Enlace Judío México.- Por primera vez en la historia de los presidentes de los Estados Unidos nos encontramos con una nueva tendencia política, la narciso democracia.
KAREN BENSUSSEN EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
En el mundo han existido muy diversas formas de gobierno, la democracia, el totalitarismo, el socialismo, comunismo, autoritarismo, teocracias, pero nunca hemos visto un fenómeno como el que se vive hoy en Estados Unidos.
Es tal su egocentrismo, que se advierte claramente cuál es el tema que le ocupa; la proyección de su imagen personal y su inquietud por la opinión pública.
El problema de Trump, es que todavía no ha podido desarrollar la diferencia entre la realidad personal y la realidad objetiva; todo se trata de él.
A tal grado es su narcisismo, que todo lo que se diga, lo hace suyo; a cualquier comentario, ataque o crítica, responde inmediatamente con arrebato e impulsividad, de forma irreflexiva; por medio del twitter; su herramienta predilecta; promulgando decretos y ordenes ejecutivas que no tienen ni pies ni cabeza, enloqueciendo cuando no se hace su santa voluntad.
Sus infantiles y ridículas respuestas, ponen en evidencia su pobre capacidad de distinción entre lo importante y lo superfluo. La exagerada molestia y preocupación por los comentarios acerca de él en los medios de comunicación, lo tienen preso y turbado, expresando así, la desgastada y redundante retórica en contra de estos; llamándoles “fake news”; demostrando la extremada preocupación por su imagen, gastando más tiempo en defender a su persona; que en atender los asuntos de su país y temas internacionales.
El narcisismo empobrece el criterio para gobernar; impide ver con un sentido de claridad y ecuanimidad; provocando la división del país; pues se empoderan sólo a los grupos que apoyan a su gobierno (su persona), sin importar la clase de ideología que manifiesten; ya sean radicales, racistas o fanáticos. Polarizando a la sociedad, creando la rivalidad entre grupos, que en ocasiones lo exteriorizan por medio de la violencia física y verbal; es claro que para él, lo importante es su yo, y por lo tanto el apoyo a su público, sus “fans”.
Su concepción de la presidencia, es la de demostrarle al mundo su “encantadora personalidad”, preocupado por manifestar sus “dotes y cualidades”.
Nos queda claro que en su agenda; primero es él, después él y hasta el último él también.
Con estas características, es difícil que se ocupe de la agenda del país, pues no hay espacio en su psique para salirse de él mismo y ver la situación de los demás.
Carente de experiencia política, cree que puede manejar al país como si fuera un consorcio, sin comprender todavía cuáles son sus funciones, provocando que la imagen de los Estados Unidos vaya en picada.
Lo que resulta más sorprendente es su falta de tolerancia; él no concibe un “no” por respuesta; reaccionando con ira, enojo y frustración; haciendo una pataleta como al niño que no le quisieron dar su dulce. No tarda en hacer pública su rabieta a través del twitter; esperando quizá; que sus fieles seguidores lo consuelen y apapachen.
La pregunta es: ¿Cómo lidiar con un personaje con tales características? ¿Hasta dónde llegará la paciencia del pueblo y del gobierno norteamericano?
Por lo pronto el presidente de los Estados Unidos de América ha logrado su cometido; el de llamar la tención, siendo el hazmerreír del mundo entero.
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