Enlace Judío México – El aumento de misiles de Hezbolá, facilitado por Líbano e Irán, está forzando la mano de Netanyahu.
MARK DUBOWITZ- MIKE GALLAGHER
En un raro momento de desacuerdo entre Benjamín Netanyahu y Donald Trump, el primer ministro de Israel rechazó el mes pasado un acuerdo de cese del fuego entre EE.UU. y Rusia, que él dijo podía consolidar el aumento de fuerzas de Hezbolá e Irán junto a la frontera de Israel con Siria.
Netanyahu tiene buena razón para estar preocupado. El jefe de la inteligencia militar de Israel, Gen. de División Herzl Haleví confirmó en junio un informe de un diario kuwaití que pasó en gran medida inadvertido: el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, en cooperación con Hezbolá, ha estado construyendo plantas de producción de misiles en Líbano.
Enterradas más de 50 metros bajo tierra y protegidas de ataques aéreos, estas plantas podrían producir cohetes altamente sofisticados con alcances de más de 300 millas y equipados con sistemas de guía avanzados.
Los funcionarios israelíes ahora dicen que pueden ser necesarios ataques preventivos para destruir las capacidades de estos misiles antes que entren en operaciones. El resultado podría ser una guerra sangrienta que vería miles de misiles de Hezbolá arrojados dentro del espacio aéreo israelí, con represalias punitivas israelíes y cientos–si no miles–de muertes de civiles en ambos lados. Sería más caos para los elaboradores de políticas de Washington que están luchando por manejar una región ya en llamas.
Irán ha transferido durante mucho tiempo misiles por tierra y aire a través de Siria a Hezbolá en Líbano. En los últimos años Israel atacó repetidamente estas transferencias de lo que sus funcionarios llaman armamento “cambiador del juego”–armas que podrían desafiar la superioridad militar de Israel y presentar serias amenazas para sus civiles.
A pesar del éxito significativo contra muchas de estas transferencias, el inventario de Hezbolá se ha expandido hoy a más de 150,000 misiles a partir de un estimado de 50,000 misiles al inicio de la Segunda Guerra del Líbano en el 2006. Y si bien muchos de estos proyectiles son crudos, un número creciente es altamente preciso, capaz de enviar una carga útil masiva a cualquier parte de Israel.
Israel, por supuesto, tiene defensas misilísticas de corto, mediano y largo alcance: Cúpula de Hierro, Honda de David y los sistemas Flecha. Pero Irán y Hezbolá ahora están buscando un arsenal que puede arrollar a estos sistemas.
Si las defensas misilísticas israelíes no aguantan–y hay razones para creer que pueden no impedir por completo una acometida misilística de muchas veces el tamaño y potencia de la que atacó al país en el 2006–aumentarán las bajas civiles israelíes. En la primera señal de tal escenario, la Fuerza Aérea Israelí podría descargar una campaña aérea devastadora y potencialmente una invasión terrestre de Líbano.
Los funcionarios israelíes han advertido que la guerra consiguiente podría ser mucho más devastadora que la última entre Israel y Líbano. Y ellos hacen responsable a Beirut por el aumento de misiles de Hezbolá. De hecho, es sabido que mucho del arsenal de Hezbolá está protegido debajo o junto a escuelas, hospitales y edificios de departamentos de Líbano.
Israel tendría pocas opciones, aparte de poner la infraestructura libanesa en su mira. Motivo por el cual los funcionarios están haciendo sonar las alarmas ahora para impedir una guerra devastadora.
La administración Trump debe dejar en claro al Primer Ministro Saad Hariri de Líbano que es su responsabilidad desmantelar estas instalaciones, tanto como asegurar que el sur de Líbano esté libre de “cualquier personal armado, activos y armas” no bajo control directo del gobierno libanés, como es requerido por la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Los diplomáticos israelíes están suplicando a Washington para que considere también otros medios para disuadir a Irán. Por su uso de civiles como escudos humanos, Hezbolá y su patrón iraní deben ser sancionados por Estados Unidos y Europa por cometer abusos masivos de derechos humanos equivalentes a crímenes de guerra.
Washington debe sancionar a las empresas registradas en la Bolsa de Valores de Teherán que son controladas en forma directa por las entidades militares a cargo de los programas de misiles balísticos de Irán, las cuales representan un 20% del mercado de capitalización total de la bolsa de valores. También debe sancionar a las miles de empresas fachada del CGRI activas en la economía de Irán y penalizar a las empresas extranjeras que hacen negocios con el CGRI.
Medidas adicionales podrían incluir la reescritura de las normas del Tesoro de EE.UU. para bloquear el acceso iraní al dólar e imponer normas de auditoría realzadas en cualquier empresa involucrada con Irán.
La administración Trump debe sancionar también a esos sectores de la economía iraní que apoyan el programa de misiles, incluidos minería, metalurgia, telecomunicaciones, construcción, energía, automotor y ciencia en computación tanto como los institutos académicos controlados por el CGRI involucrados en este trabajo en misiles. El CGRI según se informa ha creado un departamento especial en la Universidad Imán Hossein en Irán para entrenar a agentes libaneses y otros en la producción de misiles.
Las sanciones levantadas en virtud del acuerdo nuclear con Irán deben ser restablecidas. Pongan en la lista negra al Banco Central de Irán y expulsen a los bancos iraníes del sistema bancario SWIFT.
A algunos les preocupará que esta presión financiera podría poner en riesgo al acuerdo nuclear iraní. Que así sea. Este es el precio que debe pagar Irán por empujar a la reunión dentro de otro enfrentamiento sangriento.
Y si las sanciones no tienen éxito, se debe dar a Israel el amplio espacio que necesita para encarar la amenaza usando todos los medios a su disposición.
*Mark Dubowitz es el CEO de la Fundación para la Defensa de las Democracias. Mike Gallagher, es un ex oficial de inteligencia del Cuerpo de Marines de EE.UU., es congresista por Wisconsin.
Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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