MORRIS STRAUCH PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO
Kapará כַּפָּרָה: expiación, reparar, penitencia.
En la cultura israelí oriental encontramos el uso de kapará como una forma afectuosa de dirigirse a una persona, como señal de sacrificio por la otra persona, o como una expresión religiosa dando a entender que un poco de dolor lleva a la expiación de los pecados. כפרה עליך -kapará aleaj- que la expiación esté contigo, dependiendo el contexto, también puede significar querida, amada o usarse como una forma de agradecimiento.
Kipúr כיפור de la raíz Kapará כפרה le da nombre al día más sagrado del calendario religioso: Yom Kipúr יום כיפור, el Día del Perdón. Es el día de expiación en el cual se recitan rezos y se permanece 25 hrs en ayuno total. Se da y se pide perdón al otro, así como también se pide ser inscrito en el Libro de la Vida del año que está comenzando.
Perdonar al otro te permite seguir interactuando con la sociedad, y perdonarte a ti mismo te permite funcionar mental y emocionalmente de forma adecuada, de ahí la fuerza psicológica del perdón.
Ayunar tiene obvias implicaciones metabólicas, que ahora nos recuerdan el poder del corte de suministro de nutrientes del experimento escoses de clonación de la oveja Dolly (1966). En uno de los pasos de la clonación de Dolly, células de glándula mamaria que son cultivadas en un medio sin nutrientes -en ayunas- regresan a un estado indiferenciado, totipotencial, como el de las células madre. Pareciera que el ayuno tuviera la facultad de reiniciarnos –reset-, como lo hace una computadora.
Yom Kipúr nos recuerda que el perdón es la mejor medicina contra la culpa; el sentimiento de culpa puede ser paralizante y autodestructivo. Cuando hacemos algo que tiene consecuencias negativas para nosotros o los demás, decimos que hemos cometido un error o una equivocación, la religión podría decir un “pecado”. Enseguida comenzamos a sentir culpa y miedo por las consecuencias que puedan tener nuestros actos; lo más recomendable es reparar o compensar el daño que se haya podido hacer y pedir perdón, después hay que perdonarnos a nosotros mismos. Si lo logramos, el sentimiento de culpa se desvanecerá.
Se ha observado una mayor incidencia de problemas de interacción social, depresión y mortandad por debajo del alcance de vida promedio, entre personas que son incapaces de perdonarse a sí mismas.
Al perdonar dejamos ir la ira y el resentimiento, recobramos la salud mental. Las parejas que perdonan no dejan lugar a rencores y tienen mejores matrimonios; a nivel personal el poder perdonar mantiene alejada la depresión y la ansiedad, la autoestima crece lo mismo que la capacidad de manejar el estrés. El perdón se ha visto asociado a un mejor funcionamiento del sistema inmune, y cardiovascular.
Para el profesor Thomas Szasz Z’L de la Universidad de Syracuse: “Los tontos ni perdonan ni olvidan, los ingenuos perdonan y olvidan, los sabios perdonan pero no olvidan”.
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La Palabra המילה (A milá)
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