Juntos venceremos
jueves 19 de diciembre de 2024

Gustavo Ramírez Calderón: Aní Yehudí (Soy judío)

El 13 de enero de 2017, en Bnei Israel, Costa Rica, se celebró la Drashá (pronunciación semanal de un sermón) del Servicio de Kabalat Shabat. Gustavo Ramírez Calderón pasaba su Beit Din (Tribunal rabínico para aprobar una conversión). Ese día también hizo de jazán (persona que guía los cantos en la sinagoga). Éste fue su discurso. 

HATIKVA

Querido Rabino Feiguin, Sr Presidente de la Kehilá y distinguidos miembros de la Junta Directiva, Miembros de la comunidad, compañeros del Beit Midrash, amigos y familiares.

Primero que todo, agradecerles la oportunidad; agradecerles que abrieran esa puerta y nos recibieran, agradecerles que nos contaran entre ustedes y sus familias, agradecerles que abrieran con ello un nuevo capítulo en historia de Bnei Israel.

Me emociona hasta los huesos estar frente a ustedes este Shabat porque llego a un momento en nuestra historia, llego a una puerta que se cierra y otra que se abre, llego a un momento que es como el símbolo matemático del infinito. Como esta parashá donde nuestro patriarca Yaacob bendice a sus hijos y con ello a todos aquellos que todavía no habían nacido.

Por esto, en estos días, me enfrenté conmigo mismo haciendo preguntas incómodas, sobre expectativas del mañana que acabamos de iniciar; toqué dentro de mis fibras híper sensibles -que son el núcleo duro de este proceso- y me pregunté: ¿Es esto lo que vine a buscar? ¿Es así como quiero vivir? Bien, ya llegué y ahora ¿qué hago? ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué continúo?

También recordé -con una sonrisa- cosas judaicas más divertidas, como cuando en la clase de hebreo descubrí que “Betojeinu”, “Vetzivanu” y “Asher Kideshanu” no eran otros –abbot ve imaot- de los que hablaba la Tefilá.

Así fui cayendo en cuenta de que estoy frente al periodo donde finaliza un ciclo y se abre otro. Estoy frente a la puerta entreabierta del punto de inflexión donde finaliza el Guiur (conversión) e inicia la vida como judío –the real life-. La vida como judío… la vida como judío… la vida como judío. Si, la vida como judío. Hay que repetirlo muchas veces porque es muy grande para decirlo solo una vez. LA VIDA COMO JUDIO; en mayúsculas y con negrita.

He esperado este momento por décadas –sumo este año 39 años de espera- desde que en 1978 comencé junto a mi madre (Z”L) a investigar los extraños antecedentes de los que mi bisabuela (Z”L) hablaba al cumplir casi sus 100 años. Esa historia de 15 generaciones de mujeres que fui desempolvando de los archivos de la Inquisición Portuguesa de Évora, Miranda do Duero y Mogadauro; en los archivos de la Inquisición Española en Valladolid y en los protocolos de los notarios del siglo 16; esa es la historia que me trajo hasta aquí… pero -hoy y ahora- lo cierto del caso es que no es la historia que me mantiene aquí.

Hoy y ahora me mantienen aquí las costumbres, la cultura, las creencias, la cosmovisión del mundo que me identifica con la visión judía de la vida. El amor por la vida, la construcción de convicciones con libertad sabiendo que solo una verdad fue escrita en piedra, que los principios son eternos aunque el hombre no y que el mundo –dice Simón el Justo- está sostenido por la Torá, el servicio y los actos de bondad; es de esa identidad y forma de pensar y de vivir de la que me enamoré y la quise para mí.

Hoy aunque quisiera ya no puedo ser otro, ya no puedo dejar de ser judío. Si de alguna forma es discutible si halájicamente soy judío por la sangre, lo cierto del caso es que soy judío por la firme voluntad de serlo, de vivir su vida, de correr sus riesgos y de incluirme en su destino.

Puede que persigan a los judíos en Ucrania, Londres o París y en la misma Yerushalaim. Puede que nos lancen piedras en Beit El o raquetas en Ashkelon, hoy y ahora declaro frente a ustedes que ese judío que corre a refugiarse en un búnker soy yo. Que ese judío que reza con devoción frente al Kotel, soy yo y que yo soy también el padre de ese joven judío que arriesga su vida todos los días en Tzahal, como los chicos de 20 años que fueron asesinados en estos días pasados. Hoy por mis venas corre la sangre de todos los judíos, los que se fueron, los que viven y los que aún no nacen.

Desde ese lugar, el “de la convicción y de la renovación” hoy -y también mañana y pasado – me ubico en un cara a cara con la vida, y es ahí desde donde pretendo comenzar; no desde lo que fui y de lo que me trajo, sino desde quien seré. Aní Yehudí.

Muchas veces escuché cómo la Tefilá me hablaba del converso sincero, mas no del converso “sabe todo” -y tiene mucho sentido- pues de cara a cada amanecer vendrán una y otra vez nuevas fuentes de las cuales renovar el aprendizaje, lo que me invita a mirar el mundo y a transformarlo en un nuevo proceso de conversión al judaísmo que se repetirá una y otra vez hasta que llegue el día en que sea recibido por la tierra.

En este proceso aprendí sobre la liturgia, sobre la vida del hogar judío, sobre la historia, sobre los escritos de los rabinos y los maestros, contemporáneos y antiguos; con ese aprendizaje voy a encarnar un ideal de judaísmo. Atrás quedan los escollos que se presentaron y superé; atrás queda el día en que di la cara al Beit Din y me sumergí en la Mikvé. Atrás queda el día en que nos abrazamos y cargados de emociones lloramos; pero adelante amanecerá de nuevo y todo aquello quedará como historia, para nuestros hijos y para quienes fueron testigos.

No obstante lo anterior, hoy se abrirán las puertas al que seré, a aquel que vive y que crece y se desarrolla, como un adolescente de edad madura; el que -como lo han hecho generaciones de judíos- renace de algún valle de huesos secos y hace florecer el desierto.

Será una historia feliz, porque es la historia que voy a escribir con dolor y cosechar con agradecimiento. Es esta historia con matices de cosas nuevas y viejas, es esta historia que se abrirá en un abanico de colores donde tendré que caminar, probar, reír, llorar; abrazar, crecer y multiplicarme. Porque se llega la época de mi aporte en la construcción de la civilización judía, como lo hizo cada hombre y mujer en cada generación bendecida por Yaacob.

Se abre ante mis ojos la época de la responsabilidad, la época del compromiso, la época de pasar de la expectativa a la realidad; la época de ofrecer hechos y no palabras; y esto me estremece hasta los huesos, me hace temblar como si tuviera fiebre, ésta es la época del “nefesh yehudí”.

Hoy cada quien con su convicción, pero todos como judíos, henos aquí –juntos- recibiendo este regalo precioso; el de la libertad, que es cosa buena y sabrosa “como estar con buena salud”, pero conlleva la responsabilidad de llevar hasta la próxima generación la visión judía de la vida y así cantar junto con cada uno nuevamente la canción de la esperanza:

Gustavo Ramírez Calderón

 

Después de casi cuatro siglos de opresión y temor, Gustavo regresa al pueblo judío

Hace 375 años, los antepasados ​​de Gustavo Ramírez-Calderón fueron juzgados por las Inquisición española y portuguesa por judaizar (mantener en secreto las tradiciones judías).

La familia de Gustavo desciende a través de la línea materna directamente de María Pereira Cardoso de la familia Álvarez de Pereira de Portugal que fue juzgada en Valladolid, España, en 1640 y Ramírez Goncalvez de Roiz Maior quienes fueron juzgados por la Inquisición de Mogadauro, Braganza y Trancoso de 1640 a 1660.

Sin embargo, esta ascendencia secreta sólo se reveló hace unos años.

Gustavo nos cuenta la historia: “Mi bisabuela María le dijo a mi madre en 1978 que veníamos de judíos. Esto sucedió poco antes de que mi hermano menor naciera en noviembre de ese año. A partir de ahí comenzamos nuestra investigación.

Al principio fue muy difícil. Mi bisabuela María nació en 1888 y estaba muy cerca de cumplir los 100 años, vivió hasta 1992 y todavía tenía mucho miedo de decir esto, no olvide que la inquisición duró hasta 1821, lo que significa que todavía existía en la vida de sus abuelos y padres.

Buscamos ayuda de los historiadores que se burlaban de nosotros diciendo que tal cosa nunca podría suceder. Comenzamos con algunos registros de la iglesia y poco a poco estábamos reconstruyendo nuestras raíces, sin embargo no fue hasta que los registros fueron digitalizados que pudimos avanzar.

Mi madre, mi abuela y mi bisabuela habían fallecido en 1997, así que continué solo. Revisé los registros de muertes, nacimientos y matrimonios, así como los registros de notarios hasta el año 1605. Luego recibí ayuda de Genie Milgrom con quien tengo un antepasado común, Ramírez González de Roiz Maior. Pude mejorar mi método de búsqueda hasta encontrar los registros de la familia Álvarez de Pereira en los archivos de Torre do Tombo en Portugal y en algunos archivos digitalizados de España como el acto de reconciliación de Nuno Alvarez de Pereira que era tío de María, mi bisabuela 15 veces.

Finalmente, después de un trabajo laborioso uniendo los puntos casi intratables, Gustavo encontró su línea materna ininterrumpida y regresó al pueblo judío en una ceremonia presidida por los rabinos Balter de Beersheva, Israel, Feiguin (maestro de Gustavo) y Kraselnik de Panamá.

Fuente: https://reconectar.co/spa/?a=article&id=58878fb0c2e4d

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