Enlace Judío México.- El 3 de octubre de 1942 el cohete A-4 logró llevar a cabo por primera vez un vuelo que le permitió alcanzar una altura de 90 Km, sobrepasando el límite teórico de la atmósfera terrestre.
Era la primera vez en la historia que un ingenio creado por el hombre salía al espacio. El A-4, de 14 metros de longitud, se dirigía gracias a un accionamiento giroscópico, empleado a lo largo de tres ejes, y mediante el uso de alerones aerodinámicos. Tenía un alcance de 320 Km y un peso al despegue de 12.500 Kg, de los que aproximadamente 10.000 Kg correspondían a la carga útil. Los constructores del cohete lo crearon con el objetivo aún lejano de emplearlo como cohete portador, más que como arma de largo alcance.
Los cohetes que se habían construido hasta entonces utilizaban combustible sólido, debido a que no tenían problemas de exceso de peso para su lanzamiento. En cambio el A-4 usaba combustible líquido almacenado en dos depósitos separados, uno de etanol y otro de oxígeno líquido. Al disponer de un depósito de oxígeno para el proceso de combustión, el A-4 se convirtió en el primer aparato volador completamente independiente de la atmósfera, capaz por tanto de viajar por el espacio. Además, los cohetes de combustible líquido se pueden gobernar con más facilidad durante el vuelo: el paso de combustibles a la cámara de combustión se controla mediante válvulas, y puede incluso suspenderse temporalmente. La idea de usar combustible líquido con sus depósitos de oxígeno independientes para los vuelos más allá de la atmósfera ya había sido formulada décadas antes por el gran precursor de la astronáutica, el ruso Konstantin Tsiolkovski.
En septiembre de 194 los nazis comenzaron a lanzar cohetes A-4 cargados con explosivos sobre ciudades como Lieja, Amberes y Londres para vengarse por los bombardeos aliados sobre las ciudades alemanas. Acababa de nacer el misil balístico y el A-4 se había convertido en el V-2 o «Vergeltungswaffe 2», «Arma de la venganza 2». Su destino era matar y fue construido con mano de obra esclava en campos de concentración, pero fue absolutamente crucial en el desarrollo de los cohetes espaciales. La prueba más directa es que su desarrollador, el ingeniero alemán Wernher Von Braun, fue también el que diseñó para los Estados Unidos de América el cohete que llevó al hombre a la Luna.
Los pioneros del espacio comenzaron su labor haciendo la guerra. Los principales diseñadores del monstruoso cohete soviético “R-7”, que puso en órbita el Sputnik, el primer satélite artificial, diseñaron aviones de combate y lanzacohetes durante la contienda mundial. En los Estados Unidos, decenas de científicos del régimen nazi permitieron que el hombre llegara a la Luna con el programa Apolo. Y antes de eso, durante los años treinta, el recién nacido Laboratorio Aeronáutico Guggenheim en el Caltech (GALCIT) trabajó en aplicaciones militares para los misiles antes de convertirse en el famoso Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL), ya en 1944. La propia NASA, hoy el emblema de la exploración espacial, nació en 1958 con el objetivo de luchar contra el aplastante dominio soviético del espacio.
A pesar de que tanto en los Estados Unidos como en la Unión Soviética importantes científicos como Robert Goddard y Sergei Korolev, erigieron la base de la ciencia de los cohetes, el punto de partida de las primeras naves espaciales es el misil de guerra alemán V-2. Este cohete fue fruto del trabajo de Herman Oberth y, sobre todo, de un joven físico llamado Wernher Von Braun, quien encontró en el regimen nazi un medio para financiar y trabajar en el desarrollo de los cohetes. Von Braun, que ostentó un cargo en las infames y criminales SS («Schutzstaffel»), estuvo al frente de la parte tecnológica en la base secreta de Peenemünde y fue crucial para el éxito de los primeros diseños. Su impresionante labor le convirtió en la posguerra en un científico clave en el programa Apolo.
Los cohetes V-2 tuvieron un efecto escaso en la guerra en favor de los nazis, y en realidad fueron “un desperdicio de recursos. Von Braun, aunque sin intención, dañó mucho más a los nazis que muchos cuidadosos planes de los Aliados”.
El motivo es que los V-2 supusieron un coste ingente de recursos e implicaron un gasto del 10 o del 15 por ciento de la escasa producción de combustible en Alemania, que era crucial para continuar la guerra. Además, se desviaron a los cohetes recursos necesarios para producir submarinos, aviones y otros equipos electrónicos.
Sin embargo, el fin de la Segunda Guerra Mundial despertó el interés en los cohetes y los viajes espaciales. Aunque el V-2 llegó tarde para influir en la contienda. Además, el espacio y los cohetes parecían un desarrollo natural para las recién creadas armas atómicas.
El cohete V-2 fue el precursor de los cohetes espaciales utilizados por Estados Unidos y la Unión Soviética. Los americanos dispararon 70 V-2, hechos con piezas americanas, entre 1946 y 1952. El 24 de octubre de 1946, un cohete V-2 lanzado por los estadounidenses consiguió la primera fotografía de la historia desde el espacio. Ya en 1949 un cohete V-2 con dos etapas alcanzó los 400 kilómetros de altura.
Con información de:abc.es
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