Enlace Judío México.- Hoy comienzan las conversaciones para un nuevo Tratado de Libre Comercio.
MANUEL ERICE ORONOZ
Al anunciado proteccionismo comercial de Donald Trump le ha llegado la hora de la verdad, la prueba del nueve. El gran símbolo de su «America First», el que criticó con ahínco en campaña como «el peor acuerdo firmado por Estados Unidos en toda su historia», música celestial para el trabajador blanco de los estados industriales que volcó las urnas en su favor, está en la mesa de conversaciones. Washington acoge hasta el domingo a estadounidenses, canadienses y mexicanos, en la primera ronda para una renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA, por sus siglas en inglés) que Trump forzó antes de sentarse en el Despacho Oval y que se halla bajo su amenaza de ruptura, si el resultado no es de su agrado.
Aunque todos los países aseguran que su actualización puede beneficiarles, el peso político del proceso arranca con un intento del presidente de Estados Unidos de inclinar la balanza a su favor, nunca mejor dicho. Con su mentalidad empresarial, Trump está obsesionado por el déficit con México, que suma ya los 63.000 millones de dólares, en un alza imparable desde el superávit de 1.300 millones con el que partió cuando el TLCAN entró en vigor en 1994. Su otra gran aspiración es controlar la aplicación del renovado pacto comercial, para lo que pretende suprimir el órgano tripartito que ha dirimido las disputas hasta ahora, con el nada disimulado fin de tomar las decisiones en función de los intereses de Estados Unidos. Sus socios se oponen.
Larga negociación
El arranque de las conversaciones en principio se limitará a una exposición general de planteamientos generales a cargo de cada delegación, que en última instancia liderarán, los secretarios de Estado y de Comercio, Rex Tillerson y Wilbur Ross, por Estados Unidos; la jefa de la diplomacia canadiense, Chrystia Freeland, quien adelantó que la mejora de las condiciones para los trabajadores y la protección medioambiental serán algunos de sus objetivos, y el secretario de Relaciones Exteriores de México, Luis Videgaray, al que los expertos atribuyen la labor más difícil, dada la enorme dependencia del TLCAN que arrastra su país.
Ni más ni menos que el 80 por ciento de las exportaciones mexicanas tienen como destino el suelo estadounidense, principalmente bienes manufacturados y agrícolas. Los optimistas calculan que con un máximo de nueve encuentros se cerrará el acuerdo a finales de 2017. Para los pesimistas, la renegociación puede durar dos años.
Impulsado por el republicano Ronald Reagan, aunque suscrito ya por el demócrata Bill Clinton hace 23 años, el TCLAN-NAFTA engloba a un mercado de 482 millones de habitantes. Pese a contar con sólo un 7 por ciento de la población mundial, supone el 28 por ciento de su Producto Interior Bruto.
Fuente:abc.es
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