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miércoles 18 de diciembre de 2024

Banderas nazis y mensajes de odio en Charlottesville

Enlace Judío México – Los supremacistas blancos se han convertido en una verdadera amenaza para la democracia en EUA. El 12 de agosto pasado convocaron a una violenta manifestación en Charlottesville, Virginia, en la que un joven supremacista de 22 años arrolló con su vehículo a una multitud de contra manifestantes matando a una mujer activista e hiriendo a 19 personas más, 5 están en condición crítica.

LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

La decisión del Ayuntamiento de Charlottesville de retirar la estatua del general Robert E. Lee de un parque de esa ciudad está detrás de las protestas de la extrema derecha que piden mantenerla; contra manifestantes defendieron desmantelar el monumento considerado un legado de los esclavistas. El general encabezó a los ejércitos Confederados de América durante la Guerra de Secesión (1851-1865), once eran Estados del Sur que proclamaron su independencia.

El movimiento de los supremacistas blancos se centra en el Ku Klux Klan (KKK), palabra griega que significa (círculo familiar), surgió en Tennessee, EUA, en 1865. Sus integrantes eran un grupo de oficiales blancos esclavistas cuyo fin común era: reprimir a los esclavos liberados, concebían a la raza blanca como seres superiores, proclamaban la exclusión de la raza negra, eran básicamente miembros del partido Republicano.

El KKK frecuentemente ha recurrido a la violencia y al terrorismo; en 1915 bajo el liderazgo de un pastor metodista empezó también a acechar a católicos y judíos, posteriormente a los comunistas; llegó a tener entre 4 y 5 millones de miembros; sin embargo, su popularidad declinó en la Gran Recesión de 1929 y durante la Segunda Guerra Mundial, cuando algunos de sus miembros destacados protagonizaron escándalos para apoyar a la Alemania nazi.

Los supremacistas blancos que llevaron a Donald Trump a la presidencia de EUA, están integrados actualmente por 5 movimientos sumamente violentos: los neonazis, los grupos tradicionales a favor de la supremacía blanca, los skinheads racistas, las pandillas racistas de las prisiones y la identidad cristiana, cuyos partidarios creen descender de tribus pérdidas de Israel.

Donald Trump hizo declaraciones ambivalentes en relación a los hechos violentos que se suscitaron en la manifestación de Charlottesville que congregó al mayor contingente de ultraderecha en la última década. El mismo día de la manifestación Trump condenó la violencia culpando a las dos partes que se enfrentaron: condenamos en los términos más enérgicos esta flagrante manifestación de odio, fanatismo y violencia en muchos lados. No culpó a los racistas blancos.

Después de una fuerte presión de miembros del Congreso y de varios integrantes de su administración; el secretario de Estado, Rex Tillerson, el Procurador General, Jeff Sessions, los ex presidentes George H. W. Bush y su hijo George W. Bush, rechazaron la posición de Trump, igualmente el jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas, general Joe Dunford señaló que no había lugar para el racismo y la intolerancia en EUA.

Trump se vio obligado a modificar su discurso, acusando directamente a los supremacistas blancos de los hechos en Charlottesville; expresó que “el racismo es el malo y aquellos que causan violencia en su nombre son criminales y asesinos, incluyendo al KKK, neonazis”.

Sin embargo, nuevamente subió varios tuits en los que alegó que los liberales de alt-left, la izquierda alternativa, embistió al grupo alt-right, derecha alternativa (nacionalistas blancos) quienes protestaban de una manera ordenada. Trump remató defendiendo la remoción de los monumentos del movimiento confederado, y se preguntó ¿también se acabarán quitando las estatuas de presidentes constitucionales, George Washington y Thomas Jefferson, quienes habían sido dueños de esclavos?

Trump se resiste a situar al supremacismo blanco como enemigo de EUA y considera que esta podría ser una gran base para intentar ser reelegido en el 2020. Voces extremistas como la del ex líder del KKK, David Duke, que aplaudió las declaraciones de Trump sobre Charlottesville o la del ideólogo del racismo Richard Spencer que lo alabó por sus consideraciones a las bases de la ultraderecha, alientan a Trump a mantenerse en su radicalismo.

En el periódico El País del 18 de agosto pasado en un artículo de Pablo De Llano se menciona que la erupción de Charlottesville ha creado una ola de repudio oficial al racismo de este al oeste en ayuntamientos de EUA. En Baltimore, una ciudad con un 63.0% de población negra, empleados municipales se llevaron a un almacén estatuas de los generales Robert E. Lee y Thomas Stonewall. En el cementerio de Nueva York también se retiró una placa en memoria de Lee. De acuerdo a un reciente artículo del periódico The New York Times se han retirado o se planean retirar símbolos confederados en una treintena de ciudades.

Las críticas a Trump a nivel internacional por los sucesos de Charlottesville se han multiplicado; el Ministro de Educación de Israel, Naftali Bennett, condenó las recientes manifestaciones de los supremacistas blancos y pidió a los líderes de EUA denunciar de antisemitismo que expresaron en esa ciudad “la libertad de izar banderas y símbolos nazis en EUA no solo es ofensiva para la comunidad judía y otras minorías, también deshonra a los cientos de miles de soldados de EUA que sacrificaron sus vidas para proteger a la Unión Americana y al mundo entero”.

La crisis de Charlottesville ha castigado a Trump, en la última encuesta de la empresa Gallup en este mes de agosto, lo coloca en el punto más bajo de su mandato con una aprobación general de 34.0%, un nivel extraordinariamente bajo para un gobernante “que no está liderando con una crisis ni con una guerra”.

Por otra parte, antes de sufrir una humillación mayor, Trump “cortó por lo sano la sangría de grandes empresarios que abandonaron los órganos asesores que él creó y desmanteló dos consejos que estaban al borde del colapso ante la desbandada de sus miembros como protesta por el ataque racista de Charlottesville”. El caos y la incoherencia reinciden en la Casa Blanca, Trump es un racista consumado y un inepto para gobernar.

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