SHULAMIT BEIGEL EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
Días Terribles
Son en verdad terribles estos diez días después de Rosh Hashaná, el año nuevo judío. Y aunque uno sea laico como yo, imagínense el miedo que da el saber que seremos juzgados en base a lo que hicimos, lo que no hicimos y lo que somos. Y aunque no estemos seguros de dónde vinimos y hacia dónde vamos, de todas maneras pensamos que tal vez sí, que tal vez alguien está mirándonos, es nuestro Juez, y que con Él no hay trácala que valga.
Es invisible, dicen los creyentes, pero ve todo lo que hacemos y tiene preparada ya su lista para los pecadores como yo, o tal vez como usted, o usted, que hemos hecho cosas que quisimos hacer pero que Él no quiso que hiciéramos. Y tal vez sea cierto también que existe ahí debajo de la tierra un infierno, lleno de fuego y humo, aunque nadie haya regresado para contarlo.
Es por eso y otras cosas, que por unos días, ya nos quedan pocos, deberíamos recapacitar acerca de qué es más importante, preocuparnos del JeshbónBank (la cuenta del banco) o hacer un JeshbónNefesh (la cuenta con uno mismo, con nuestra alma). Supongo que algunos responderán que depende de cuánto dinero se trate.
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Siempre hay una salida: Kaparot
Yo personalmente no le tengo miedo a nada, excepto a las enfermedades, a la guerra, a los terroristas, a los terremotos, a los vampiros y a mi vecina Miriam.
Pero esto no es nuevo. Toda la historia de la humanidad está llena de creencias, leyendas y mitos que han aterrorizado o conmovido a los hombres, que los han ilusionado, divertido o sembrado en ellos terribles inquietudes. ¿Pero por qué debo tenerle miedo a un pobre gatito negro que nada me ha hecho? (todavía).
Para todos aquellos que como yo, sufren de la enfermedad del miedo, del mal de ojo, y otras variantes de las denominadas científicamente supersticiones y culpas, sobre todo en estos días antes de Yom Kipur, les aseguro que no deben avergonzarse ni preocuparse, pues éstas son milenarias. Además, siempre podemos hacer las kaparot, un ritual controversial de expiación simbólica, practicado la noche antes de Yom Kipur, revoloteando una gallina tres veces encima de nuestra cabeza, pasándole así a ella nuestros pecados.
El ave debe ser blanca, para simbolizar la purificación del pecado. “Y si tus pecados fuesen escarlata, pasarán a ser blancos como la nieve”.(Yeshayahu 1:8). Yo no sé de qué color son los míos, espero que el color no sea importante.
Si no hay un gallo o una gallina, se pueden usar otras aves o animales (palomas no), hasta un pescado. Así que si son pecadores, hagan lo siguiente: agarren al ave u otro animal con la mano derecha, reciten el texto correspondiente del libro de plegarias, y agiten el pájaro sobre la cabeza tres veces. El ave será luego sacrificada de acuerdo con el procedimiento halájico, (el cuerpo colectivo de reglas religiosas judías derivadas de la Torá escrita y oral), y luego se obsequiará ésta a los pobres como caridad, mientras que las vísceras serán desechadas en un lugar donde los pájaros las puedan encontrar. Muchos realizan todo el rito únicamente con dinero (el problema es que algunas personas son pobres y tampoco tienen gallinas).
Aunque recuerdo que mi tía Sali, que en paz descanse, en una ocasión mató una gallina a la entrada de la casa de su hija Jana cuando ésta se casó, para expiar sus pecados (no los de la gallina sino los de mi prima). No estoy segura que la muerte de la pobre gallina surtiera efecto alguno, ya que Jana se divorció al año de estar casada.
Se dice que nuestras acciones son el cumplimiento del dictado de los Sabios: “Aquel que es misericordioso es tratado con misericordia”.
Como ven, de gallina en gallina, siempre hay una solución para que podamos seguir pecando.
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¿Existe o no existe? Este es el dilema.
¿Quién es el atrevido que aún duda de la existencia de Dios? Eso estaba bien en otras épocas, cuando éramos marxistas y nos pasábamos la vida discutiendo si existe o no.
Los tiempos han cambiado. Y como dijo Voltaire, si Dios no existiera habría que inventarlo.
El mismo Einstein dijo que no podía aceptar que Dios concibió el mundo como un juego de azar, con lo cual lo legitimó desde la ciencia misma. Y para que no les quedaran dudas a todos esos ateos que aún seguían dudando, les aseguró que la existencia de dios no era para ser probada, pues sobrepasa al mundo científico, que está más allá de la ciencia.
Pero yo me pregunto, si existe y si es tan poderoso, ¿por qué a la hora que mi mamá estaba en Bergen Belzen miraba hacia otro lado? Llevo preguntándomelo toda mi vida y esto no me ha llevado a nada.
En unos días es Yom Kipur, el día más sagrado para los judíos, y nadie quiere estar solo, sin Dios o algo que nos ampare y al que podemos recurrir cuando las cosas se ponen difíciles. Porque no somos una ley matemática, y si no lo aceptamos, nos las tendremos que arreglar totalmente solos.
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Guehenom (infierno)
Y hablando del infierno, y sin querer asustar a nadie, quisiera recordarles que la palabra viene del griego: Gueena (Γεέννα), pero en hebreo viene de Gai Ben Hinnom (גהינום, valle de Hinón) que es el infierno o purgatorio judío.
En el judaísmo el infierno es un lugar de purificación para el malvado, en el que la mayoría de los castigados permanece hasta un año, aunque algunos están eternamente, dependiendo de los pecados cometidos. El nombre derivó de un valle que está cerca de Jerusalén, la cañada de Hinón, identificada metafóricamente con la entrada al mundo del castigo en la vida futura. En las escrituras rabínicas el Guehena, como destino del pecador, es diferente al Sheol, el lugar donde habitan todos los muertos.
Así que a pedir perdón se ha dicho, porque yo, aunque no creo en las brujas, de que vuelan, vuelan.
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Yom Ha’Dín
(Día del juicio final)
Recibo un sobre aparentemente inocente. Como no soy abogada, ni policía, ni política, y ni siquiera ex Presidenta de Israel, lo abro sin mayores temores. Entonces mis ojos recorren el inesperado contenido de una bellísima tarjeta cariñosamente dirigida a mi persona, es decir a Shulamit Beigel: “Tenemos el agrado de desearle un Gmar JatimáTová para el próximo año, siempre y cuando pague y cancele la cuenta que nos debe”.
Sin firma
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¿Tarjeta de crédito o fe?
Parece mentira, pero una deuda es, de alguna manera, una cuestión metafísica. Yo no lo sabía hasta que un día conocí al Sr. Mandel, un pintoresco personaje que pertenece a una secta ultra religiosa en Jerusalén y me contó que él se declaraba apasionado admirador de Nietzsche.
Moishe Mandel vive en la más absoluta frugalidad, no tanto por falta de dinero, como por exceso de principios. Su explicación es la siguiente: “Como judío observante, tengo ya demasiadas deudas en este mundo: con el Todopoderoso, con mi familia, con mis semejantes, con los necesitados, etc.
Entenderá usted, Shulamit, por qué no cargo una tarjeta de crédito. No quiero bajo ninguna circunstancia tentarme de contraer deudas que además de quitarme el sueño en este mundo, me acompañen eternamente en el paraíso”.
Así que ya lo saben: el uso de sus tarjetas de crédito, aparte de afectar sus bolsillos, pone en peligro la tranquilidad e inmortalidad del alma, aquí en la Tierra o en el Paraíso.
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Sección Avisos profesionales
Estimado lector:
A cambio de una modesta comisión, gestionamos su inscripción en el Paraíso. Para que vea lo competentes que somos, le enviamos con mensajero el certificado correspondiente. Garantizamos absoluta discreción. Deje su teléfono en Enlace Judío o directamente con su directora, May Samra, y reciba mientras tanto, nuestra más sólida garantía de paz y felicidad para el año que acaba de comenzar. Le deseamos además, Gmar Jatima Tova.
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Yom Kipur, un día sin ruido
En unos días será Yom Kipur. En Tel Aviv no vendrá Ajmad a limpiar las casas, no habrá gente en las calles que quiera hacerse notar con gritos penetrantes, no habrá ruidos de carros ni de celulares ni de motos, ni de radio ni de televisores, ni de vendedores callejeros pregonando sus mercancías. Para conservar la cabeza tranquila en medio de esta algarabía que se llama Israel, hay que ser de hierro. O sordo.
Las voces molestan más que otro ruido. Distraen y no dejan dormir. Pero, es probablemente nuestro espíritu el que hace ruido.
A veces, hay que retirarse. Por un solo día no hables de ti, sino contigo mismo.
Escuchen sus verdades. Nuestro ruido no está fuera de nosotros mismos, sino dentro.
Gmar Jatima Tova.
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