Enlace Judío México – Yo era profesor de arte y educación en la Universidad de Columbia. Vivía con mi esposa y mis hijos en una casa frente un santuario de aves en Teaneck, a dos cuadras de una sinagoga y muy cerca del puente George Washington, en el centro del arte. Aunque mi vida parecía ser la realización del sueño americano, mi esposa y yo soñábamos con construir nuestra vida en Israel.
MEL ALEXENBERG
Sin embargo, para un judío americano la aliá (ascenso) puede parecer como yeridá (descenso). Tel Aviv es una ciudad como Nueva York, pero mucho más pequeña. La Universidad de Tel Aviv donde había enseñado no es Columbia. Hablé de este dilema con el ex director general del Ministerio de Educación de Israel que era estudiante de doctorado en Columbia en ese momento. Le pregunté: “Tú conoces dónde vivo y trabajo. ¿Qué lugar es lo contrario a todo esto en Israel? “
“¡Yeruham!”, respondió. “Es una ciudad en el desierto del Neguev, aislada de la vida académica y artística de Israel, con profundos problemas sociales y económicos”.
Mi esposa Miriam y yo pensamos que la salvaje idea de mudarnos a Yeruham era una manera de no sentir ese descenso. Nuestra vida allí sería muy diferente a la que llevábamos en Teaneck y Manhattan.
Antes de tomar una decisión tan importante acudimos al Rebe, el rabino Menachem Mendel Schneerson, que en paz descanse. Le expliqué mi teoría de que un cambio drástico nos daría una sensación de vivir en un mundo totalmente diferente y de esa manera no sentiríamos un descenso.
El Rebe pensó por un tiempo mirando profundamente a mis ojos y a los de Miriam. Luego sugirió la idea jaluziana y pionera de utilizar mis habilidades creativas y conexiones académicas para el beneficio de la población en Yeruham.
“Construye una universidad en Yeruham”, dijo. “Eso transformaría la imagen de la ciudad y atraería a jóvenes y familias de todo Israel y del extranjero”. Con un brillo en los ojos y una sonrisa entrañable, dio su bendición y nos deseó éxito en Yeruham.
En el verano de 1977, vendimos nuestra casa en Teaneck y nos trasladamos a Yeruham. Nuestros nuevos vecinos en este polvoriento pueblo subdesarrollado del desierto, en su mayoría judíos del Norte de África, nos dieron una cálida bienvenida. Llegar a la ciudad fue como retroceder en el tiempo, a los días del establecimiento del Estado de Israel.
Miriam y yo encontramos un edificio aislado en medio del desierto en etapas finales de construcción con aulas y oficinas. Obviamente era una escuela. Cuando le preguntamos a la gente alrededor qué función tenía ese edificio, nadie tenía idea que existía.
Al día siguiente, fui al municipio local y me presenté ante el alcalde como el nuevo ciudadano de Yeruham que llegó de Nueva York. Me recibió y le pregunté por el edificio de la escuela. Puso su mano en la frente, y respondió: “¡Ah, ese edificio! Es un error. El Ministerio de Educación ordenó construir una escuela para niños con necesidades especiales y los fondos para su construcción fueron depositados en la cuenta del municipio. Les llamé para explicarles que no teníamos necesidad de tal escuela, ya que los cinco niños con necesidades especiales en Yeruham estudian en la ciudad vecina de Dimona. El Ministerio de Educación siguió exigiendo que construyéramos el edificio que fue autorizado por su comité de educación especial”.
“Ahora que está a punto de terminarse, descubrieron su error. Parece que un empleado del Ministerio que nunca había estado en el Neguev dio la orden de construir la escuela en Yeruham en lugar de Netivot. Aunque fue su error, están muy enojados con nosotros por haber construido un edificio que no tiene uso”, dijo el alcalde Moshé Peretz.
“Deme el edificio”, respondí. “El Rebe de Lubavitch me aconsejó que abriera una universidad en Yeruham. Será el primer edificio del campus universitario”.
El alcalde se entusiasmó y llamó al ingeniero de la ciudad: “¡Venga rápido con las llaves, aquí hay un judío que quiere el edificio!” El ingeniero se metió a la oficina del alcalde y tiró las llaves de su escritorio gritando, “¡Toma las llaves, tómalas, el edificio es tuyo!
El alcalde Peretz me pidió que le hiciera un favor. Explicó que la Agencia Judía había conectado a Yeruham con la comunidad judía de Montreal como parte del Proyecto de Renovación. Ya que no hablaba inglés, me pidió que fuera el intérprete de la primera delegación de canadienses que visitaría la ciudad esa semana.
Los canadienses se sorprendieron de que un estadounidense viviera en Yeroham. Les comenté que había venido a abrir una universidad para desarrollar esta ciudad. Expliqué que aunque tenía un edificio, carecía de financiamiento. Ellos pensaron que crear una universidad allí era una gran idea e inmediatamente se ofrecieron para cubrir los costos de inicio del instituto.
Ahora tenía un edificio y financiamiento, pero me faltaba la certificación y los profesores.
Busqué la asesoría del Dr. Tuvia Bar Ilan que estaba a cargo de los campus de la sucursal de la Universidad Bar Ilan. “Yo siempre quise escribir el versículo Ufaratzta de la Torá en el catálogo de las sucursales de la universidad”, respondió Bar Ilan en referencia al versículo de Génesis: ‘Y te extenderás hacia el oeste, hacia el este, hacia el norte y hacia el sur (negba)’. “Tenemos sucursales en Ashkelón en el oeste, Zfat en el norte, y en las orillas del lago Kineret en el este. Nos falta una sucursal en el sur (negba). El instituto que el Rebe le aconsejó abrir en Yeroham será la sucursal de la Universidad Bar Ilan en el corazón del Neguev.
Me ofrecieron una cátedra en la Universidad Bar Ilan. La mitad de mi trabajo sería enseñar dos cursos y asesorar a estudiantes de doctorado en el campus principal de la universidad en Ramat Gan un día a la semana. Además, dirigirá la nueva academia Ramat Hanegev en Yeuham. Bar Ilan sugirió enviar a los profesores en taxi para enseñar en la ciudad.
Después de las festividades de Simjat Torá, cuando comienzan los estudios en todas las universidades de Israel, la Academia Ramat Haneguev abrió sus puertas con 400 estudiantes de Yeruham, Dimona, Mitzpé Ramon y los kibutzim en el Neguev y la región de Aravá. También iniciamos un programa de trabajo y estudio para estudiantes de Estados Unidos y Canadá que combinan sus estudios académicos con proyectos de servicio social en Yeruham.
Diez años de trabajo se condensaron en 10 semanas.
Fuente: The Times of Israel / Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico
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