Rabino Peter Tarlow
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Estas no son épocas sencillas para convertirse o regresar al Judaísmo, especialmente en América Latina. Todos los que trabajamos con Anusim, Cripto-Judíos, judíos que retornan, o personas que buscan convertirse al Judaísmo, usualmente debemos dedicar tiempo no sólo a enseñar, sino también a defender estas nuevas comunidades.
La oposición viene lo mismo de no judíos que de comunidades judías locales, algunas de las cuales prefieren diluirse en la Historia antes que abrirse hacia aquellos que buscan unirse al pueblo de Israel. Como rabino, he escuchado con demasiada frecuencia las palabras “un judío nace y no se hace”.
Las pesonas que son ignorantes sobre la visión judía en cuanto a conversiones y halajá (legislación religiosa), usualmente usan este tipo de frases de manera hiriente. Adicionalmente, a veces parece que tanto la Agencia Judía –una organización semi-autónoma que trata los asuntos de inmigración hacia Israel– y el Rabinato Isrelí, hacen todo lo posible a su alcance para que algo sencillo se torne complicado, y para que la felicidad se convierta en tristeza.
En todo América Latina hay miles, quizás millones, de personas que tienen por lo menos alguna forma de conección histórica con el pueblo judío. No todas estas personas desean volverse judíos practicantos, ya que hay muchas que sólo quieren explorar su pasado judío. Aquellos que desean convertirse en genuinos miembros del pueblo judío tienen que enfrentar numerosos obstáculos. Para aprovecharse del río revuelto, también hay muchos que han convertido la Mitzvá del Gerut (conversión) en un negocio, con una gran variedad de precios y servicios en la región.
Todo esto ocurre en un momento en que los temas de la frontera entre los Estados Unidos y México están presentes con frecuencia en las noticias. Para los judíos latinoamericanos que viven a lo largo de esta frontera, hay varios asuntos todavía más complicados. No sólo es la constante reevalucación que las autoridades estadounidenses hacen de sus políticas fronterizas, sino que además esta reevalución se hace justo cuando México está experimentando retos económicos mayores.
Por si fuera poco, el valor del peso mexicano ha caído drásticamente en los últimos años, haciendo que la adquisición de productos judíos en los Estados Unidos sea más cara, y México a aumentado recientemente el precio de la gasolina en un alto porcentaje. Estas variables económicas han generado dinámicas nuevas en la frontera México-Estados Unidos. Por ejemplo, un gran número de ciudadanos norteamericanos buscan sacar ventaja de la devaluación del peso haciendo viajes breves a México. Al mismo tiempo, muchos mexicanos vienen a los Estados Unidos para hacer compras o adquirir combustible americano que es de mayor calidad y más barato que el que encuentran en su país. La combinación de la sobrevivencia fronteriza con los viajes para hacer compras o de placer, han dado como resultado largas filas de peatones y autos queriendo entrar o regresar a los Estados Unidos.
La información anterior sirve como contexto a una única y especial relación binacional que se ha desarrollado entre la comunidad judía de El Centro, California, y una nueva comunidad judía liberal en Mexicali, México. Este vínculo no sólo simboliza cómo los judíos encontramos una manera de resolver las situaciones difíciles, sino que se levanta como un recordatorio de que más allá de las fronteras o idiomas que nos separan, los judíos alrededor del mundo somos antes que nada parte de Am Israel, el pueblo de Israel en la dispersión.
El Centro y Mexicali son ciudades hermanas. En lo que alguna vez fue uno de los más hostiles desiertos del mundo, el área es llamada ahora eufemísticamente El Valle Imperial (The Imperial Valley). Gracias a la irrigación, estas tierras desiertas ahora son ricas granjas que producen un gran porcentaje de la comida que se consume. La ciudad de El Centro es la entrada a la parte de Mexicali que está en los Estados Unidos, llamada Calexico (una combinación de California y México).
El Centro es la capital de la comunidad judía en la región. El grupo es pequeño pero activo y posee un edificio para su sinagoga, el cual renta en ciertos horarios a la Iglesia Bautista local para así obtener fondos para cubrir sus gastos. El arreglo ha permitido a ambas congregaciones sobrevivir y trabajar razonablemente bien.
La comunidad judía de El Centro está bien establecida, y data de hace varias décadas. Fue fundada originalmente en 1933, y luego reestablecida en 1974. Es una comunidad compuesta por personas de diversas generaciones y originarias de diversos lugares.
En el otro lado de la frontera México-Estados Unido, una pequeña congregación de judíos reformistas se ha desarrollado en la gran ciudad de Mexicali. Nuevamente, una gran variedad de edades componen esta nueva comunidad judía, que es la única sinagoga reformista en esta parte de México, y pretende servir a los judíos reformistas de habla hispana en el norte del estado mexicano de Baja California. Este grupo estuvo a la deriva algunos años atrás, y gracias a la sugerencia de otras comunidades judías latinamericanas, buscaron mi asistencia para ayudarlos a organizarse y conectarse con otros judíos. Me di cuenta que mi trabajo con esta comunidad sería ayudarles a estructurarse, y a desarrollar actividades tanto de estudio como de práctica, incluso guiando a aquellos que quisieran hacer el proceso formal de conversión. De cuando en cuando, surgían problemas. Por ejemplo, aunque nadie puso objeciones a circuncidarse, había líos para encontrar un lugar donde hacer la inmersión ritual (Mikve) en las zonas desérticas del noroeste de México. La comunidad tomó el nombre de Bet Shemesh (Casa del Sol) justo porque durante los meses de verano, esos desiertos son uno de los lugares más calientes del planeta.
Fue en esta coyuntura que los judíos de Mexicali empezaron a explorar la factibilidad de crear una comunidad judía binacional. La casi-a-punto-de-nacer congregación de Mexicali se acercó a la comunidad de El Centro para ver si podían realizar sus conversiones en los Estados Unidos, y para ver si sus integrantes (de El Centro) aceptarían la participación conjunta con los que estaban a punto de convertirse en sus correligionarios.
A diferencia de muchos de los problemas que enfrentan los nuevos judíos en América Latina, la respuesta de la gente de El Centro fue un entusiasta “sí”, aunque hubiera una lista de pequeños detalles que tenían que ser resueltos. Por ejemplo, pocos miembros de la comunidad judía de El Centro hablaban español, y la mayoría de los de Mexicalí no hablan inglés. Además, cruzar la frontera, aún cuando se tenga la documentación necesaria, puede ser un reto mayor especialmente porque en verano las temperaturas pueden alcanzar casi los 50 grados centígrados.
Pero las soluciones se encontraron. Se creó la traducción bilingüe. Para ayudar a los que no tenían una visa de entrada a los Estados Unidos, se organizó un Bet Din bilingüe y binacional para funcionar en ambos lados de la frontera. La comunidad resolvió el asunto de la Mikve encontrando una playa desierta en Mar de Cortés, que se encuentra a unas tres horas de Mexicali y a la que hay que llegar en caminos que podrían definirse como todo un reto.
En Mayo de 2016, después de mucho trabajo, pudimos realizar la solicitada ceremonia de conversión en la sinagoga de El Centro, y la comunidad norteamericana le dio la bienvenida con los brazos abiertos a los nuevos miembros mexicanos de la gran familia judía. Y no sólo los de El Centro dieron este recibimiento a estos nuevos judíos, sino que organizaron una gran fiesta en su honor. Desde entonces, las dos comunidades se reúnen una vez al mes. Los servicios son en inglés y están llenos de sonrisas, y ahora tenemos el proyecto de elaborar un Sidur (libro de rezos) reformista y bilingüe.
La creatividad trans-cultural se ha incrementado. Judíos mexicanos y estadounidenses celebran Pesaj juntos y la observancia de Sukkot ha desarrollado un sabor binacional muy particular. Este año, como parte de la celebración de Januká, la comunidad mexicana trajo como regalo una piñata gigante con la forma de un Dreidel (perinola). No sólo los niños de las dos comunidades celebraron esta experiencia bicultural, sino que incluso otros niños del vecindario vinieron, aprendiendo y conociendo no sólo acerca del significado de Januká, sino también de cómo judíos de diferentes lugares y culturas son capaces de reunirse y celebrar la Fiesta de las Luces y la Libertad, con dignidad y amor. Justo como los Macabeos rescataron judíos de sus escondites en el desierto de Judea, así también una nueva forma de Judaísmo está surgiendo del desierto de América del Norte también.
El rabino Peter Tarlow es Director Ejecutivo del Centro para las Relaciones Judeo-Latinas en Houston, Texas. Además es un reconocido conferencista internacional en temas de cómo el terrorismo impacta en la industria del Turismo. Obtuvo su Doctorado en Sociología en la Texas A&M University, y tiene grados académicos en Historia y Literatura Hispana y Hebrea, así como en Psicoterapia. Habla fluidamente varios idiomas, y se ha presentado como conferencista en América Latina, Europa, Medio Oriente, África, el Pacífico Oriental y Asia. Durante los últimos 30 años ha sido el director de Texas A&M Hillel, y en 2013 asumió la dirección del Centro para Estudios en Cripto-Judaísmo y Relaciones Judeo-Hispanas de Hillel. Eso le ha llevado a colaborar con diversas comunidades judías en Colombia, Bolivia, México y Perú. Especialista en Historia Sefaradí y Cripto-Judía, en colaboración con la Texas A&M University organiza cada año un ciclo de conferencias en Estudios Cripto-Judíos.
Artículo original publicado en Halapid – The Society for Crypto-Judaic Studies, vol. XXXIX – XL, Spring-Summer 2017/5777
Traducido y adaptado por Irving Gatell
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