Enlace Judío México – ¿Alguna vez has visto esas máquinas para pelo antiguas que salen en las caricaturas o que a veces se usan en algunos salones estilísticos? Son redondas, atadas a una silla y parece que te van a transportar a algún planeta lejano, o que volverán redonda tu cabeza. Se usaban muchísimo durante los años 50’s y 60’s para secar el cabello de las mujeres y hacer peinados especiales con químicos. Hoy en día ya casi no se usan gracias a que la pistola de aire las sustituyó haciendo más cómodo y saludable el procedimiento. Ello se lo debemos a Rose Evansky, la sobreviviente del holocausto que introdujo al mercado femenino el uso de la secadora de pelo. A continuación les contamos su historia.
Si bien la idea de secar el pelo por medio de máquinas o métodos artificiales surge desde el siglo XIX, no fue sino hasta 1890 que Alexander Godefroy, estilista francés, pudo inventar un artefacto que lograra estos cometidos. Era exactamente la versión de una aspiradora invertida, en donde a la salida de aire caliente se le colocó una serie de tubos y un casco para dirigirlos al cabello de la persona a tratar. Funcionaba, sin embargo, era muy poco práctica; era enorme, incómoda, no se podía transportar y la persona debía colocarse por debajo de ella y permitir que su cabeza soportara temperaturas muy elevadas y movimientos poco seguros.
Sin embargo, por ser la primera fue un éxito, empezó a reproducirse y varios industriales desarrollaron modelos nuevos. Para las décadas de los veinte y treinta ya existían dos secadoras nuevas hijas de este primer modelo. La secadora con gorro que consistía en un aparato grande y pesado cuya salida de aire se conectaba a un plástico largo con forma tubular en el que el cliente introducía la cabeza y durante horas sentía el aire caliente inflarlo. Y la secadora por vapor, un casco de metal unido a un aparato eléctrico, el cual junto con vapor y otros químicos ayudaban a secar el pelo. Cada una fue reformándose y evolucionando para poder ser usados en casa, en algunos casos generando resultados catastróficos y en otros exitosos.
Para 1962, el año en que Rose Evansky tenía un salón con su marido en Mayfair (Londrés), la forma más popular de secado era por medio del vapor. Ella había nacido en el Sur de Frankfurt en 1922, cuando los nazis se llevaron a su padre a Dachau, el campo de concentración. Rose fue una de las pocas niñas que pudo salvarse en los trenes de “Kindertransport” ingleses que rescataban a niños judíos y los introducían a Inglaterra.
Vivió un tiempo con unos parientes en Dudley (Maryland al sur de Inglaterra) y luego se mudó a Londrés, donde aprendió el oficio del estilista. Resultó ser muy buena y al poco tiempo fue contratada en uno de los salones más prestigiados del momento.
Para 1950 ella y su marido ya contaban con fama nacional y un salón en Mayfair, la cúspide del peinado para el momento. Durante ese tiempo cortaron y cepillaron las cabezas de la gente más renombrada en Londrés, artistas, empresarios y políticos por igual. Sin embargo, lo que hizo entrar a Rose Evansky en los anales de la historia del peinado es que fue de las primeras en peinar a mujeres con pistola de pelo y la pionera en este campo.
Todo ocurrió esa tarde de 1962, ella se encontraba haciendo los tediosos peinados rutinarios de la secadora de vapor, los cuales detestaba. Entonces se le ocurrió hacer algo nuevo: había visto cómo en una barbería de junto se había usado una secadora de mano para cortar las barbas del cliente.
En ese momento las pistolas de aire eran muy pesadas y se difundían para uso industrial o labores dentro de la casa, no era usual que se usaran para corte de cabello, ni mucho menos para peinar a damas. Sin embargo, Evansky pensó: “Si se puede usar para peinar caballeros, ¿por qué no también se podría usar con damas?” y tomó una de las secadoras que tenía guardadas entre las cosas que no usaba y empezó a secar el pelo de su cliente mientras lo cepillaba. El experimento fue un éxito rotundo, el cabello quedo más suave y maleable que nunca. Tanto le gusto el resultado que empezó a hacerlo con todos sus clientes.
A los pocos meses, el salón ya se había hecho famoso por esta nueva técnica y Evansky y la secadora de mano ya salían en revistas de moda. Otros salones empezaron a imitar su técnica y pronto se hizo popular. El boom de las pistolas de aire realmente se lo debemos a ella.
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