7 niveles de Teshubá: arrepentirse antes de morir

Enlace Judío México.- Llegamos hoy al último de los 7 niveles de Teshubá (arrepentimiento) que describe el Rab Isaac Abohab en su libro Menorat haMaor: el arrepentimiento antes de morir.

RABINO YOSEF BITTON

Aclaremos que de acuerdo a nuestros Sabios, la posibilidad de hacer Teshubá, arrepentirse por las transgresiones cometidas, nunca expira, ni siquiera en el momento previo a la muerte. En realidad, la Teshubá implica también la resolución de no volver a repetir nuestro error en el futuro (azibat hajet), lo cual en el momento de la muerte, evidentemente, no es relevante. Pero de todas maneras, esta Teshubá es muy loable y aceptada y absolutamente crítica. Ya que como dice el texto hebreo que mencionamos arriba, los Sabios explican que si uno se arrepiente sinceramente de sus pecados antes de morir, estos le son perdonados y el alma de este individuo accede al Mundo por venir.

Hay un Viduy (confesión) especial escrito para el individuo que agoniza y sabe que se va a morir. En esa confesión uno articula las transgresiones que cometió o que pudo haber cometido y se arrepiente de haber hecho. (Vale aclarar que este “perdón” se refiere a los pecados cometidos contra Dios y los principios de Su Torá, y no incluye los pecados y ofensas cometidas contra el prójimo).

También debemos reconocer que hoy en día poder realizar esta confesión es un poco más difícil. ¿Por qué? Porque en los momentos terminales de la vida, los últimos días, las últimas horas, en muchos casos los pacientes están ya inconscientes, generalmente bajo los efectos de sedantes, morfina y otras drogas muy fuertes que ayudan a no sentir el dolor, pero que impiden que el paciente esté plenamente consciente. Por eso, es aconsejable que uno realice este Viduy mientras está consciente, sin temer a que el Viduy sea un presagio negativo ¡todo lo contrario! Recordemos que en realidad recitamos un Viduy similar todos los días del año….

Como cualquier otro rabino, varias veces me ha tocado escuchar a personas que saben que están muriendo. Lo más interesante, creo, es que hay un tema que se repite en virtualmente todos los casos de pacientes terminales: al final de sus vidas, la gente no se lamenta tanto por los errores cometidos (estamos hablando de personas normales y decentes). En los últimos momentos, que es cuando las memorias de toda la vida pasan por la mente, las personas se lamentan principalmente por lo que no hicieron. Por no haber pedido perdón a un amigo o a un ser querido. Por no haber dedicado más tiempo a su desarrollo espiritual. Por no haber estado más con sus hijos o mejor con su esposo o esposa. Y especialmente, por haber postergado ad infinitum sus buenos proyectos e ideas para ayudar a los demás. En esos momentos sagrados, que es cuando uno tiene más conciencia que nunca sobre la irrecuperabilidad del tiempo, la gente se arrepiente de haber perdido demasiado tiempo en “tener más” en lugar de haberse dedicado a “dar más”, ayudar más, compartir más y haberse esforzado por hacer lo que es correcto y bueno a los ojos de HaShem. En esos momentos, cuando uno hace el último balance de su vida nadie cuenta entre sus activos lo que le queda en el banco. En esa última hora de la verdad, lo que importa no es lo que tenemos sino lo que hicimos. No es lo que dejamos aquí, sino las memorias que nuestras almas están llevando al cielo.

Nos enseñaron los Jajamim que la mejor manera de vivir nuestra existencia es pensando que cada día que vivimos puede ser el último. Y por eso debemos arrepentirnos de nuestros errores todos los días, ya que no podemos estar seguros cuál va ser el último día de nuestras vidas. Los Sabios de la Guemará dijeron, explicando el versículo de Kohelet 9:8 “Tus ropas deben estar limpias todos los días” que esta es una metáfora. Las ropas son “nuestras vidas”. Y debemos estar “limpios” de pecados, es decir, habernos arrepentido y reparado lo que hicimos mal, ya que no sabemos cuándo seremos llamados a presentarnos frente al Trono Celestial, ya que nuestras vidas no están garantizadas.

Creo que todo esto nos debe ayudar a nuestra Teshubá anual, que comenzamos en este mes Elul hasta el día de Yom Kipur. En primer lugar, darnos cuenta que debemos recuperar la conciencia de nuestra mortalidad, pero no para vivir en pánico o con miedo a la muerte. ¡Todo lo contrario! Cuando entendemos que la vida es limitada, la desperdiciamos menos. Y viceversa.

 

 

 

Fuente: halajadeldía

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