El común denominador de esta historia la cual se divide en dos artículos muy concisos es presentar mediante mi historia personal el activismo de jóvenes mexicanos que inmigraron a Israel. El primer segmento trató acerca de mi participación e involucramiento en el ejército del Tzahal. En esta segunda parte trataré acerca de mi formación académica y profesional, la cual ha ayudado al desarrollo de nuevas tecnologías y avances científicos en Israel y en la comunidad científica a nivel mundial.
ISRAEL KELLERSZTEIN
Cuando nos referimos a educación universitaria, muchos se remontan a los tiempos de la escuela, intentando hacer una conexión entre la capacidad y desarrollo del alumno en la preparatoria y sus posibles opciones con la vida universitaria. Por lo tanto, mi historia comienza de la misma manera, en la preparatoria.
Siendo sincero, fui un mal alumno -desde el punto de vista académico-. Mis calificaciones no eran altas, no iba a muchas de mis clases y a veces me encontraba en una oficina con la directora de la preparatoria. Sin embargo, en algunas materias como química y física la situación no era tan mala, por lo menos eran los cursos junto con matemáticas a los que siempre llegaba a clase y pasaba los exámenes. Siempre me sentí atraído por la ciencia, por armar y desarmar cosas en mi casa, por entender cómo funciona todo lo que nos rodea y considero que desde entonces hasta hoy en día soy una persona curiosa. Yo estaba seguro que la ingeniería era una opción muy viable para mí e iba de acuerdo con mis intereses personales.
Un par de años después de haber terminado mi servicio militar, entré a una universidad llamada Shenkar. Estudié mi primer título en Ingeniería de Polímeros y Plásticos con especialización en biopolímeros. Durante mi tercer año de carrera y gracias a mis buenas calificaciones y recomendaciones, la universidad me propuso un plan piloto, el cual consistía en empezar la maestría –la cual duraba dos años- durante el cuarto año del primer título, y así terminar en cinco años licenciatura y maestría en ingeniería con tesis. Fui el primer estudiante en la facultad en terminar la licenciatura y maestría con honores en cinco años. Este programa sigue activo hasta hoy en día en la universidad.
Mi investigación de tesis se basó en el área de materiales compuestos, específicamente en la modificación de la estructura química de la superficie de fibras obtenidas de residuos agrícolas para reforzar polímeros sintéticos y naturales, y así poder desarrollar materiales plásticos más fuertes y rígidos y a la vez más amigables con el medio ambiente.
Logré publicar tres artículos en la prensa científica y participar en diferentes conferencias dentro y fuera de Israel explicando la importancia y la base de los resultados de la investigación, la cual hoy en día, es parte de una empresa en Israel que elabora productos basados en las tecnologías que desarrollé en el laboratorio. Gracias al gran impacto de la investigación a nivel tecnológico y ambiental, llegué incluso a recibir un premio por parte del alcalde de Ramat Gan, entre otros.
Shenkar me dio la oportunidad de continuar con mi compromiso educativo. Fui asistente de profesores en distintos cursos para alumnos de licenciatura y maestría, enseñaba en laboratorios y daba incluso clases frontales de algunos cursos. Además, dentro de Shenkar se encuentra una empresa llamada Centro de Polímeros y Plásticos de Israel, en la cual trabajé durante dos años en el Departamento de Investigación y Desarrollo.
Al término de mi maestría, la opción más predecible era buscar trabajo como ingeniero en alguna empresa. Sin embargo, mi carácter curioso me dio a entender que comprender y explicar cómo funciona el mundo que nos rodea por medio de la investigación era para mí.
En este momento decidí que lo más conveniente para era continuar con un doctorado. Mi ambición nunca fue detenida y para el doctorado no iba a ser la excepción. Decidí probar mi surte en el Instituto Weizmann de Ciencias en Rehovot, una de las 10 mejores instituciones a nivel mundial en cuanto a nivel de investigación. Ya que el instituto se dedica principalmente a la investigación basada en las ciencias exactas, mis posibilidades de ser aceptado como ingeniero no eran altas, pero siempre hay que pensar en grande.
Desde hace año y medio que empecé mi doctorado en la Facultad de Química del Weizmann, pertenezco al departamento de materiales y superficies. Mi grupo investiga el comportamiento macro-, micro- y nanomecánico de materiales compuestos que servirían para industrias avanzadas como aeronáutica o militar. Mi investigación se basa en el estudio de la estructura y las propiedades mecánicas de materiales compuestos biológicos. Es decir, estudiando las estructuras de los animales o plantas que han logrado sobrevivir por millones de años, podríamos utilizarlos como estrategia para el desarrollo de materiales compuestos más inteligentes y con propiedades superiores. Hasta ahora, soy parte de dos artículos que han sido publicados en la prensa científica, colaboro con investigaciones científicas a nivel mundial, por ejemplo, con universidades en Inglaterra y Polonia y he participado en varias conferencias a nivel nacional en internacional mostrando cómo la naturaleza puede enseñarnos a desarrollar materiales inteligentes y destacados.
Además, trabajo en el Instituto Davidson de Educación Científica, una rama educativa del Weizmann donde soy moderador científico de niños a nivel de preparatoria que tienen un alto grado de interés por la ciencia y, conjuntamente, soy columnista en la página de internet del instituto, donde intento explicar de forma clara y con un lenguaje amigable hechos y fenómenos científicos destacados.
Considero que educar a las futuras generaciones es importante, a muchos de los niños les cuesta trabajo, pero guiándolos y dándoles motivación, posiblemente logre crearles un camino más fácil hacia lo que les interese dedicarse en un futuro. Así mismo, sigo dando clases como maestro invitado en Shenkar a estudiantes de maestría.
Los inmigrantes en Israel somos una base muy sólida, la cual ayuda al desarrollo tecnológico y científico del país, a su educación y a preservar su seguridad. Somos activos a nivel social y profesional dentro y fuera de Israel, y así como la mía, estoy seguro que existen más jóvenes judeo-mexicanos con una historia muy similar los cuales enorgullecemos el nombre de México y de la comunidad judeo-mexicana.
Fuente:tribuna.org.mx
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