Enlace Judío México.- El asunto que intentaremos analizar aquí es el de las redes sociales y el extremismo político, con distintas variables y ejemplos concretos.
EDGARDO KRAWIECKI PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
Aunque ustedes no lo crean, los palestinos que se disponen a cometer atentados en Israel dentro de la llamada “intifada individual”, utilizan las redes sociales para anunciar sus intenciones y a la vez para incitar a la violencia contra la población judía en particular e israelí en general.
Esto fue también lo que le sucedió a Musabaj Abu Sabij, el insurrecto de Hamás de 39 años, que mató a tiros a dos israelíes el 9 de octubre del año pasado. Residente de la localidad de Al-Ram, un poblado palestino al norte de Jerusalén, originario del barrio jerosolimitano de Silwan y quien ese mismo día debía comenzar a cumplir una pena de cuatro meses de prisión por haber atacado a un agente de la Policía. La dirección estaba escrita en la pared. Este criminal ya había salido de la cárcel en enero de ese año, y participaba activamente en la Morabitum, las guardias religiosas integristas que el Movimiento Islámico Rama Norte de Raed Salaj organizó en la mezquita de Al- Aqsa, hasta que pasaron a la clandestinidad a partir del 17 de noviembre del 2015.
Los tiros los realizó él, Abu Sabij, con un fusil M-16 reciclado, cuyo costo se calcula en unos 30 mil shekels (unos 7200 euros), que es el precio de los que se venden en el mercado negro palestino de la Margen Occidental. Una suma no tan fácil de juntar, y que de por sí requiere una financiación por detrás.
Dos días antes, en su Facebook, con una infografía donde se ve caer una lágrima con los colores de la bandera palestina sobre el Domo de la Roca, hablaba de la necesidad de defender la mezquita de Al- Aqsa, y de cómo está enamorado de este lugar tan sacro.
Además del preaviso en Facebook con un post destacado sobre cómo extrañaba esa mezquita, el tal Abu Sabij concedió una entrevista a la agencia de noticias árabe Maan, cuya sede está en Belén, un día antes de matar a los dos Israelíes. Y en la mañana del atentado concedió otro reportaje a la agencia Al Quds. En esta entrevista declaraba: “Nosotros seguimos actuando firmemente en nuestro Jerusalén y en la mezquita bendita de Al -Aqsa…
Nos alejaron de Al- Aqsa, y continuamos estando en sus puertas. Nos alejaron de Jerusalén, y con la ayuda de Alá volveremos a Jerusalén. Una Jerusalén libre de sus impurezas (la de los israelíes), de su abominación (la de los israelíes) y de su contaminación (la de los israelíes). Alá nos prometió la victoria, y la victoria llegará, de su mano, que esté el altísimo en la gloria”.
Lo interesante del caso es cómo personajes como este que estamos comentando, que declaran sus intenciones previamente por Facebook y otras redes sociales –y hasta por televisión-, logran pasar inadvertidos para el ojo del Gran Hermano israelí de la seguridad nacional, que aparentemente lo monitorea, graba y filma todo.
Israel y el reclutamiento vía Facebook
El ministro de Seguridad Interior de Israel, Guilad Ardán, salió varias veces a la palestra para culpar a Facebook y a las redes sociales en general, por atentados de Jerusalén, principalmente. Ardán, a la cabeza de lo que piensa todo el Gabinete de Netanyahu, sostuvo que “Facebook y el resto de las redes sociales le abrieron sus páginas a los incitadores, que son los que terminan sacando a la gente a las calles para cometer actos de asesinato y terrorismo. El hecho de que30 Facebook abra páginas de Hamás por la presión de la calle palestina, es directamente un escándalo”.
Ardán repite cada vez que se lo preguntan o le acercan un micrófono, que acusa a Facebook, pero a sus palabras las acompaña el viento. Sostuvo varias veces que “Facebook no puede abstenerse de su responsabilidad ante cada línea roja que se traspasa sobre su plataforma. La misma plataforma que Facebook pone a disposición de elementos terroristas”.
Lo de Ardán sería como una media verdad. Porque por un lado es cierto que Facebook y las demás redes sociales no hacen nada por evitar la incitación a la violencia de todos. Ni de árabes contra judíos ni de israelíes contra palestinos. El llamado a matar a la contraparte juega para todos los lados. Y el hecho de que veamos casos como el atentado que se cometió en Jerusalén en octubre del año pasado, con un post dando a entender lo que planeaba dos días antes, es un ejemplo patente.
Cada vez son más frecuentes los intentos de diversas organizaciones islamistas radicales para reclutar palestinos dispuestos a cometer atentados dentro de Israel.
Tal es el caso de Hezbolá, el Partido de Dios libanés, que no cesa en sus intentos para conseguir candidatos a inmolarse en las calles israelíes, a través de páginas de Facebook, donde lo pueden hacer con total impunidad.
El último caso que se conoció en este sentido fue cuando se dio a conocer la trama de cómo lo estaban haciendo, con el fin de provocar atentados con fusiles y otro tipo de armamento, en lugar de los cuchillos que muchos utilizaban cuando fue la primera etapa de la Intifada Individual.
A través de Facebook, Hezbolá detecta palestinos que hablan de realizar sus designios de mártires –como Zolfikar Alí- para financiarles la tarea. A uno de ellos es al que le habían prometido los 30 mil shékels (unos 7200 euros) para que explotara un camión dentro de Israel.
En este país están convencidos que estamos ante inminentes oleadas de terrorismo palestino, alentada desde las redes sociales, tanto por Hamás, como por Hezbolá, por Irán, así como por muchos elementos radicales que siguen esta corriente y que pululan por Twitter, Facebook o YouTube.
Víctimas del terrorismo versus Facebook
En julio del año pasado, familias de cinco asesinados entre el 2014 y el 2016 con doble nacionalidad –israelí y estadounidense- en atentados terroristas en Israel demandaron por mil millones de dólares a Facebook ante el fuero del Tribunal Federal de Nueva York. Lo hicieron en esta sede judicial neoyorquina, porque el Acta Antiterrorista de los Estados Unidos permite presentar demandas de este tipo cuando las víctimas son ciudadanos norteamericanos.
Esta Ley Antiterrorista determina claramente que ninguna persona, compañía u organización en los Estados Unidos, tiene autorización para prestar servicios a una organización terrorista, declarada como tal. Como sería el caso de Hamás.
La base de la demanda es que Facebook le proporciona servicios al Movimiento Islámico Hamás, permitiéndoles utilizar su plataforma para que intercambien mensajes, estrategias de ataque contra población civil, planes para cometer atentados y divulgar su ideología radical. Y de este modo contactan a quienes hacen una apología de la muerte con quienes están dispuestos a cometer los asesinatos. Como si fuera un servicio de la red oscura, en abierto.
Los demandantes no hacen hincapié en la apología de la violencia a partir de los contenidos, que es harina de otro costal a tener en cuenta en otros contextos. Sino que hablan del simple hecho de que Iejíe Sinuar, Ismael Hanía o Salaj Aruri, como las caras visibles de Hamás en la Franja de Gaza, Abu Marzuk como su representante desde El Cairo, a cargo allí del despacho político de su organización, y Majmud Al Azar como planeador de atentados contra israelíes desde la ciudad de Gaza, tienen cuentas abiertas en Facebook. Todos estos altos dirigentes de Hamás pueden libremente enviar mensajes a través de Facebook.
Facebook podría venir y decir que aunque no les guste a los israelíes o a los norteamericanos, Hamás es la organización que controla la Franja de Gaza, incluso tras el reciente acuerdo de reconciliación palestino con Al Fatah. A lo que los demandantes ya responden aludiendo que fue declarada como organización terrorista por el Departamento de Estado de los Estados Unidos desde el 10 de agosto de 1997 (aún siguen vigentes en la lista de FTO, las Foreign Terrorist Organizations). También es considerada como una organización terrorista tanto para Egipto, Canadá, Japón y obviamente Israel. La UE también la tenía en su lista desde el 2001, pero fue desvinculada en diciembre del 2014.
En Estados Unidos, gente como Khaled Mashal, Ismael Hanía, Salaj Aruri o Iejíe Sinuar no pueden, por ley, abrir una cuenta bancaria, por estar al frente de una organización terrorista. Con el mismo criterio no podrían abrir una cuenta de Facebook, que es una compañía norteamericana, por más ramificaciones irlandesas (allí tienen ahora su sede) e internacionales que tuviese.
Como turco en la neblina
Por ejemplo, tenemos el caso del ciudadano turco Orjan Buyruk, que con la máscara de hacer de guía turístico e ingresar como turista, venía a Israel para contactar con el Movimiento Islámico Rama Norte de Raed Salaj y con miembros de la minoría árabe del país, con el fin de reclutarles para futuros atentados, y de paso juntar información de “inteligencia”. Siempre visitaba la mezquita de Al- Aqsa, en Jerusalén y a la vez establecía sus relaciones con los elementos islamistas más radicales de Israel.
Buyruk estuvo detenido desde el 16 de setiembre del 2016 –al llegar al aeropuerto de Lod y bajar del avión- por un lapso de 21 días bajo secreto de sumario en Israel, mientras en Turquía se había desatado toda una campaña pública para pedir por su liberación, incluida una manifestación frente al consulado israelí en Estambul.
Los israelíes prefirieron luego deportarle a Turquía en lugar de tenerle detenido en el país. Los medios turcos daban a entender que Orjan trabajaba como espía para Irán. E Israel sospechaba que vino a recolectar información en el terreno para dársela luego a los iraníes.
Lo interesante aquí es observar de qué modo Irán intenta meter espías dentro de Israel utilizando también las redes sociales más populares.
Pero en el caso de Orjan Buyruk estaba la frágil reconciliación entre Israel y Turquía como trasfondo de la escena, y por ello ambos gobiernos habrían acordado la deportación y no seguir horadando en las actividades de Orjan cuando visitaba Israel.
De hecho, Israel había cumplido con su parte de la reconciliación al pedir disculpas por el episodio del Mármara en el 2010, y al haber pagado las indemnizaciones a las familias de los turcos muertos en el episodio. Pero los tribunales turcos que se habían comprometido a anular las demandas contra oficiales de Tzahal, no lo han hecho. Solamente pospusieron las sesiones destinadas al respecto, una y otra vez.
Desde su cuenta en Twitter y su página de Facebook Orhan venía profiriendo un odio visceral hacia Israel y un apoyo constante a un levantamiento palestino a partir del Monte del Templo y la explanada de las mezquitas, donde está la de Al-Aqsa. Echando leña al fuego de la violencia de los grupos palestinos islamistas radicales.
Los Servicios de Inteligencia de Israel le venían siguiendo desde hacía rato. Sólo tenían que leer lo que escribía en las redes sociales, algo que no siempre suelen hacer en tiempo real. Pero esta vez lo habían hecho. Y de allí la detención.
En una de sus fotos en Facebook se le veía caminando frente a la mezquita de Al-Aqsa y con la explicación al pié: “detrás mío, los policías traidores de Israel”.
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