Los austriacos pisan con cuidado los controvertidos monumentos del Holocausto

Un hombre sentado con el pie cerca de una piedra de tropiezo; piedras de tropiezo colocadas en la calle, una cerca de una señal de paso de peatones. (Noah Lederman / Times of Israel)

Enlace Judío México. Durante los últimos 20 años las Stolpersteine, o piedras de tropiezo, han salpicado la idílica ciudad de Salzburgo, un recordatorio de las víctimas de la ciudad. ¿Pero entre los austriacos y los turistas, alguien se da cuenta?

NOAH LEDERMAN

Que los muertos hagan que la gente tropiece con los recuerdos. Esa fue la primera propuesta del comité sobre cómo instalar las placas Stolpersteine en las aceras de Salzburgo.

Imaginaron que las placas conmemorativas de bronce estarían ligeramente elevadas en el hormigón, haciendo que los peatones tropezaran con las dedicatorias individuales a los residentes de Salzburgo asesinados durante el Holocausto. Stolpersteine se traduce como piedra de tropiezo, y el comité quería que fuese literal.

El artista Gunter Demnig había presentado su iniciativa Stolpersteine a finales de los años noventa. Desde entonces, ciudades de toda Europa han colocado decenas de miles de placas conmemorativas en las aceras, permitiendo que las víctimas individuales del Holocausto tengan sus nombres recordados -una manera, según el Talmud, de mantenerlos vivos en los recuerdos de la gente para siempre. Además de los nombres, las placas a menudo enumeran la razón por la que la persona fue perseguida, junto con las fechas de nacimiento, deportación y asesinato.

Como se podría imaginar, plantar piedras intencionalmente levantadas en el pavimento no fue aprobado por el ayuntamiento de Salzburgo, pero el proyecto en sí tuvo luz verde y las primeras piedras se instalaron en 2007. Hoy hay más de 350 piedras de tropiezo en Salzburgo. A diferencia de la construcción de un solo monumento al Holocausto, las placas de bronce diseminadas alrededor de la ciudad y colocadas en las últimas residencias de las víctimas indican lo generalizada que fue la masacre.

Salzburgo tenía una pequeña comunidad judía – sólo algunos cientos -, mientras que Viena, en 1938, tenía una población judía de casi 200.000. Al final de la guerra, 65.000 judíos vieneses habían sido asesinados. En Salzburgo, el número de víctimas judías fue de 101.

A pesar de esta enorme disparidad en las estadísticas, las placas se sienten omnipresentes en la pintoresca ciudad – están colocadas en las principales vías peatonales y cimentando esquinas bulliciosas. Sin embargo, pasar por una piedra de tropiezo en la vasta Viena es tan probable como tropezar con una raíz de árbol en el centro del desierto de Gobi.

La ciudad de Salzburgo, Austria. (Noah Lederman / Times of Israel)

Mientras que los peatones de Salzburgo deben pasar constantemente por piedras de tropiezo, ¿cuán efectivas son estas placas de latón para conmemorar a los muertos? Y poniendo estas piedras, ¿el pueblo de Salzburgo se acordó de las víctimas? ¿El artista y el comité han honrado adecuadamente a los asesinados?

Stan Nadel, profesor de historia estadounidense retirado, miembro del comité Stolpersteine de Salzburgo y autor de “Salzburg and the Jews: A Historical Walking Guide”, celebra el esfuerzo de Salzburgo por rendir homenaje a las víctimas.

“Es una ciudad con una universidad y gente liberal y educada”, explicó Nadel, acreditando esa atmósfera para el éxito del proyecto.

Los habitantes de Salzburgo -más de tres docenas fueron entrevistados para esta historia- evidenciaron un entendimiento claro de que las piedras de tropiezo eran monumentos conmemorativos para las víctimas del Holocausto, aunque la mayoría explicó que sólo conmemoraban a los judíos. (Se han puesto piedras para todos los grupos de víctimas, incluyendo homosexuales, comunistas y testigos de Jehová, por nombrar algunos).

Una piedra de tropiezo cerca de la entrada de un edificio de apartamentos en Salzburgo, Austria. (Noah Lederman / Times of Israel)

Cuando se le preguntó por las placas de bronce, Peter Panasch, de 56 años, dijo: “Creo que es bueno recordar a las víctimas de los nazis“. A veces se detiene a leer sobre la persona que fue asesinada.

Otros locales como Christa Gollner, que fue a la escuela apenas después de la guerra y no se enteró del Holocausto hasta que pasó los 30 años, no se detienen a leer las placas. “Pero pienso [sobre las víctimas]”, dijo.

Nadel sostiene que algunos residentes -estimó que el 10 por ciento- “se oponen virulentamente a tener [placas de Stolpersteine] frente a sus casas“. En público, estos individuos típicamente declaran que no quieren que se los asocie con los crímenes, explicó Nadel, pero en las ceremonias, ha oído a los residentes decir “sucio judío“.

Una pareja, que pidió permanecer anónima, empujaba a su bebé en un cochecito por la Franz-Josefstrasse. Recordaban el momento en que se colocó la piedra de tropiezo en la acera frente a su apartamento y se depositaron rosas.

Es bueno tenerlas“, dijo la madre y luego señaló a su hijo pequeño en el cochecito. “Deben aprender todo sobre ello“.

“A veces googleo el nombre [en la Stolpersteine]”, dijo el padre. No solía encontrar información, sin saber que el sitio web de Stolpersteine tiene biografías en alemán e inglés, detallando las vidas y muertes de las víctimas.

‘Volvemos a asesinarlos con nuestros pies’
En el siguiente bloque, Warner Rainer, de 80 años, que regresaba del mercado con sus bolsas de compras, se acercó a una piedra. Cuando se le preguntó por la eficacia del proyecto, levantó el pie, pisoteó el monumento de Margarita Wraubeck y pisoteó con fuerza la piedra como si aplastara su identidad como un cigarrillo encendido.

Otra vez“, dijo con enojo, deteniéndose en un momento incómodo.

¿Otra vez qué? ¿Debe morir? ¿Otro Holocausto?

‘Otra vez, los asesinamos con nuestros pies’
-De nuevo -repitió Rainer y añadió-, los asesinamos con los pies. Mientras hablaba de las víctimas, sus vecinos, casi lloró.

Por esta razón, Munich, Alemania no tiene piedras de tropiezo. Charlotte Knoblauch, líder de la comunidad judía en Munich, lidera una oposición al proyecto Stolpersteine, argumentando que ver a la gente pisar los nombres de los muertos y permitir que los perros orinen en estas placas no es un monumento en absoluto, sino un insulto a sus identidades.

Hace unos años, las piedras de tropiezo en Salzburgo fueron profanadas: rociadas con pintura negra o etiquetadas con el número 1488. (El 14 representa catorce palabras favoritas de los supremacistas blancos y el par de ochos representan la octava letra del alfabeto – HH para Heil Hitler.)

Con el aumento de refugiados huyendo de la guerra en Siria e Irak, el Movimiento Identidad -un grupo nacionalista blanco anti-inmigrantes- ha estado pegando calcomanías en Salzburgo que decían “Faschtung Europa”, término utilizado durante la Segunda Guerra Mundial que aboga por sellar la frontera. Algunas de estas pegatinas han terminado en las Stolpersteines.

Una Stolpersteine desfigurada, o “piedra de tropiezo”, en honor de la víctima Josefine Schneider, con la información rasguñada. (Noah Lederman / Times of Israel)

Pero después de pasar más de 100 piedras en la ciudad, sólo una ha sido desfigurada: la identidad de Josefine Schneider, el campo de concentración al que había sido deportada y otros detalles marcados con cicatrices, fueron raspados tal vez con un cuchillo.

Mientras que casi todos los lugareños entrevistados eran conscientes de la importancia del proyecto Stolpersteine, los turistas no lo eran.

En un café, en la popular calle Linzergasse, las mesas estaban situadas entre tres piedras conmemorativas que atrapaban el sol. Pero en los dos años que un camarero llevaba trabajando en el establecimiento, dijo que sólo le habían preguntado por las piedras una vez. Nunca había observado que alguien las examinara.

De las tres docenas de turistas a los que se les mostró una fotografía de una piedra de tropiezo en un smartphone, y se les preguntó si habían visto los monumentos por la ciudad, sólo dos visitantes contestaron afirmativamente. Pero ambos estaban familiarizados con el proyecto, ya que vivían en una ciudad alemana que también tenía placas Stolpersteine.

Cada vez que se mostraba la fotografía a un turista, o bien había pasado una piedra o estaba a punto de acercarse a una. De los que pertenecían al último grupo, ningún turista parecía notar la brillante y dorada placa, incluso después de ver la fotografía. Sólo pasaban por encima.

Tres Stolpersteine, o “piedras de tropiezo”, dedicadas a la memoria de Josef Geer y de los Hauslauers – una pareja casada que eran testigos de Jehová – en Salzburgo, Austria. (Noah Lederman / Times of Israel)

Lo más inquietante fue un turista al que se le mostró la fotografía, que dio una docena de pasos, se paró sobre tres piedras pulidas – una para recordar a Josef Geer y los Hauslauers, una pareja casada testigos de Jehová – se detuvo a dar un mordisco a su kebab, volcó un poco de salsa cerca de las piedras, y siguió adelante.

Quizás los turistas siempre están mirando hacia arriba – o devorando donner kebabs. O tal vez los esfuerzos para conmemorar a las víctimas tienen un límite.

Cuando a un guía turístico de habla china se le preguntó si hablaba a sus grupos sobre las piedras, que había reconocido en el smartphone, dijo: “Son de Asia, por lo que no saben nada de esto. Sólo les cuento si les interesa”.

De las más de 70 personas entrevistadas para este artículo – turistas y lugareños – la única persona que se detuvo a leer una piedra fue Konrad Xu, un niño alemán de unos 10 años de origen chino.

“Tiene curiosidad por todo”, dijo el alemán que lo acompañaba cuando se le preguntó por el interés de Xu en el monumento de Julia Leitner. Le dije quién vivía aquí.

Cuando se le preguntó si le contó a Xu sobre el asesinato de Leitner en 1941, la sonrisa del hombre mayor desapareció. “Oh, así que es de entonces“.

El estigma de conmemorar a los marginados
Mientras que los judíos de Salzburgo tienen la mayor cantidad de piedras conmemorativas de todos los grupos, los Sinti y los gitanos, que vivían en la ciudad y sus alrededores, fueron en realidad el grupo de víctimas más grande de Salzburgo. Fueron detenidos en un campamento cerca del centro de la ciudad. La mayoría acabaron exterminados en Auschwitz. Pero sólo hay unas dos docenas de piedras para los niños de Sinti y Roma nacidos en el campamento, asesinados siendo bebés y niños pequeños. La gran mayoría no tiene memoriales individuales.

Un peatón que camina por una Stolpersteine, o “piedra d tropiezo”, dedicado a la memoria de una víctima del holocausto en Salzburg, Austria. (Noah Lederman / Times of Israel)

Los próximos planes se centran en recordar a homosexuales y resistentes, pero no sin conflicto. Todavía hay un estigma asociado a ambos grupos. Hasta el día de hoy, muchas familias no quieren que sus familiares sean recordados como tales, por temor a la vergüenza o incluso a las represalias, ya que algunos lugareños todavía consideran a los que resistieron a los nazis como traidores.

Peter Wilhelmstatter, una de las personas locales con más conocimientos sobre la historia de los judíos en Salzburgo, dijo que los austriacos se ven “como víctimas de los nazis … Nos olvidamos de todo lo demás … La gente debería ser más consciente y esto debería ser parte del conocimiento público”.

Luego sonrió, admitiendo: – “Yo también soy un poco ignorante. Nunca he visto [las biografías en línea]. Probablemente debería hacerlo ahora, ahora que me lo preguntas”.

Los anteriores cumplidos de Nadel sobre la ayuda de la ciudad al proyecto no estaban exentos de crítica.

Salzburgo todavía alaba a infames nazis y conocidos antisemitas. Por ejemplo, Hans Prodinger, a quien la ciudad recuerda como antifascista y víctima de los nazis, fue también uno de los primeros jefes del partido estatal de Salzburgo del partido nazi de Austria, como se detalla en el libro de Nadel. Prodinger finalmente fue considerado un traidor nazi, pero optó por dirigir el partido austro-fascista y siguió alimentado por su antisemitismo.

En el siglo XV, el escultor Hans Valkenauer fue comisionado por la ciudad para tallar el Judensau -un distintivo antisemita en muchas ciudades medievales que mostraban a los judíos chupando de las tetas de un cerdo y comiendo sus excrementos. El friso de mármol coronó el Rathaus durante siglos.

Un Judensau. (Dominio publico)

Después del Holocausto, la ciudad nombró calles con ambos hombres. (la Hans-Prodingergasse conduce al cementerio judío.) A pesar de las quejas de los miembros del comité de Stolpersteine, la ciudad, según Nadel, respondió que no había evidencia que el Judensau fuera una escultura antisemita.

Mientras que el proyecto Stolpersteine mantiene a los ciudadanos conscientes de estos crímenes pasados y sirve como contra de los honores revisionistas otorgados a los antisemitas históricos de la ciudad, Nadel todavía considera a Austria como un país de progreso.

Antes de mudarse a Salzburgo, Nadel había trabajado en la Universidad Estatal del Sudoeste de Oklahoma en el condado de Custer, Oklahoma – en nombre del general que, al amanecer, masacró con infamia a un grupo pacífico de Cheyennes. Black Kettle, el jefe, que había sobrevivido a la masacre anterior de Sand Creek, trató de detener a las tropas de Custer, corriendo hacia la masacre agitando una bandera blanca y americana. Sin embargo, los hombres de Custer lo fusilaron.

“No hay ningún condado Eichmann [en Austria]”, dijo Nadel. “Lo pone en perspectiva”.

Fuente: The Times of Israel – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico

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Silvia Schnessel: Silvia Schnessel es corresponsal de Enlace Judío en España. Docente y traductora, maneja el español, el hebreo, el francés, el inglés y el catalán. Es amante del periodismo, del sionismo y de Israel.