Enlace Judío México.- A partir de octubre del 2015 Israel enfrenta en su territorio y en Cisjordania, principalmente, ataques a sus ciudadanos a través de acuchillamientos y atropellamientos por parte de jóvenes palestinos, hombres y mujeres, en múltiples ocasiones verdaderas acciones suicidas; los atacantes son una especie de “lobos solitarios” que aparentemente actúan por cuenta propia motivados por odio “a los ocupantes israelíes de sus tierras y por las prácticas de apartheid que estos practican contra la población palestina”; lo cierto es que estos “kamikazes” han alimentado su odio contra los judíos por las campañas permanentes que desarrollan la Autoridad Palestina (AP) y Hamas, en escuelas, mezquitas y redes sociales, entre otros medios. El Shin Bet (Agencia General de Seguridad) de Israel ha indicado que en los últimos 8 meses ha frustrado actos de más de 70 células terroristas locales y del exterior y ha evitado alrededor de 200 ataques, incluyendo atentados suicidas.
LEÓN OPALÍN EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
La intifada (rebelión) de los cuchillos de los palestinos representa una importante amenaza para la seguridad de Israel en el presente; sin embargo, analistas militares de las Fuerzas de Defensa de Israel, (FDI), temen que Hezbolá, el Partido de Dios, con base en Líbano, apoyado con armas y financiamiento de Irán, pudiera enfrentar a Israel en un futuro próximo.
En el 2006 se registró una guerra entre Israel y Hezbolá que duró 34 días y se desarrolló en Líbano, el Norte de Israel y en los Altos del Golán; el conflicto bélico acabó con el mito de la invencibilidad de las FDI, causó pérdidas humanas a éstas, a civiles israelíes y daños materiales importantes en el Norte de Israel y se puso a prueba la capacidad de este último para evacuar a la población que fue bombardeada por Hezbolá. Asimismo, Hezbolá destruyó un aeropuerto militar de Israel, el principal centro de transmisiones electrónicas, el cuartel general del Comando Norte de Israel y causó graves daños a dos barcos de guerra israelíes.
La guerra se inició cuando combatientes de Hezbolá lanzaron cohetes sobre poblaciones israelíes; amnistía internacional asegura que fueron 4 mil; los ataques fueron directos a zonas urbanas, con ello Hezbolá violó leyes de guerra. Israel respondió con bombardeos en el sur de Líbano, cortó las comunicaciones entre el sur y el norte de Líbano; inutilizó el aeropuerto de Beirut (la capital), destruyó las reservas de petróleo y bloqueó los principales puertos de ese país.
Los bombardeos de las FDI provocaron que un millón de libaneses se desplazaran: una cuarta parte emigró al extranjero; una proporción similar encontró refugio en Siria y, la mitad restante, huyó hacia el norte de Líbano donde Hezbolá se encargó de acogerlos, no el gobierno libanés.
Israel subvaluó a Hezbolá que se pensaba disponía de 500 combatientes con armas sofisticadas, empero, lo cierto es que contaba con miles de “soldados” y 15 mil reservistas. El saldo final de la guerra fue entre 1200 y 1300 libaneses muertos (la mayoría miembros de Hezbolá) y 4,060 heridos; Israel registró 116 soldados muertos y 450 heridos, además de 41 civiles muertos y 604 heridos.
Hezbolá sigue siendo un riesgo para Israel hoy día. La guerra civil en Siria, iniciada en marzo de 2011, ha permitido una mayor vinculación de Bashar al Asad con Irán y Hezbolá. Militares israelíes han reconocido que habían efectuado en los últimos años por lo menos 100 ataques contra depósitos y convoyes en Siria con armas de Irán destinados a las milicias chiitas de Hezbolá. Recientemente Israel atacó instalaciones sirias que han sido utilizadas para producir armas y misiles; igualmente, entre el 6 y 7 de septiembre pasado destruyó una supuesta fábrica de productos químicos.
Hezbolá ha representado un importante apoyo para Asad; se estima que el 80.0% de las fuerzas terrestres que ha desplazado desde que fue iniciada la campaña de bombardeos rusos en septiembre del 2015 ha estado integrada por combatientes de Hezbolá e Irán. Hezbolá está mucho mejor preparado en la actualidad en relación al 2006.
En este contexto, “el camino de Hezbolá e Irán hacia Jerusalén pasa por Damasco”. Israel está obligado a no permitir que Hezbolá y las Guardias Revolucionarias de Irán establezcan bases en las provincias de Qunetra de Siria, junto a los Altos del Golán. Por lo demás, Siria preparó un acuerdo para una mayor presencia iraní en su país, incluyendo un puerto naval y bases para las fuerzas aéreas y terrestres de Irán.
Por su parte, Israel realizó un ejercicio militar de diez días en septiembre que involucró a entre 20 mil y 30 mil soldados regulares y de reserva de las fuerzas de tierra, mar y aire que supone “un escenario súbito en el que Israel es infiltrado por fuerzas terroristas de Hezbolá y sus aliados en la frontera norte: el ejercicio militar denominado Or Hadagan, es el mayor en los últimos 20 años.
En el marco de los amagos bélicos que hoy día enfrenta Israel, está la posibilidad de un nuevo enfrentamiento militar con Hamás, la organización terrorista que gobierna a 1.8 millones de palestinos en la Franja de Gaza, ello a pesar de la ofensiva de las FDI en esa región, Margen Protector, en el Verano del 2014, en la que en 51 días de combates murieron más de 2,200 gazatíes y su infraestructura, zonas habitacionales y de servicios, quedaron devastadas.
La economía de la Franja se ha desplomado, el desempleo se aproxima al 50.0% y entre los jóvenes alcanza 60.0%, el 72.0% de la población experimenta insuficiencia alimentaria, casi medio millón de personas carecen de suministro estable de agua. El mar se ha deteriorado severamente por el vertido de aguas sin tratar.
La pobreza en la Franja es “patética” a pesar de que el 80.0% de la población recibe alguna ayuda. Por lo demás, la difícil situación que viven los gazatíes se ve agravada porque la AP ha tensado la cuerda para que Hamás le devuelva el control de la Franja: ha cortado el 40.0% del suministro eléctrico al no pagarle a Israel que es fuente del mismo; ha recortado el 30.0% a los funcionarios del gobierno y suspendido los sueldos de los terroristas presos de Hamás en cárceles israelíes, entre otras restricciones.
Frente a este panorama desolador, Hamás ha invertido muchos recursos para rearmarse y rehabilitar o construir nuevos túneles para penetrar a territorio israelí; igualmente ha profundizado sus lazos estratégicos con el eje chiita liderado por Irán. También periódicamente lanza misiles a territorio israelí y se esfuerza para llevar a cabo ataques terroristas en Cisjordania para socavar la relativa estabilidad de esa zona.
El grado de sufrimiento y descontento de la gente es evidente. Esta terrible situación económica y social podría alentar un movimiento de protestas masivas contra el mal gobierno de Hamás, y éste es un aspecto relevante que lo podría llevar a una guerra con Israel para bajar el descontento y la presión social.
El gobierno de Israel busca neutralizar a Hamás a través de la construcción de un muro de decenas de metros de profundidad en la frontera con la Franja de Gaza. El proyecto del muro, denominado “obstáculo”, consiste en una barrera de 65 km, desde el mar Mediterráneo en el norte de la Franja de Gaza hasta el paso de Kerem Shalom, en el sur y donde confluyen la frontera de Israel, Gaza y Egipto. El gobierno de Israel espera que se concluya en dos años. No obstante, es posible que la insensatez de Hamás y el nulo valor que da a la vida de los gazatíes, no lo frene para desatar un nuevo episodio bélico con Israel.
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