Juntos venceremos
jueves 21 de noviembre de 2024

Aquí para quedarme

RACHEL SHARANSKY DANZIGER

Aquí en Jerusalem, sé dónde estoy.

Me tumbo al sol hoy, esperando que su calor ahuyente la tensión y el agotamiento y la pena (esa sangre, oh Dios, toda esa sangre en ese piso)

Y yo sabía. Sabía dónde estaba. Incluso acostada con los ojos cerrados.

Sabía lo que había a mi izquierda, más allá de las laderas cubiertas de hierba del Parque de la Independencia y las elegantes tiendas de Mamilla: un viejo muro de piedra y a su sombra – los callejones. Y en su extremo, erguido, el Muro Occidental.

(Sé por qué estoy aquí: Ésta es mi antigua casa.)

Sabía lo que había a mi derecha, más allá del majestuoso edificio de la Agencia Judía, aquel recolector de judíos del este y el oeste: calles que llevaban el nombre de rabinos de la Edad Media, que escribieron sobre Dios, historia y amor. Ellos también sabían dónde estaban. Y sabían dónde querían estar. “Mi corazón está en el este”, escribió el rabino Yehudah Halevi, soñando con Jerusalem. Pero yo estoy en el extremo oeste.

(Sé cómo llegué a estar aquí: Nuestro anhelo me llevó a casa.)

Sabía lo que había detrás de mí: el centro de Jerusalem con sus tiendas y sus colores fuertes, vívidos, y luego el camino que marca la costura de esta ciudad, la división entre el este y el oeste.

(Sé lo que me amenaza aquí, pero esta división, este conflicto, no me perseguirá.)

Y sabía lo que me esperaba: mi propia casa, la escuela de mis hijos y el jardín de infantes, los lugares donde los crío para amar esta tierra, para amar a sus semejantes.

(Sé quién soy: un eslabón en una cadena larga y antigua).

Me tumbé al sol, y no podía ahuyentar mi pena, realmente no podía. No cuando la sangre estaba tan fresca, y los padres y esposos, hermanos e hijos se disponían a enterrar a sus seres queridos muertos. No cuando pensaba en esos cinco niños, y los ecos de matanza que recuerdan hoy.

Pero sé dónde estoy, sé quién soy, y sé que me quedaré aquí, afligida o no.

El terror no cambiará eso. Las guerras también fracasarán.

No quiero vivir por la espada, y no quiero criar a mis hijos peleando. Quiero que Jerusalem florezca para todos nosotros: todos los que la aman, todas las personas que llaman a este lugar su casa.

Quiero que ese camino que está detrás de mí hoy, y esa división que representa entre el este y el oeste, dé paso a nuevos caminos en el futuro: caminos que vamos a tomar juntos, luchando mano a mano.

Pero si quieres que me vaya, si piensas que la sangre, el temor y la rabia de alguna manera me harán correr, sé que fracasarás.

Lucharé si tengo que hacerlo, porque sé quién soy.

Soy judía y estoy en casa.

Fuente: The Times of Israel – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico

 

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