Enlace Judío México.- Osama bin Laden compartía con otros yihadistas una peculiar afición: escribir poesía.
ALEX MARSHALL
Es muy probable que estos poemas nunca lleguen a ganar un premio literario.
Pero Elizabeth Kendall, una crítica literaria británica que se convirtió en la mayor eminencia mundial en el estudio de la poesía yihadista, cree que podrían contribuir a luchar contra el extremismo.
A finales de los 80 Kendall decidió estudiar lengua árabe en la universidad. Un escritor egipcio, Naguib Mahfouz, acababa de ganar el premio Nobel de Literatura, pero no había manera de que ella encontrase sus obras traducidas.
Así que aprender árabe parecía entonces la única manera de descubrir si era verdaderamente un buen escritor o no.
Además, estaba segura de que elegir un tema tan difícil le facilitaría, por un lado, la entrada a Oxford (que finalmente logró), y, por el otro, conseguir su propósito de fastidiar a sus padres.
“Podría haber sido rebelde de muchas maneras distintas. Podría haberme drogado o convertido en una prostituta o algo por el estilo”, rememora.
“Sin embargo, decidí estudiar árabe. Creo que fue una elección bastante aterradora para ellos”.
Una elección existencial
Durante los siguientes veinte años Kendall se volvió una experta en literatura árabe. Focalizó sus estudios en las obras egipcias de vanguardia; en particular, se centró en los poemas cargados de angustia que empezaron a aparecer después de la derrota en la guerra contra Israel de 1967.
Rastreó a los autores de esa época. Tradujo sus obras. Y convirtió este tema en su vida misma.
Hasta que un día se enteró de que, fundamentalmente, todo eso era inútil.
“Acabé aburriéndome en las conferencias en las que participaba. Allí cada uno hablaba de algún libro que nadie conocía, se ocupaban de las minucias y, sobre todo, dejaban de lado lo que realmente interesaba” explica.
“Entonces pensé: ‘Aquí estoy yo con mis enormes conocimientos’. Veinte años de investigaciones literarias: ‘¿Cómo puedo hacer que sean útiles?'”
Su respuesta a la cuestión volvió a fastidiar a sus padres: decidió dedicarse a la poesía del yihadismo.
A día de hoy, Kendall -investigadora principal (senior research fellow) de estudios árabes e islámicos en la Universidad de Oxford- es probablemente la mayor experta de poesía yihadista del mundo.
Lo que significa que puede improvisar una conversación sobre los versos escritos por Osama bin Laden o Ayman al-Zawahiri, el actual líder de al-Qaeda.
(Abu Bakr al-Baghdadi, líder del autodenominado Estado Islámico, no escribe poemas, pero hizo su tesis de PhD sobre este mismo tema).
Por Telegram
Kendall sigue a varios grupos de poesía yihadista a través de la app de Telegram.
En su teléfono móvil tiene hasta una playlist de poemas yihadistas, guardada entre las composiciones de Handel y una lista de canciones fiesteras.
Algunos podrían considerar su trabajo inoportuno o, cuando menos, controvertido. Kendall, al contrario, está convencida de que es sobre todo necesario, ya que arroja luz sobre por qué el yihadismo se está fortaleciendo, en particular en Medio Oriente.
Los servicios de seguridad británicos lo ven con buenos ojos, y en el pasado ya consideraron, entre varios métodos creativos, el uso de la poesía para combatir el extremismo.
Kendall empezó a buscar poemas navegando por la red y consiguió numerosas revistas producidas durante tres años por “al-Qaeda en la península Arábiga”, el brazo del grupo armado en Yemen.
La península es el lugar de nacimiento de la literatura árabe, así que la elección pareció la correcta. Enseguida se percató de que los poemas ocupaban casi una quinta parte de las páginas de esos magazines.
“Fue asombroso,” relata. “Cuando me di cuenta de la cantidad de poemas que había, entendí lo importantes que eran. Si no, ¿por qué iban a invertir tiempo en ello?”.
“Además, cualquiera que haya pasado una temporada en Medio Oriente sabe lo importante que es allí la poesía. Cualquier taxista de El Cairo podría recitarte un poema”, afirma.
Los poemas que Kendall encontró no eran solo propagandísticos.
Claramente, había muchos que exhortaban a atacar y otros que instaban a unirse a ellos (“¿Dónde estás tú mientras la comunidad de Mahoma quema entre las llamas?”.
Pero había otros que lamentaban la pérdida de amigos (“Sé que estás con Alá… pero, si tengo que ser honesto conmigo mismo, sé que te extrañaré”) y otros que intentaban instilar valores conservadores en las mujeres (“Cuánto me gustó ella cuando caminó sin dejar caer su velo”, proclama, claramente desde un punto de vista masculino, uno de esos poemas).
Hablar al corazón
Sin embargo, lo que más le impresionó a Kendall no fue el argumento, sino la cantidad de viejos poemas, incluso de centenares de años atrás, que habían sido reutilizados.
“De hecho, creo que fue una de las rarísimas ocasiones en las que mi licenciatura en estudios islámicos sirvió de algo. Pasé mucho tiempo estudiando la poesía clásica, así que fue leer uno de esos poemas y pensar: ‘Esto me suena familiar’. Después le seguí el rastro”.
Kendall descubrió que más de la mitad eran plagios de la tradición clásica. E, irónicamente, casi el 10% de esos poemas resultaron ser de la era pre-Islámica.
Incluso los poemas nuevos estaban escritos como si hubieran sido engendrados durante la época del Profeta Mahoma, en vez de por un yihadista aburrido que tal vez había estado manejando por el desierto algunas semanas antes.
Parecía como si el propósito de al-Qaeda fuera este: que quienquiera que leyese esos poemas pensara que habían sido escritos por un antepasado lejano.
“Si fuera jueza de un premio literario como el Booker Prize o algo por el estilo, consideraría la mayor parte de esta producción una absoluta basura”, arguye Kendall.
“Sin embargo, no está pensada para ser buena literatura, sino para para conectar con una tradición tribal que es auténtica y habla al corazón de las personas. Y este objetivo sí lo consigue”.
En el terreno
Kendall podría haberse quedado en su oficina, pegada a las redes sociales yihadistas, para seguir analizando estos poemas, pero no lo hizo.
Al contrario, no mucho tiempo después de empezar su investigación viajó a Saná, la capital de Yemen, azotada en los últimos años por la guerra, para ver qué material podía encontrar.
“Comencé a buscar en las librerías, pero no fue tarea fácil”, apunta. “Era complicado adivinar qué terminología era mejor utilizar. ‘¿Poesía sobre la yihad?’. No habría funcionado”, explica.
“Finalmente probé con ‘Poesía entusiástica’, ‘Poesía por una causa’. Fue pronunciar estas palabras y, de inmediato, se me abrió una puerta por donde me metí”, cuenta.
La investigadora hizo también una encuesta entre varias tribus yemeníes sobre la poesía (entre muchos otros temas) para comprobar si era importante para su vida cotidiana.
Un 84% de los hombres y un 69% de las mujeres contestaron que sí lo era. Y mientras conducía sus pesquisas, a veces reproducía desde su móvil algunas canciones yihadistas para medir sus reacciones.
“Una vez, una persona se volvió hacia mí y me espetó: ‘Doctora, ¡esto es basura! Si quiere poesía yihadista, le daremos buena poesía yihadista'”.
Las causas
Kendall ofrece regularmente charlas sobre este tema, y deja a más de uno azorado.
Al principio de este año, en una conferencia en Londres, leyó alegremente algunos pasajes de uno de sus poetas “favoritos”, y luego afirmó de dos poetas de al-Qaeda que “tenían tanto talento que sintió una punzada de remordimiento cuando supo que habían fallecido por un ataque con drones”.
Sin embargo, su audiencia nunca se ha escandalizado, ya que su posición a favor de la población yemení explotada por esos grupos es muy clara.
Yemen ha sido durante mucho tiempo un país con tan pocas oportunidades que hasta el yihadismo podría parecerles a algunos como una opción.
“[A veces, en estos poemas] advierto un sentimiento de desesperación,” afirma Kendell.
“Lo que resuena es un: ‘¿Qué podemos hacer? Tenemos líderes corruptos que se han embolsado todo el dinero de la ayuda, que no invierten en nosotros, y Occidente les apoya. Lo único que podemos hacer es relevarlos del poder, implementar la Sharia, prohibirlo todo, y entonces estaremos bien'”, explica.
“Es evidente que se trata de desesperación”, afirma
La simpatía de Kendall por los yemeníes se ha forjado más allá de la academia: la investigadora británica está involucrada en proyectos educativos en el país y ha ayudado a fundar un periódico para dar voz a los locales (con una página dedicada a la poesía, naturalmente).
Kendall incluso representa en contextos internacionales a algunas tribus de la provincia de Mahra, situada al este, para que sus opiniones sean escuchadas en la ONU y en otros lugares. Además, participa activamente en sus reuniones inter-tribales como miembro honorario.
A raíz de todo esto, los yihadistas ya la conocen. A principios de este año, mientras estaba en el aeropuerto de Washington DC, accedió a algunas comunicaciones yihadistas y descubrió que la mencionaban.
Está convencida también de que, una vez, algunos miembros de al-Qaeda fueron a verla a Yemen cuando estaba trabajando con las tribus. “Ellos sabían quién era. Sabían lo que había publicado. Sabían cómo argumentar sus ideas”, dice ella, todavía desconcertada por lo sucedido.
Le pregunto si tenían armas. “Sí, pero es que todos llevan un arma,” contesta, largando una carcajada liberatoria.
Instrumento en la lucha anti-yihadista
¿Podría la poesía alejar a estas personas de la yihad?
“Yo creo que sí,” valora. “No estoy diciendo que el anti-terrorismo tenga que empezar a escribir poemas. Además, sería un error enorme y contraproducente, ya que no sería algo auténtico”, advierte.
Pero los países podrían ayudar a financiar publicaciones que promuevan la poesía anti-yihadista escrita por los lugareños, sugiere.
Kendall insiste en que, si se mira de cerca, se pueden encontrar muchos de estos poemas y dar a la gente la oportunidad de expresarse.
Lamentablemente, usar seudónimos sería imprescindible.
La poesía yihadista absorbe la vida de Kendall de una manera similar a lo que la literatura egipcia de vanguardia hizo con ella en el pasado.
“Yo vivo y respiro todo esto”, dice. Incluso ha llegado al punto de hacer bromas al respecto, aunque aclara que eso es normal para cualquiera que trabaje con el yihadismo.
“Cuando te ocupas de este tema tienes que tener sentido del humor. De lo contrario, ¿cómo podrías seguir adelante?”, explica.
Pero esta vez su obsesión se debe solo en parte a la fascinación por este tema. Otra razón de peso es que considera este asunto muy importante.
“Muchas personas se pasan el tiempo analizando lo que el Estado Islámico publica en inglés. Y cualquiera podría hacer eso y sentir que está llegando a algún lugar [o sea, a entenderlos], y tal vez llegaría incluso a comprender a un pequeño grupo de combatientes extranjeros. Pero estaría descuidando por completo a la gran mayoría de estos grupos”, advierte Kendall
“Siempre nos hacemos esta pregunta: ‘¿Qué radicaliza a la gente?’, pero no nos preguntamos algo más importante: ‘¿Qué es lo que permite que estos grupos sean tolerados entre poblaciones bien armadas?’. Y la forma en que lo hacen es simplemente entrar en el corazón de la cultura local con instrumentos como los poemas”.
“Si no lo hicieran, no sobrevivirían. Y si no tuvieran un refugio seguro, los combatientes extranjeros no tendrían adónde ir”.
Fuente:bbc.com
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