Mahmoud Abbas.

 

 

 

Fuente: Begin-Sadat Center for Strategic Studies
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México

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