Enlace Judío México.- En 24 horas, España sufrió dos graves ataques terroristas. Una célula yihadista mató a 15 personas en Barcelona y en la localidad costera de Cambrils. El año pasado, Alemania fue el otro país europeo duramente golpeado por islamistas armados. Primero, un yihadista empotró un gran camión contra un mercado navideño en el centro de Berlín y asesinó a 12 personas. Después, un hombre armado con un cuchillo asesinó a una persona durante un ataque en un supermercado de Hamburgo.
Al día siguiente de la matanza en Barcelona, tuvo lugar otro ataque terrorista en Turku (Finlandia). Dos mujeres fueron asesinadas en la plaza del mercado de la ciudad más antigua del país. La yihad… ¿en Finlandia?
Los ataques terroristas contra España, Alemania y Finlandia desenmascararon el problema central: el pacifismo no va a proteger a Europa ni de la islamización ni de los atentados. España y Alemania eran, de hecho, los países más reacios de Europa a asumir un papel activo en la coalición contra el ISIS.
John Vinocur, de The Wall Street Journal, definió recientemente a Alemania como “un país donde el ejército y las fuerzas aéreas simplemente no combaten”. Y los políticos españoles, desde los atentados en los trenes de 2004, no han apoyado las operaciones de EE.UU. y la OTAN en países como Libia y Mali. España ha sido descrita como un “socio reacio” en la coalición contra el ISIS.
España y Alemania contribuyen menos que otros a los esfuerzos de la OTAN. El presidente de EE.UU., Donald Trump, ha dejado claro que la existencia de la OTAN está supeditada a que sus miembros cumplan sus obligaciones contraídas de gastar el 2% del PIB en defensa. España gasta menos de la mitad de eso: el 0,91%. Alemania sólo lo hace un poco mejor: el 1,19%. Finlandia jamás se unió a la OTAN.
La sorpresa de la élite finesa por el atentado de Turku fue señalada por The Financial Times:
El país nórdico de cinco millones de habitantes no ocupa un lugar destacado en la invectiva yihadista contra Occidente. A pesar de que las fuerzas armadas de Finlandia hayan apoyado puntualmente misiones de la OTAN en Afganistán e Irak, su prolongado estatus militar neutral y pacífico del país lo ha aislado de la mayor parte de los reveses derivados de las crisis en Oriente Medio.
En 2004, Al Qaeda, por primera vez, pudo lograr un cambio de gobierno en Europa tras cometer atrocidades terroristas en los trenes de Madrid. Poco después de los atentados, las elecciones españolas se convirtieron en un referéndum sobre su participación en la Guerra de Irak. A la victoria totalmente inesperada del Partido Socialista le siguió la retirada de las tropas españolas de Irak. Desde entonces, España ha estado casi ausente de la arena internacional. Seguramente asumiendo que el pacifismo la iba a blindar frente a nuevos ataques, España ha sido considerada como el “frente olvidado en la guerra de Europa contra el ISIS”.
La prensa española mantuvo una diligente indiferencia ante cualquier debate sobre la libertad de expresión, entonces como ahora, bajo el ataque de los islamistas en Europa. La prensa española no participó en el debate sobre las viñetas de Mahoma; ningún escritor español ha sido acusado de “islamofobia”, y ninguna figura destacada española ha tenido que ponerse bajo la protección de la policía por “criticar al islam”. Parecía como si España ni siquiera estuviese interesada en lo que estaba en juego en los atentados islamistas contra la propia existencia de Europa. Ninguna ciudad española salió en los titulares por tener guetos multiculturales, como en Francia y Gran Bretaña. El atentado de Barcelona debería haber puesto fin a esa ilusión. Los terroristas no necesitan una excusa para masacrar a “infieles”.
Alemania, el país más generoso de Europa al acoger a musulmanes, corrió la misma suerte que España. El gobierno alemán cerró un cómodo acuerdo con Turquía sobre los migrantes; y cuando un comediante, Jan Böhmermann, hizo una broma sobre un político musulmán, el Gobierno alemán permitió que su poder judicial llevara al comediante a juicio.
La triste conclusión parece ser que los yihadistas no necesitan una “razón” para matar a los occidentales. Atacan por igual a Francia, que realiza operaciones militares en Oriente Medio y el norte de África, y a países como España y Alemania, que son neutrales. A ellos les basta con declarar que, según la doctrina islámica, la tierra que una vez estuviera bajo dominio musulmán siempre está bajo dominio islámico. Como España (“Al Ándalus” para los islamistas) estuvo bajo dominio islámico hasta la Reconquista cristiana (que empezó en 722), y después los musulmanes fueron expulsados en 1492, el país, según los extremistas musulmanes, pertenece para siempre al islam y por lo tanto debe ser recuperado.
Sobre la masacre de Barcelona, el filósofo francés Pascal Bruckner dijo:
Nadie es inmune […]. La imagen que me viene es la de La peste de Albert Camus: una plaga que azota una ciudad inocente. La extensión del campo de batalla yihadista es universal. Los terroristas acusan al mundo entero de sus fracasos. Ellos golpean allá donde puedan acertar. Tratar de complacerles es absurdo, es nuestra propia existencia lo que es insoportable para ellos.
Parafraseando a Trotsky, puede que no estés interesado en combatir el yihadismo, pero el yihadismo sí tiene interés en combatirte a ti.
Fuente: GATESTONE INSTITUTE
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