Esta entrevista inédita del Maestro José Luis Cuevas (1934-2017), uno de los grandes artistas de México, se publica por primera vez a través de Enlace Judío.
Enlace Judío México- Linda Marcovich es fisioterapeuta y tanatóloga, especialista en terapia de acompañamiento en casos de duelo, pérdidas, divorcio, depresión y otras circunstancias difíciles.
Marcovich se ha dedicado a adultos mayores y hoy establece un servicio de acompañamiento en el que apoya a personas que necesitan la presencia de algún profesional capacitado.
En el marco de su profesión, ha podido apoyar a decenas de personas, entre ellas el recientemente finado José Luis Cuevas, a quien conoció a través de Alberto y Allegra Misrachi.
Hace 16 años, un año tras la muerte de su primera esposa, Bertha, Cuevas concedió una entrevista a Linda Marcovich. En ella, vemos el lado vulnerable de José Luis, que pocas veces develaba. Dice la tanatóloga: “Fue sorprendente la humildad con la que José Luis Cuevas estuvo dispuesto a concederme esta entrevista, pues estaba enfermo de gripe”.
En la entrevista, el maestro José Luis menciona las pláticas de acompañamiento con las cuales Marcovich lo apoyó para poder superar su pérdida, por las cuales externa un sincero agradecimiento.
Linda Marcovich puede ser contactada en el teléfono 044 5512751234o a lindamarcovich@hotmail.com. Visite también su página web lindamarcovich.com.
LA ENTREVISTA
“Yo siempre fui muy temeroso de la muerte”. Con estas palabras inicia José Luis Cuevas la entrevista. “He dicho en algunas entrevistas que mi obra es una reflexión sobre la muerte y era una situación muy dolorosa para mí pensar que, algún día, iba a dejar de existir.
Ahora que Bertha murió, ha disminuido mucho mi terror ante la muerte; ya no vivo tan angustiado ante la idea de que, algún día, llegará el momento en que deje de existir”.
El maestro Cuevas reconoce que recurrir a la tanatología, en su caso, ha dado buenos resultados. Se deja llevar por la tristeza cuando recuerda a Bertha Riestra, su primera esposa: ” He sufrido la ausencia de mi esposa Bertha con quien estuve unido durante muchos años, falleció el 9 de mayo del año 2000. Y a pesar del tiempo que transcurrido, cada vez la extraño más y cada vez sufro más su ausencia”.
Es desgarrador el testimonio del artista que dice: “En las noches, duermo en la cama en la que siempre dormí con ella. Me han aconsejado cambiar de cuarto, pero no he querido hacerlo. He estado viajando mucho durante los últimos meses y algunos lugares me traen el recuerdo de la esposa muerta. Por ejemplo, estuve en París, donde viví muchos años con Bertha y mis tres hijas, y las calles de París me recordaban los años que había vivido con ella en esta ciudad”.
“Me asomaba a la ventana de la casa de mi hija, en el Trocadero; salía a la calle y caminaba por Presidente Wilson y recordaba esta avenida donde llegué en el año de 1966, para exponer mi obra. Bertha estuvo conmigo”.
José Luis recuerda a todos sus amigos presentes la noche de su primera exposición en el Museo de Arte Moderno en París y que ahora han muerto: Alejo Carpentier, el escritor cubano; Nestor Almendros, que fue fotógrafo de las películas de Francois Truffaud; el pintor francés Soulages. “Y ahora que, hace algunos meses, volví y entré al Museo, inmediatamente la presencia de Bertha se hizo más fuerte. Bertha fue mi compañera de viaje”.
Bertha, postrada ya ante la leucemia que iba sofocando su vida, quería recordar. Traer a la vida los recuerdos que conformaron su vida, sobre todo a partir de su matrimonio en 1961, y el tiempo que vivieron en Italia: “Recuérdame todos aquellos sitios donde hemos estado. El primer hotel donde estuvimos en Roma en 1962” le decía al maestro.
El Parco Leonardo da Vinci, La Via Boca di Leone, Parioli. El pintor traía resucitaba los lugares donde habían estado y ambos los recorrían de nuevo en ese pasado lejano, a través de los recuerdos.
Días antes de que Bertha falleciera en un hospital de Houston, Texas, ambos tuvieron una conversación que aún después de su muerte lo acongojaba por las noches:
“¿José Luis, tú piensas que me voy a salvar? ¿Me prometes que cuando me alivie vamos a ir Venecia?”
Bertha recordaba con mucho cariño una visita de ambos a la ciudad portuaria italiana.
“Sí Bertha. Iremos a Venecia e iremos a París donde vive una de nuestras hijas y nuestros nietos. Te llevaré en cuanto los médicos lo permitan”.
“¿Me prometes que vamos a hacerlo?”.
“Por supuesto, Bertha”.
“¿Eso quiere decir que me voy a aliviar?”.
“Sí Bertha, te vas a aliviar”.
El artista no puede ocultar que durante todos los meses que la enfermedad la mantuvo postrada en cama hasta el fatídico deceso, todo le pareció una pesadilla. Después del fallecimiento, dos tanatólogas visitaron a Cuevas para tratar de consolarlo, y de esa manera fue también como conoció después a Linda Marcovich.
“Las tanatólogas me han tranquilizado ante la posibilidad de un reencuentro con Bertha. La muerte, después de todo, no es tan terrible como pensamos”.
El reencuentro de los dos enamorados, finalmente, se ha llevado a cabo.
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