Enlace Judío México.- Han pasado ya 32 años de aquel temblor que otra vez me rompió el corazón, de aquel acontecimiento que rompió mis calles, tiró mis edificios y dejó a mi gente desamparada; sin embargo, en aquella fecha, toda mi gente se unió, unos veían por los otros, no importaba, la edad, la estatura, la clase socioeconómica ni la religión, todos parecían hermanos y cada uno de ellos intentaba cuidarme y curar mis heridas.
ISAAC SHAMAH PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
En su momento pensé, sí, me pasó una desgracia, una tragedia, y estoy lastimado pero tengo a la mejor gente del mundo, esto no se puede poner en duda, a pesar de que hay muchos que no lo creían y que en los últimos años antes de esto ya había sufrido del maltrato de varios; lo que veía confirmaba que mi gente estaba conmigo en los peores momentos.
Veía todo lo que hacían y exclamaba ¡mira cómo salen a las calles! ¡No duermen! Y hacen lo imposible para rescatarme a mí y a la gente que se encuentra en estado crítico. En esos momentos me quedé pensando y me dije: “Estoy seguro, saldré más fuerte que nunca, esta nueva generación a la que le llaman Millenials me lo está mostrando”. Ellos tomarán mis riendas, serán mis nuevos políticos, mis nuevos funcionarios públicos y harán que todo cambie para las futuras generaciones. Quitarán los sistemas corruptos y obsoletos, crearán nuevas oportunidades, arreglarán el sistema educativo para sus hijos y aunque todo esto no les toque a ellos, lo harán por mí, lo harán porque me quieren, lo harán porque están orgullosos de vivir en mí.
Recuerdo bien todo eso e ilusamente en verdad lo llegué a pensar, pero el escenario es otro, hoy, 19 de septiembre de 2049, al deslizar las páginas electrónicas para ver el periódico, ya que desde hace tiempo ya no se encuentra la versión impresa, me encuentro con que sigo siendo el país número 1 en obesidad infantil, volteó a ver mis calles, veo la pobreza, la injusticia social y el tráfico de siempre y en este último veo que siguen habiendo robos, asaltos, secuestros y hasta matanzas. Pienso en que muchas personas que me habitan seguramente no llegan a sus casas de trabajar y no lo puedo comprender.
Me meto a mis pueblos y veo el trato a mis mujeres, veo que siguen y siguen los feminicidios que me caracterizaban.
Me meto a la página de la OCDE, de la que sigo siendo parte por compromiso o costumbre, y encuentro el mismo dato de que mi sistema educativo está en el último lugar de la lista.
Veo la desigualdad social dentro de mis clases, la injusticia con mis ciudadanos y el exceso de poder que tienen mis funcionarios.
Volteo a ver a mi Congreso y a mis políticos, en espera de que sean más respetables y me encuentro con la misma gente de siempre, me encuentro con los presupuestos mal administrados, con los robos descarados y con la corrupción que me sigue matando. Veo más de cerca y me doy cuenta que siguen los puestos mal dados, que sigue el compadrazgo tanto en el sector público como en el privado y que la gente que en verdad lo merece muchas veces no llega a donde debe de estar.
Al ver a mi Presidente, me topo con el mismo tipo que no merece guiarme, con el que no sabe ni liderar, ni leer, y es de quien se burlan en redes sociales en todo el mundo.
Echo un vistazo a mi gente y veo cómo siguen con el clasismo que tenían, cómo me quedan pocos indígenas y cómo tampoco me los respetan ni les dan su lugar.
Veo cómo mis mentes más brillantes tienen que irse de mí para crecer y me parte el alma, que no puedan desarrollarse en mí, escucho cómo dicen que ganan poco en mí y que no les alcanza para vivir.
En los deportes, veo que la falta de respeto con las selecciones de mis amigos sigue, que mi gente no sabe recibir a la de mis colegas y que varios turistas que vienen a visitarme se llevan malas experiencias.
Triste y desconsolado, le hablo a mi amiga Alemania para ver cómo va ella, me dice que muy bien, que el 49 ha sido un super año para ellos y que desde que tiraron el muro de Berlín la gente a ella sí le ayudó y aunque los que tiraron al muro no pudieron ver los resultados inmediatos, lucharon por ella para volverse la potencia que fue en 2017 y que es ahora.
Sacado de onda, le hablo a mi vecino Estados Unidos, escucho, como de costumbre, su aire de grandeza y políticamente me comenta que su Standard & Poors 500 sigue creciendo y aunque no lo quiero aceptar, sé que con todo y sus baches sigue siendo el líder del mundo.
Texteo con China y me presume el desarrollo que ella ha tenido desde el cambio de formato en el gobierno que tuvo.
En fin, me pongo en contacto con todos los países líderes y me pregunto, por qué no estoy ahí, por qué no estoy en la cima con ellos, por qué si tenía a la mejor gente, tenía los mejores, climas, las mejores playas, una ubicación más que privilegiada y en mí se encuentran los lugares más hermosos del mundo, por qué si tengo una comida exquisita y tenía la mejor flora y fauna hasta que se la acabaron.
Regreso mentalmente a 2017 y me doy cuenta que la euforia por ayudarme duró muy poco, me doy cuenta que a aquella generación sólo le importaba ayudar para llenar un vacío que tenía en aquel momento y para mostrar que ayudaban. Me doy cuenta que el pensar que yo acabaría como Alemania después de que su gente tiró el muro era un error, me doy cuenta que no me querían como pensaba y que no pensaron en que yo podía estar fenomenal si me ayudaban.
Posiblemente les pedía mucho, pero no lo creo, sé que es complicado pedirle a alguien que me ayude, aunque a ellos no les tocaría ver los resultados, después de todo, lo único que pedía es que me ayudaran a ser una potencia para sus hijos y sus nietos. Qué tiene de malo pedirles eso, después de todo, varios de mis colegas lo han logrado, algunos con muchos menos recursos que yo.
Dos minutos después, me desperté y me di cuenta que sólo fue una horrible pesadilla, que aún no pasaba ni un año después de aquel temblor y que todavía mi gente me apoyaba, sin embargo vi que si tú no te atreves a ayudarme, nadie lo hará y que en 32 años lo que te acabo de comentar será mi realidad y la de tus seres queridos.
Yo sé que te pido mucho y entiendo que en una época en donde todo es instantáneo lo que te pido es más complicado de cumplir, pero te ruego que si me quieres un poco aún, me saques de los escombros en los que me encuentro, te pido que muestres que esa generación Millenials que en otros lados y generaciones es conocida por no comprometerse, se comprometa conmigo al cien por ciento, aunque no vea el cambio y que haga el cambio desde ya, para que las siguientes generaciones estén orgullosas de vivir en mí.
Hoy, te pido que te unas conmigo, que me defiendas, que votes, que pidas al mejor de los candidatos, que no robes, que no hagas alguna trampa que parecería ser una cosa de la nada, que no tires basura en mis calles, que eduques mejor a tus hijos y que respetes más a tus prójimos.
Te ruego que, aunque los cambios no los verás de inmediato y que posiblemente le tocarán a otras generaciones, me saques de estos escombros.
Atte: México
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