“Desde entonces, creo que se han hallado alrededor de 4,000 planetas fuera del sistema solar. Abrimos un camino de búsqueda fascinante que tiene mucho valor para entender la formación de los planetas”, señala Michel Mayor en una entrevista conjunta concedida a El Mundo.
SAL EMERGUI
El encuentro se produce tras recibir el Premio Wolf de Física, que otorga cada año en Jerusalén una comisión israelí que condecora a científicos y artistas por su contribución a la Humanidad. El galardón viene acompañado con un cheque de 100,000 dólares y un tercio de los premiados gana posteriormente el Nobel.
“Estamos muy felices de recibir un premio tan prestigioso. He estado varias veces en Israel, donde el nivel científico es muy alto, para colaborar con varios colegas de la Universidad de Tel Aviv“, afirma Mayor, de la Universidad de Ginebra.
Mayor y Queloz rememoran su descubrimiento con la misma pasión que tenían en 1995 cuando la revista Nature lo hizo público.
“No fue como ganar la lotería. Requiere mucho tiempo de investigación y trabajo. Lo que encontramos con el espectrógrafo, un instrumento muy preciso, era algo tan inusual que primero tuvimos que convencernos a nosotros mismos del hallazgo. Y eso tardó lo suyo. Yo me convencí porque luché con los datos. Realmente estaba asombrado por describir algo que no debía pasar”, recuerda Didier Queloz que, tras graduarse en la Universidad de Ginebra, fue reclutado para este proyecto por su admirado profesor Mayor, sin imaginar que pasaría con él a la historia.
“El impacto en el concepto de la formación de grandes planetas fue enorme. El impacto en los medios de comunicación de todo el mundo fue increíble. Pero lo que fue aún más asombroso fue que, seis meses después, nuestros colegas de California anunciaran el descubrimiento de nuevos planetas. Fue el inicio de un excitante periodo de hallazgos”, sentencia Mayor, que a su vez elogia “la importante aportación española” en la observación.
“En esa época muy pocos equipos trabajaban en esa búsqueda. Hoy, decenas de grupos participan en la observación del sistema extrasolar”, apunta Mayor con orgullo. Tras descubrir 250 exoplanetas, el dúo de astrónomos no está solo en el rastreo planetario pero, ¿lo estamos nosotros en el Universo? ¿Hay vida ahí fuera?
“Como ser humano, creo que sí, pero no es una conclusión científica. La vida es un proceso que se desarrolla. El Universo es tan vasto con condiciones tan diferentes que la mayoría de los científicos están convencidos de que la vida debe existir ahí fuera”, contesta Mayor. “Las personas no deben creer o dejar de creer sino buscar”, aconseja.
“La primera fase es detectar planetas con buenas condiciones y la segunda, más compleja, es encontrar muestras de vida”, señala Mayor. “Si encuentras un planeta muy parecido a la Tierra y constatas que hay agua, puedes pensar que es posible que haya albergado vida”, añade Queloz.
“Es un gran misterio pero estoy convencido de que algún día lo sabremos. Si encontramos planetas, podríamos encontrar elementos de vida“, afirma el astrónomo más joven. ¿Cuándo? «Puede tardar mucho, pero ocurrirá. Hace 30 años no conocíamos otros exoplanetas. Estábamos solos en el Universo», cuenta.
Como físico y como persona, me cuesta creer que estemos solos. No tiene sentido. Hay tantos planetas, estrellas y galaxias que debe haber vida”, opina Queloz. Profesor en Ginebra y Cambridge, Queloz exhibe un optimismo basado en la racionalidad y la esperanza potenciadas por precisos telescopios. “Los científicos no buscamos nada si no creemos que hay una buena razón para encontrarlo. No digo que lo consigamos, pero podemos hacer progresos para que los que vengan después lo logren. Así se construye la ciencia. Es una gran aventura”, explica. Sus ojos se abren como dos meteoritos cuando se le menciona una de sus palabras favoritas: HARPS, el buscador de planetas por velocidad radial de alta precisión, lo que en palabras de Queloz es “un sueño hecho instrumento”.
En 1995 nacieron de nuevo cuando dieron a luz una criatura primeriza fuera del Sistema Solar. “Es excitante porque lo que sabemos hoy no será nada en comparación a lo que sabremos en 20 años. Sabremos mucho más y nos daremos cuenta de que somos sólo uno entre muchos en el Universo”, pronostica Queloz.
La revista Nature recogió recientemente el hallazgo del planeta KELT-9b, dos veces más grande que Júpiter y con una temperatura de más de 4.300 grados. Es decir, 10 veces más que la de Venus. Los titulares lo nombraron como “el planeta más caliente del Universo”.
Sin embargo, Queloz apuesta por la cautela en la carrera por el título más bombástico. “Nos gusta hacer anuncios sobre el planeta más grande, el más caliente, el mejor o el más bonito. Está bien porque es parte de este ambiente de excitación científica en el que tienes que comunicarte con el gran público, porque realmente se trata de un viaje fantástico”, concluye Queloz.
Un viaje apoyado por las tecnologías más sofisticadas pero guiado por la vieja aspiración de explorar lo desconocido y explicar lo inexplicable.
Fuente:cciu.org.uy
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