Shoshana y Mylen: ¡Conoce el secreto para la abundancia y prosperidad de acuerdo al judaísmo!

Enlace Judío México – Una de las principales preocupaciones que nos afectan a todos es la económica. ¿Cómo asegurar la tranquilidad financiera propia y la de la familia? ¿Cómo asegurarnos de tener siempre abundancia y prosperidad? El judaísmo tiene una respuesta para todo. En esta ocasión, en su columna semanal, Shoshana y Mylen nos descubren este infalible secreto.

Shoshana Turkia: Este día vamos a tratar un tema muy interesante: les vamos a dar el secreto Número 1 comprobado de la abundancia y la prosperidad según el judaísmo.

Esta es una fórmula comprobada desde hace cinco mil años. La hipótesis es la siguiente: a medida que tú des el 10% de lo que recibes, en esa medida se va a incrementar tu patrimonio, tu flujo de dinero y tu bienestar.

Primero les vamos a dar la teoría mística. Cuando se crea el universo, Dios le dice a los seres humanos: “aquí está todo para que ustedes lo usen y lo disfruten”. Dios nos dice también que hay un 10% que no tiene vida, que no tiene energía o que no tiene frecuencia y que tiene que ser dado en servicio para los demás.

Si nosotros recibimos 100 pesos, únicamente 90 nos corresponden a nosotros y tienen una energía que es para nosotros. Los 10 restantes le pertenecen a la colectividad, es decir a la Creación.

Cuando nosotros no separamos ese 10% y no lo ponemos al servicio del Todo, ese 10% no nos va a generar ni mayor riqueza ni mayor uso ni disfrute ni nada porque está muerto, no tiene energía.

Dios lo que dice es “Si tú me da ese 10%, que no es para ti, sino que es la para la colectividad”, entonces abres un canal o un espacio para que llegue más bendición, es decir mayor abundancia y mayor dinero. Esto está escrito en el Zohar que es el libro cabalístico por excelencia.

¿Qué otras fuentes judías religiosas tienes que conformen Tzedaká? Que si das tu parte del diezmo te van a reconocer.

Maimónides decía que hay tres niveles mínimos que se alcanzan cuando uno da la beneficencia. El más alto es cuando logras que la persona que está recibiendo la caridad deje de necesitarla.

En términos prácticos esto es que, si tú ayudas a que la persona que está recibiendo la caridad tenga su propia fuente de ingresos, estás en el nivel máximo posible de caridad y eso abre tu canal muchísimo más en conexión con Dios y con lo divino, y por lo tanto con la abundancia y la prosperidad.

Si alguno de ustedes tiene la oportunidad de ayudar a otra persona, de emprender un nuevo negocio, traerle nuevos clientes, traerle proveedores que le den a un mejor precio o a mejor calidad los productos o servicios que está comercializando, ustedes van a estar en un nivel máximo de caridad. Y esto les va a permitir recibir nuevas fuentes de ingresos.

Mylen Saadia: Y también, por ejemplo, estudios. La preparación personal de una persona es una beneficencia que estás aportando para que esa persona se pueda algún día mantener por sí mismo y que no necesite de tu beneficencia.

Shoshana Turkia: El segundo nivel que reconocía Maimónides es cuando el que da y el que recibe no se conocen. Esto es muy importante porque salva la dignidad de ambos, tanto el que está aportando los recursos, que no tenga vergüenza de tener más, o este “síndrome del sobreviviente”, de que yo tuve una mejor suerte que los demás y de que no me lo merezco y que no empiece a dar por culpa o por otros motivos que no sean por el gozo de compartir.

Y el que está recibiendo no sienta una vergüenza o que se sienta en un lugar menos afortunado por ser el receptor de esta ayuda. Es muy importante que no se conozcan. Es común ver que las comunidades judías alrededor del mundo muchos organismos y organizaciones que permiten estas colaboraciones de encauzar los recursos a diferentes personas sin que sepan quién es el receptor y quién es el benefactor.

Y finalmente Maimónides dice que realmente para que la beneficencia se de, no basta con dar los recursos económicos, también hay que dar los recursos temporales. Involucrarse activamente en las acciones de beneficencia es una garantía segura de que nos va a ir mejor.

Yo sé que esto contraviene todo sentido económico de que todo tu dinero lo tienes que ahorrar o invertir. Esto es digamos una inversión espiritual que se manifiesta en los beneficios sociales. Mylen ¿por qué no nos cuentas qué pasa a nivel psicológico?

MS: La Torá va a hablar de que cuando nos involucramos en la beneficencia, lo que va a empezar a pasar es que estamos creando redes de networking. Porque estamos dando a los demás y también ganamos al dar.

Vamos a tener ciertas ganancias secundarias como la visibilidad. Vamos a tener mucho más acceso a que más gente nos vea. Esto automáticamente se convierte en una beneficencia para nosotros a nivel económico. Al tener más visibilidad la gente se acuerda más de nosotros y empieza a querer tener más negocio con nosotros.

No es nada más de que “me dieron y ya quieren tener un negocio conmigo”. Es porque están viendo que soy una persona ética, que soy una persona moral que da a los demás. Que estoy dispuesta a agregar un valor a mi gente. Que doy de mi tiempo. Y entonces dicen “esa persona es una persona de bien. ¿Por qué no hacemos negocios con él?”.

No es sólo que Dios te va a mandar más. Es que tú estás haciendo cosas que están subiendo tu nivel espiritual, tu nivel de conciencia, tu nivel de visibilidad y tu nivel de networking. Tienes muchos más amigos, muchos más contactos y la gente piensa más en ti y por lo tanto te recomiendan más o te generan más negocios.

Por otro lado, lo que decía del punto número dos, que es el de la dignidad, dar pero que la otra persona no sepa que tú diste para que no pierda esta dignidad.

Es algo que la Torá maneja mucho y que nos habla de que nosotros debemos tener siempre una buena cara, una panim yafim. Que pongamos una sonrisa cuando vamos a trabajar, cuando estamos haciendo un negocio, cuando llegamos a la casa con nuestra esposa.

Nos dice que la cara no nos pertenece, que es pública. Y cuando estamos haciendo beneficencia automáticamente pasamos a ser públicos porque estamos dándonos a los demás. Estamos en servicio a los demás.

Esa cara se vuelve pública y nos volvemos seres de servicio y de ayuda a los demás. Perdemos un poco de ego, nos volvemos humildes porque estamos ayudando. Esa cara se vuelve una cara humilde, no una cara de ego, sino una cara de sonrisa porque estoy dando, porque me da mucha satisfacción dar.

ST: Esto no es nada nuevo. Cuando estudiamos la historia de las comunidades judías alrededor del mundo, vemos que son posibles y viables justamente por el asunto de la Tzedaká.

Y podemos hablar de la historia de la propia comunidad judeomexicana. Cuando llegaron nuestros antepasados ya sea de Líbano, de Siria o de algún lugar de Europa Oriental, Europa Occidental o de donde haya sido, siempre que llegaba primero al puerto de Veracruz, generalmente, o a alguno de los otros puertos, llegaban hasta la Ciudad de México como iban pudiendo y siempre encontraban en su camino a otro judío que les abría las puertas.

Finalmente cuando se abre la Sociedad de Beneficencia Monte Sinaí, que es la primera institución organizada de la Comunidad Judía Mexicana, es justamente una sociedad de ayuda. Se preveían servicios de alimentación y de salud a los que llegaban generalmente en situaciones paupérrimas y muy lastimadas, después de haber sido exiliados del país de donde venían.

Se enseñaban artes y oficios. No bastaba con que llegaran y les dieran un plato de comida y un techo, también se enseñaba a trabajar a la gente. Oficios tan variados como vender corbatas en el Centro, hacer textiles o dedicarse a la carpintería. Funciones que iban ayudando a la comunidad a fortalecerse.

Otro de los asuntos era que los negocios se hacían al interior del grupo. Siempre la primera referencia que llegaba era “ah, yo conozco a mi primo que vende tal cosa”, “compra los tornillos que necesitas para el negocio con el hermano de mi tía”. El negocio se iba dando dentro de la misma red.

A medida que más participabas de este grupo social, mayores eran tus referencias comerciales y tu reputación. Eso lo podemos ver hoy en día. Hay grupos e incluso hay empresas que se dedican a las redes de negociación, de networking.

Pero realmente nosotros tenemos el secreto desde antes. Una vez que te das en servicio no solamente con tus recursos económicos sino también con tus talentos y también con tu tiempo, está asegurado que el bienestar y la prosperidad van a llegar a ti.

Hay una garantía de las escrituras sagradas del judaísmo en que Dios dice: “dame el 10% y yo te lo daré de regreso; y si me das el 20%, yo multiplicaré tu fortuna”.

Hagamos el intento, y si perdemos, pues hacemos negocios con el de arriba.

EJ: ¿Y si le hace falta el 10% a esta persona? ¿Si no le alcanza?

ST: Siempre hay unas reglas básicas de cuáles son las necesidades primarias que tienen que estar cubiertas, y cuáles son las necesidades secundarias y después cuales son los lujos. Existe un escalafón.

Las reglas del dar dentro del judaismo son: primero tienes que dar a tus círculos más cercanos. Si tu das un millón de dólares a los niños pobres de África que están muriendo de hambre, pero tu hermano tiene una necesidad de 500 pesos para resolver hoy, ese millón de dólares no vale nada. Porque tu círculo cercano es el primero que tiene la necesidad.

Si tienes un problema de estrés económico y el dinero que recibes realmente no cubre tus necesidades básicas que son educación, vivienda, alimentación o medicamentos, siempre vas a tener un tiempo libre y un talento que a alguien más le haga falta. Y si lo pones en servicio desinteresadamente es probable que se te empiece a reconocer profesionalmente por ese talento.

Hay un ejemplo. Había una actriz que era buenísima contando cuentos y no encontraba trabajo. Lo que empezó a hacer es que le escribió a todas las sinagogas que había en la zona de la ciudad donde ella vivía diciendo: “Yo dono una hora de contar palabras de la Torá para niños y adolescentes”. Una hora a la semana.

Y de repente tenía 20 sinagogas, es decir 20 semanas, en las que tenía que dar una hora de ir a dar pláticas. Gustaba tanto su plática que le empezaron a pagar. Y hoy en día vive de contar cuentos e historias con contenido judío.

Esos talentos que ponemos a disposición de la comunidad forzosamente van a ser reconocidos con dinero posteriormente. Porque como lo hemos platicado en otras ocasiones: el talento es la moneda de intercambio en la sociedad, y el dinero es el reconocimiento de ese talento.

Pero si nosotros estamos ocultos en la miseria, en la no creencia, en la carencia, en el no tengo, no estamos demostrándole al mundo lo que sí tenemos que dar.

MS: Básicamente la paga es la satisfacción de haber dado algo y el dinero es la consecuencia pero no es nunca el objetivo.

Para contactar a estas dos extraordinarias mujeres, pueden escribirles a vinculo@presentecontinuo.com.mx y para obtener mayor información, ir a la página www.presentecontinuo.com.mx.

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