Musulmanes en Jerusalem: la guerra religiosa es inminente, para otros ya ha comenzado

Los fieles musulmanes rezan en la Puerta de los Leones en la Ciudad Vieja de Jerusalem el 21 de julio de 2017. (Dov Lieber / Times of Israel)

En la Puerta de los Leones, donde un ataque mortal el 14 de julio provocó la última escalada, los palestinos insisten en que los detectores de metales forman parte de una toma de poder del Monte del Templo israelí, a los que se han de resistir aun a costa de una guerra

DOV LIEBER

Como si estuvieran en una mezquita, miles de hombres y mujeres sentados a lo largo de las murallas de la Ciudad Vieja de Jerusalem se quitaron los zapatos el viernes por la mañana. Otros se los dejaron puestos.

Abarrotados en el estrecho espacio entre la Puerta de los Leones y la entrada a la mezquita de Al-Aqsa, no se atrevían a cruzar los detectores de metal colocados allí por Israel la semana pasada, luego de un ataque a tiros en el lugar sagrado, en el que tres árabes israelíes salieron del complejo y mataron a tiros a dos policías que estaban de servicio allí.

Una semana después, desde que Israel prohibió a los hombres menores de 50 años entrar en la Ciudad Vieja, sólo unos pocos hombres jóvenes pasaban entre la multitud – la mayoría habitantes de la ciudad amurallada – para distribuir agua fría. Las mujeres de todas las edades estaban autorizadas a entrar.

Alrededor de 10 minutos antes de que comenzaran las oraciones, la policía levantó las barricadas de acceso a los fieles en la Puerta de los Leones desde el resto de la ciudad.

Si se desataban enfrentamientos, habría poco espacio para escapar.

Pero a pesar de la temida violencia, cuando las oraciones terminaron, la mayoría de los fieles dejaron el área silenciosamente, con muchos de ellos saludando a un hombre mayor en la salida, “Salam Aleikom”, la paz sea contigo.

Los fieles musulmanes oran justo fuera de la Puerta de los Leones en Jerusalem el 21 de julio de 2017. (Dov Lieber / Times of Israel)

Fue un claro éxito para la policía, pero engañoso. Los enfrentamientos ya habían comenzado fuera de las murallas de la Ciudad Vieja, y pronto se extenderían por barrios enteros en la parte oriental de la ciudad y hasta Cisjordania. Al anochecer, cientos resultarían heridos y tres palestinos serían abatidos.

Más tarde en la noche, tres israelíes -un padre, su hijo y su hija, en plena comida de Shabbat- serían apuñalados de muerte en su casa por un terrorista palestino de 19 años que afirmaba que estaba defendiendo Al-Aqsa de la deshonra de Israel.

Pero aquí, en esta pequeña porción de la Ciudad Vieja, donde comenzó esta nueva escalada de horror con el ataque del 14 de julio, y donde hubo pequeños choques durante los últimos seis días consecutivos, prevaleció una breve calma.

Las fuerzas de seguridad israelíes están de guardia frente a los fieles musulmanes palestinos fuera de la Puerta de los Leones, 21 de julio de 2017. (Judah Ari Gross / Times of Israel)

Aunque había señales de lo que estaba por venir. Más allá de las barricadas, centenares de fieles que habían realizado sus propias oraciones, terminaron su servicio con cantos de “Khayber, Khayber, Oh judíos, el ejército de Mahoma regresará“.

Khayber era una ciudad judía árabe cuyos residentes fueron sacrificados por Mahoma en el siglo VII.

Hasta este viernes, la israelí de Jerusalem Abid Alfkhawi, de 72 años, no pensó que el conflicto entre Israel y los palestinos había entrado en una batalla entre religiones.

Pero la instalación de detectores de metales de Israel en el complejo del Monte del Templo – un cambio del statu quo, dicen los líderes musulmanes; una medida de seguridad evidentemente necesaria, dice Israel – lo ha cambiado, dijo. Ahora cree que el conflicto está entrando en un nuevo capítulo.

“A partir de hoy, esto es una guerra religiosa”, dijo. “Al-Aqsa no es una línea roja, es una línea de guerra“, añadió.

El amigo de Alfkhawi, Salim Klfawee, de 69 años, dijo que era “peor que cuando [el ex primer ministro israelí] Ariel Sharon fue a Al-Aqsa“, refiriéndose a la visita en el año 2000 al controvertido sitio por el entonces líder de la oposición israelí como pretexto para lo que se convirtió en la incursión estratégica de la segunda intifada de atentados suicidas palestinos contra Israel.

Abid Alfkhawi, de 72 años, junto a su esposa, Umm Jammal, en su casa en la Ciudad Vieja de Jerusalem, que se encuentra cerca de la Puerta de los Leones. Arriba de Abid hay una foto suya de 1971. (Micah Danney / Times of Israel)

Alfkhawi dijo que no tenía ningún problema con una solución de dos estados o vivir con judíos, pero creía que los “sionistas” estaban trabajando para construir un tercer templo judío donde estuvieron los dos primeros y donde hoy está la mezquita de Al-Aqsa.

Las facciones palestinas, entre ellas Fatah y Hamas, habían pedido un “día de rabia” para el viernes en respuesta a los detectores de metales.

El Waqf de Jerusalem, la institución gubernamental jordana encargada de administrar el Monte del Templo, exhortó a todos los musulmanes a no rezar en sus mezquitas locales y en su lugar unirse a los miles que se congregarían en la ciudad vieja y orar en las calles.

Hisham, un ingeniero y residente de Jerusalem, tenía edad suficiente para pasar por la seguridad israelí.

Él ora generalmente en el barrio de Shuafat de Jerusalem pero había atendido la llamada para venir a la Ciudad Vieja.

Residente de la Ciudad Vieja de Jerusalem, Salim Klfawee, de 69 años. (Micah Danney / Times of Israel)

“Vine aquí para demostrar que ésta es nuestra mezquita”, dijo, hablando en inglés fluido. “Están tocando un nervio y despertando a todo el mundo de su sueño”, agregó, explicando que las personas que normalmente no se molestan en despertarse el viernes por la mañana ahora se unían a las protestas.

-“Quiten los detectores de metal. Son tonterías” -insistió-. “Subimos juntos al árbol y no sabemos quién bajará”.

Ahmad, otro fiel que no quiso dar su nombre completo, dijo: “Si pasamos por esos detectores de metal, lo que sucedió en la Mezquita Ibrahimi en Hebrón, ocurrirá aquí“.

Otros palestinos también expresaron temor por lo que llamaron la ‘Hebronización’ de Al Aqsa, donde la presencia de israelíes en la ciudad precipitó que el ejército israelí tomara el control total de la Tumba de los Patriarcas, conocida como la Mezquita Ibrahimi para los musulmanes, y los judíos fueron asignados horas especiales para orar en el sitio; ellos creen que lo mismo podría ocurrir en el Monte del Templo.

Todos los fieles musulmanes entrevistados por este autor el viernes afirmaron que los detectores de metales no están allí para la seguridad de nadie, sino que son más bien una señal de poder oportunista del gobierno israelí.

Cuando se le preguntó por qué no podía creer que los detectores de metales estuvieran allí para la seguridad de la policía y de los fieles, especialmente después de un tiroteo mortífero una semana antes, en el que las armas del asesino habían sido introducidas clandestinamente al lugar sagrado, Hisham respondió: “Estamos ocupados y ustedes son los ocupantes. Así que no hay confianza“.

Mahmoud, un fiel que ha estado trabajando en Israel durante los últimos 35 años, ha tratado de mantenerse lejos de la política, y tiene muchos amigos israelíes.

Dijo que era “obvio” para el mundo que Israel tiene algo más que seguridad en la mente con los detectores de metales, y advirtió que los musulmanes estaban preparados para luchar a muerte sobre el tema.

“Es fácil para todos los musulmanes morir aquí, pero no vamos a dejar este hogar”, dijo, refiriéndose a la mezquita Al-Aqsa. “Nuestras vidas son baratas comparadas con Al-Aqsa”, agregó.

Fuente: The Times of Israel – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico

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Silvia Schnessel: Silvia Schnessel es corresponsal de Enlace Judío en España. Docente y traductora, maneja el español, el hebreo, el francés, el inglés y el catalán. Es amante del periodismo, del sionismo y de Israel.