Historia de Israel – Capítulo 3

Enlace Judío México.- Los judíos habían conocido grandes penurias en su historia, pero nunca se les había prohibido practicar su fe. La rebelión contra los griegos nació a los pies de las montañas de Judea, en Modiín, en una pequeña aldea al sur de Jerusalém, donde al llegar los emisarios del rey dispuestos a imponer por la fuerza las leyes paganas, incendiaron la primera chista de la rebelión judía. Matatías, un sacerdote y sus cinco hijos, huyeron a las montañas de Judea, reuniendo a su alrededor a las masas fieles a la ley divina, y en una marejada de valor rebelde, derrotaron la política de asimilación coactiva de Antioco. En Judea fue restablecida la libertad religiosa total y se logró la independencia, incluso con fronteras más amplias.

IOSEF NEIRA

Al morir Matatías en 167, su hijo Judas, Judas Macabeo como fue llamado, destacó como una de las grandes figuras militares de la historia judía, como un jefe de la resistencia de indomable valor. Sublevó a los simples campesinos y los lideró en una guerra de guerrillas contra un ejército abrumadoramente mayor. Luego de tres años de salvajes luchas, Jerusalém fue liberada y el Templo consagrado nuevamente al servicio divino, dando lugar nuestra fiesta Januca, la Fiesta de las luces, en que que recordamos como unos pocos pueden vencer a muchos sí obedecemos la voluntad de Hashem.

Nuevamente los corruptos partidos helenizantes provocaron una nueva guerra civil, repudiaron a Judas Macabeo y sus adeptos, lograron recuperar el sumo sacerdocio y hasta invitaron a Siria a intervenir en su favor. Juan Macabeo que había resistido con éxito al tirano extranjero, resultaría muerto en la lucha, pero otros dos hermanos hasmoneos, Jonatás y Simon, lograron transformar a esa familia de rebeldes en una dinastía reinante, los Hasmoneos, quienes gobernarían el país durante un siglo.

Desgraciadamente, al perder contacto con la voluntad popular, la dinastía de los libertadores de la nación, se extinguiría en una lamentable sucesión de deleznables imperialistas y déspotas. Durante el reinado de Juan Hircán se anexaron Transjordania, Samaria e Idumea. Los idumeos fueron los únicos en la historia del judaísmo, que serían obligados a convertirse, y provocarían así la terrible venganza al subir al trono más tarde de Herodes el Idumeo.

Los fariseos y los saduceos.
Al comenzar el exilio, el desarrollo espiritual estaba en manos de los sacerdotes y escribas, pero después de la victoria macabea ambos conformarían dos sectas contrarias. Del círculo sacerdotal nacerían los saduceos y de los escribas los fariseos. Los diferenciaba su posición social y su actitud frente a la ley. El pueblo se inclinaba por los fariseos, cuyo principio básico era la aplicación estricta de la ley a todos los ámbitos de la vida en interés de de la conservación nacional. Los fariseos estaban dispuestos a abandonar el poder político en beneficio de la gloria espiritual. Como expositores de la ley, se convirtieron en albaceas o guardianes de la cultura del país. Los saduceos por otra parte, representaban a la clase sacerdotal y a la aristocracia. Intentaron helenizar Judá en los tiempos de Antioco, ignoraron el desarrollo de la Ley Oral e insistían en una aplicación rígida de la ley canonizada solamente. Aunque constituyeron siempre una minoría, su poder político solía ser grande. Como sacerdotes eran los custodios del tesoro del Templo y su riqueza determinaba su prejuicio social.

El fervor religioso de los saduceos se concentraba en el Templo y sus sacrificios. Aunque los fariseos no rechazaban el Templo o los privilegios de la clase sacerdotal, consideraban que el judaísmo tanto en Judá como como en la diáspora exigía algo más que eso. El fariseísmo era una fuerza asombrosamente expansiva que tendía a la flexibilidad y la evolución. Una de las facciones menores de los fariseos eran los ”fanáticos”, quienes libraron una guerra de guerrillas contra Roma. Los esenios, en cambio eran un ala de los fariseos que veía la debilidad política y la pobreza como virtudes intrínsecas.

El acontecimiento más importante y nefasto de los judíos helenistas, fue la traducción del Tanaj o Antiguo Testamento al griego. Esa traducción conocida con el nombre de Septuaginto (versión griega de los setenta), en un intento por hacerlo comprensible al lector griego, los conceptos e ideas mosaicas se sustituirían por conceptos puramente locales y nacionales, pero lo más importante, es que sin una versión griega del Tanaj, los primeros misioneros cristianos no habrían sido capaces de convertir a los gentiles de habla griega, y el cristianismo no se habría convertido jamás en una religión mundial.

Los vientos del oeste harían oír las trompetas de Roma y serían testigos del nacer del cristianismo…

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Silvia Schnessel: Silvia Schnessel es corresponsal de Enlace Judío en España. Docente y traductora, maneja el español, el hebreo, el francés, el inglés y el catalán. Es amante del periodismo, del sionismo y de Israel.