Enlace Judío México – A Jew in Caborca es un documental que narra la historia de Juan Chait, un joven que salió de Polonia, huyendo de la pobreza y del antisemitismo, y acabó siendo el benefactor de un pueblo mexicano, sin perder su identidad ni su descendencia judías; de tal manera que, cuando murió, centenas de personas llegaron a su entierro.
Heroica Caborca es una ciudad mexicana, ubicada en el noroeste del estado de Sonora.
David Chait, narrador del documental y nieto de Don Juan Chait, relató la historia del judío de Caborca:
“Hace poco más de quince años recibimos una llamada diciéndonos que Don Juan Chait, de Caborca, había muerto. Decidí, junto con mi hermano y su esposa, ir a Caborca. No esperábamos lo que íbamos a ver”.
“Mi abuelo estaba en una funeraria, con el ataúd abierto, vestido y maquillado. Lo estaban velando según la costumbre local. Como sabemos, la tradición judía es completamente diferente”.
“Lo estaban velando porque la gente del pueblo, que tanto lo quería, deseaba despedirse de él, pues era un miembro muy especial del pueblo de Caborca”.
“Era sábado. La familia en Caborca quería darle a mi abuelo un entierro judío. Mis padres y yo, nos enfocamos a investigar los ritos y rezos judíos. Cuando teníamos más o menos la información, comenzó la caminata hacia el cementerio. Atrás de la carroza venía toda su familia, detrás de nosotros todo el pueblo. Venían detrás de nosotros unas ochenta pickups llenas de gente”.
“Llegamos al panteón. Pusieron la caja del abuelo junto al río, donde lo iban a enterrar. La gente del pueblo comenzó a relatar todo lo que el abuelo había hecho por el pueblo y por los habitantes. Cuando por fin, después de los discursos, comenzó la parte religiosa, el pueblo comenzó a entonar el Ave María; al terminar, nosotros dijimos el Kadish”.
En una entrevista antes de que muriera Don Juan Chait relató: “Nací en 1905 en Ratne, un poblado a las afueras de Resnikof. Soy el primogénito, mi padre era un transportista. Teníamos una buena vida antes de la Primera Guerra Mundial. Nuestra ruina comenzó después de la guerra. Los poblados fueron destruidos; ese día, la mayoría de la gente huimos a los bosques. Dos días después regresamos al pueblo: lo único que encontramos fueron ruinas. Nos refugiamos en nuestra casa. En Polonia, la pobreza y el antisemitismo llegaron a niveles insospechados. Llegué a México con la idea de ir a encontrarme con mi familia. La inmigración a los Estados Unidos estaba prácticamente cerrada”
“Llegué al Veracruz en 1928, de ahí me fui a la capital adonde me recibió Max Eckstein. Me consiguió un departamento y mercancía para que la pudiera vender en las calles. Me quedé muy poco tiempo en la ciudad de México y comencé mi viaje hacia el norte, trasladándome en camión o tren. En cada lugar que llegaba, me quedaba a vender mercancía para poder sobrevivir en mi viaje”
“Caborca era un pequeño pueblo, con aproximadamente dos mil habitantes. Había una pequeña plaza rodeada de casas y tiendas. Lo más importante es que había agricultura y cría de ganado. La gente me decía que era peligroso cruzar la frontera a los EE.UU; de ser atrapado sería deportado a Polonia. Pensé que prefería salta al mar que regresar a Polonia”
“En Caborca, pensé, podría trabajar la tierra y el ganado. Con suerte, en un tiempo comprarme un ranchito”.
“Mi abuelo se casó dos veces, en total tuvo once hijos. Desde su primer matrimonio fueron con un rabino en Arizona que convirtió a sus esposas, para él era muy importante que sus hijos fueran criados bajo la tradición judía”.
Cuando sus hijos tenían la edad para entrar a la preparatoria, los mandaba a México para que estudiaran en el Colegio Israelita de México; de esta forma, se identificarían más con sus raíces.
Todos los hijos crecieron de ésta forma y la mayoría sigue dentro de las diferentes comunidades judías, dependiendo donde viven. Muchos viven en ciudades de los Estados Unidos.
La vida de Don Juan fue extraordinaria; fue un hombre muy generoso con los habitantes del pueblo. Mucho se dedicó a la fayuca (contrabando); en una ocasión traía un cargamento grande de tenis, mas al llegar a Caborca, no traía ninguno y tampoco dinero; los fue regalando en el camino a la gente necesitada que se le cruzaba.
“Aportó un cambio importante al pueblo de Caborca y ayudó a sus habitantes a progresar“.
La vida de don Juan es un ejemplo. Nos deja una lección: “No importa adonde estés ni cuánta gente tenga tu misma forma de pensar. Si te aferras a tus principios llegarás a tu meta”.
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