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martes 05 de noviembre de 2024

El 55° Festival de Cine Neoyorquino. Segunda Parte

Enlace Judío México.- La ciudad de la gran manzana está sufriendo en estos días un caos vial de proporciones inimaginables debido a la visita de grandes dignatarios del mundo. Las medidas de seguridad se han intensificado de tal índole que cierran calles, avenidas y aunque a muchos les cueste trabajo creerlo el tráfico está mucho mejor en la ciudad de México. Aun así, a la cronista nada la detiene para llegar al Walter Reade Theater.

NEDDA G. DE ANHALT

(Desde Nueva York en exclusiva para Enlace Judío).

Félicité (Francia/Senegal/Bélgica/Alemania/Líbano, 2017, 124m) del director francés Alain Gomis cuya descendencia proviene de Guinea y Senegal. Ponerle un título semejante a la protagonista de su filme es revelador porque intuimos que esta cantante no va a ser, para nada, feliz. Ya Gustave Flaubert y Todd Solondz lo habían hecho antes. Felicidad no hay para esta Félicité (Véro Tshanda Beya) que observa con detalle y seriedad a ese público ruidoso y ordinario que la aplaude a rabiar. De qué le vale eso a ella si su compañero se la pasa bailando descaradamente con otras mujeres. El destino la hiere de otra manera con la parte más vulnerable pues uno de sus hijos sufre un accidente, le amputan una pierna y entra en estado de depresión. Todo parecería lugar común pero, sin embargo, Gomis sabe poner el toque mágico en una historia de vulgaridad cotidiana. Es la secuencia que corresponde a la de esta mujer, vestida totalmente de blanco, que entra a las aguas y se va lentamente sumergiendo. Los espectadores podrían pensar que se trata de un suicidio. No, para nada, estamos ante un ritual de purificación que en la cosmogonía africana corresponde a las divinidades del agua. En la santería cubana, por ejemplo, sería Yemayá la orisha del mar u Ochun la del río. En todo caso, los dioses que escuchan su petición y si no tiene la felicidad por lo menos habrá cierta paz espiritual.

Arthur Miller: Writter (EUA, 2017, 101m) de Rebecca Miller. Es un documental apasionante sobre los orígenes, familia y amores de uno de los dramaturgos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Su dramaturgia tanto en el teatro como en el cine aún resuena en la memoria y en la conciencia de los que hayan visto y leído All My Sons (1948), The Crucible (1953), Death of a Salesman (1949), o su más reciente Focus, dirigida por Neal Slavin, actuada por Laura Dern y William H. Macy basada en la novela de Arthur Miller. Quizá el único punto discutible de este documental tenga que ver con la muerte de Marilyn Monroe que siempre se ha considerado un suicidio. Sin embargo, desde hace algún tiempo se viene manejando la posibilidad de un “suicido inducido”; o sea, un asesinato. Como la entrevistadora fue Rebecca, la hija de Arthur Miller y ella sostuvo estas conversaciones con su padre en diferentes épocas, posiblemente no estaba enterada de estos rumores. Hay muchas observaciones valiosas en este documental. Cito dos. La impresión que le causó Marilyn Monroe cuando la conoció y le dijo: “eres una de las mujeres más tristes que he conocido en mi vida”. Ella le contestó con dulzura: ” nunca nadie me había dicho algo semejante”. Ese mismo diálogo se repetiría en la película The Misfits (1961) en la voz de Clark Gable y Marilyn Monroe. La otra cita, que tampoco repito textual sino de memoria, tiene que ver con una pregunta que le hace su hija Rebecca respecto a Dios. Miller contesta: Dios es alguien que no está cuando más lo necesitas.

The Rider (EUA, 2017, 103m) dirigida por Chloé Zhao es, hasta el momento, una de las películas que más ha impactado a la cronista. Se trata de un argumento manido; la relación de un ser humano con los caballos. Después de El caballo de Turín (2011) de Béla Tarr, se podría pensar que ya estaba todo dicho de un tema así pues Chloé Zhao enfoca desde otro ángulo diferente 100% norteamericano en un mundo misógino, competitivo, se retoma la relación del hombre y los equinos en una lucha feroz de dominación. La directora se va a un rodeo en Dakota del Sur y ahí elige a actores no profesionales pero que están cercanos a ese mundo enloquecido de querer dominar a un animal salvaje, aunque sea por una serie de minutos, que rechaza ser domado. Un equino que se revuelca y lanza con furia a su jinete por tierra porque no resiste tener ninguna cabalgadura. Estamos ante una lucha de poder. Nuestro protagonista Brady Jandreau, tiene un caballo blanco y uno café y el cinematógrafo Joshua James Richards logra un cruce de miradas del caballo blanco hacia Jandreau que no tienen desperdicio. Es casi como si el caballo le diera a entender que todas las cosas amables y afectuosas que le está prodigando en nada van a cambiar su modo de ser. Pero será el caballo color café el que se lleve las palmas de la rebeldía. Por supuesto, The Rider es mucho más que una relación entre animal y ser humano sino es el símbolo de la obsesión que muchos tenemos. Si algo nos gusta en la vida y por algún motivo no puedes cumplirlo, no es el fin del camino.

 

 

Continuará…

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