Qué gobiernos todavía apoyan al régimen de Nicolás Maduro y cuáles son sus motivaciones

Con el barril de petróleo a un precio récord, y el mundo maravillado ante el llamado giro a la izquierda latinoamericano, a Hugo Chávez le sobraban los dólares y las palabras para recorrer el planeta vendiendo la Revolución Bolivariana. En el plano global, tejió alianzas con los principales actores del eje antiestadounidense. A nivel latinoamericano, bloqueó la creación del ALCA y redujo el papel de la OEA. En su lugar, impulsó la formación de la Unasur, de la Celac y del ALBA, posicionándose como uno de los máximos referentes de la región.

A cuatro años de su muerte, la historia es muy diferente. El petróleo se derrumbó, y el modelo económico que ya mostraba sus grietas con él al mando terminó en el mayor colapso de la historia venezolana con Nicolás Maduro a la cabeza. La pobreza y el hambre están hoy muy por encima que antes de la Revolución, y la escasez alcanzó niveles nunca vistos. Lo que era un gobierno con rasgos claramente autoritarios, pero que se mantenía dentro de los márgenes de la democracia por su legitimidad electoral, se convirtió en una dictadura rechazada por la gran mayoría de la población.

En este contexto, el respaldo internacional se empezó a resquebrajar. Gobiernos de países aliados, como Argentina y Brasil, cambiaron de signo político. La Unasur y la Celac se volvieron etéreas, y la OEA recuperó protagonismo como herramienta de presión. En un giro inimaginable hace sólo un lustro, el Mercosur resolvió el sábado suspender a Venezuela del bloque. Días antes, muchos países latinoamericanos habían decidido desconocer a la Asamblea Constituyente con la que el Gobierno pretende eternizarse en el poder.

Sin embargo, Maduro aún no está solo en el mundo. A pesar de todo, buena parte de la red global montada por Chávez se mantiene. Debilitada, pero sigue en pie. Es cierto que de los 52 países que fijaron posición sobre la Constituyente sólo ocho lo hicieron a favor, pero el número de aliados potenciales podría ser incluso mayor.

“Le quedan muy importantes apoyos internacionales porque el petróleo gana muchos amigos y compra voluntades. Lo más importante que tiene a su favor es que no hay posibilidad de que reciba una sanción por parte del Consejo de Seguridad de la ONU, ya que Rusia la vetaría”, contó Francisco Rojas Aravena, consultor internacional y rector de la Universidad para la Paz, de Costa Rica, consultado por Infobae.

Los amigos de Maduro

“Los aliados se pueden dividir en tres grupos diferentes. Primero están los bolivarianos, del auge de la izquierda en América Latina. Quedan pocos comparados con los que eran. Cuba es el principal aliado ideológico, político y económico, y ha sido en muchos puntos artífice de reformas importantes. Su impronta se ve en el diseño del sistema de votación para los miembros de la Asamblea. También están Evo Morales en Bolivia, que da un apoyo sin fisuras a Maduro y a la Constituyente, y Nicaragua con Daniel Ortega. Ecuador, en cambio, ha sido un poco más tibio últimamente”, dijo a Infobae Ivan Briscoe, director del Programa para América Latina y el Caribe del Crisis Group, ONG que busca soluciones pacíficas a conflictos internacionales.

Otro aliado en América Latina es El Salvador, que si bien no pertenece formalmente al ALBA, tiene afinidades ideológicas. Entre otras curiosidades, su presidente, Salvador Sánchez Cerén, mantiene también una buena relación con Estados Unidos y estuvo recientemente reunido con Jeff Sessions, fiscal general del gobierno de Donald Trump. La diplomacia salvadoreña fue muy importante para bloquear en la OEA una resolución condenatoria contra el régimen chavista.

El segundo grupo de países está conformado por las islas del Caribe que Chávez sumó a su coalición internacional a través de Petrocaribe. Por medio de esa alianza, Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Dominica, Granada, Haití, Jamaica y San Vicente y las Granadinas —entre otros— recibieron petróleo subsidiado. “Juegan en bloque y resistieron el intento de condenar a Venezuela —continuó Briscoe—. No son poderosos, pero son muchos y son claves al momento de oponerse a una votación en la OEA, que por eso tiene un papel bastante reducido en la resolución de la crisis”.

El tercer grupo es el de los amigos externos al continente americano. Uno es Irán, con el que Chávez forjó una férrea alianza en tiempos de Mahmud Ahmadineyad. Las relaciones no son tan estrechas en la actualidad, pero siguen siendo socios. No obstante, los dos que verdaderamente importan son Rusia y China.

“En los casos de esas dos grandes potencias hay claros intereses económicos. China es el principal acreedor internacional de Venezuela y desde muy temprano en la era chavista puso especial atención en las reservas de crudo extra pesado de la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO). De hecho, China es hoy el único consumidor de Orimulsión, un producto fósil con patente venezolana que convierte a los bitúmenes venezolanos en un producto comercializable. Rusia, por su parte, está compitiendo con China por posicionarse como el principal socio en la FPO. La rusa Rosneft es la principal socia de PDVSA en la explotación de crudo, superando a la china CNPC”, explicó a Infobae el politólogo venezolano Víctor M. Mijares, profesor de relaciones internacionales en la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia.

Este sábado se conoció que Rosneft, una petrolera de propiedad estatal, realizó en abril un pago anticipado de 1.015 millones de dólares a PDVSA. Según la agencia Reuters, la firma de propiedad estatal le prestó entre 4.000 y 5.000 millones de dólares en los últimos años. Se supone que la petrolera venezolana le vende crudo a cambio de esos recursos, pero en la práctica salda sus deudas con acciones de firmas del complejo energético venezolano, como Petromonagas, de la que Rosneft controla un 40 por ciento. Todo vale con tal de combatir al imperialismo.

Si Putin apoyó tan enfáticamente la Constituyente de Maduro es porque el Kremlin no sólo tiene intereses económicos en Venezuela. También es clave la dimensión geopolítica. “Ha sido evidente el interés de Moscú por contar con puertos y aeropuertos amistosos en la cuenca del Caribe, siendo Venezuela un importante vértice en el triángulo que completan Nicaragua y Cuba —dijo Mijares—. Así lo demuestran las declaraciones y la proximidad de Putin, pero también las visitas de naves y aeronaves rusas, que han generado controversia en la región y con Estados Unidos”.

El papel de los aliados ante una eventual negociación

“Rusia y China apoyan públicamente al gobierno de Maduro, pero bajo esa superficie están preocupados por la evidente amenaza de impago. No confían en el buen manejo de la economía. China ha mostrado preocupación por las grandes inversiones que hizo, como el tren bala que estaba construyendo y que abandonó con un 80% del trabajo terminado porque no estaba recibiendo más dinero. Por eso en estos países hay actores que, en las condiciones correctas, podrían jugar un papel clave en convencer al gobierno de llegar a una mediación, porque reconocen que la situación es insostenible. Si lo hicieran, Maduro no tendría más alternativa que obedecer”, afirmó Briscoe.

Por más conveniente que les resulte la permanencia del chavismo, todos los aliados internacionales se dan cuenta de que la crisis se agrava a cada momento, y parece difícil imaginar la permanencia de Maduro a largo plazo. Por otro lado, si la tensión sigue en aumento, las cosas podrían llegar al punto de una guerra civil, lo que no sería deseable para nadie.

“Sabemos que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, fue a Cuba hace dos semanas para hablar con Raúl Castro sobre la posibilidad de que haya una mediación entre el gobierno y la oposición —continuó Briscoe—. Para Cuba es complicado de todos modos, porque todavía depende de la entrega de barriles de petróleo y tiene relaciones de dependencia energética con Venezuela”.

Ese eventual proceso de negociación tendría que superar dos trabas fundamentales. La primera es la resistencia de un gobierno que se muestra dispuesto a todo con tal de permanecer en el poder. La segunda, en caso de que se consiga lo anterior, es encontrar mediadores en los que puedan confiar tanto los opositores como los chavistas.

“Depende de las personalidades que propongan los países —dijo Rojas Aravena—. Puede ser que un gobierno que se opone al venezolano proponga como intermediario a una persona con prestigio. También hace falta desarrollar el segundo track de la diplomacia: generar espacio de diálogo con actores no gubernamentales que sean capaces de aportar soluciones”.

En cualquier caso, todavía falta para que la alternativa esté sobre la mesa. Con el nivel de represión que está desplegando el régimen en este momento, tendrían que pasar muchas cosas antes para hacerlo reconsiderar su posición.

Fuente: Infobae

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