Enlace Judío México.- Dirigentes británicos y franceses no ocultan que es mejor que “caigan en la batalla en Siria e Irak” y que no retornen a Europa como terroristas.
MIKEL AYESTARAN
El califato ha pasado de ser el sueño de miles de yihadistas –que acudieron a la llamada a la guerra santa que su líder, el autoproclamado califa Abu Baker Al Bagdadi, realizó en junio de 2014– a convertirse en su tumba. Se calcula que en su momento de mayor esplendor, la columna extranjera del grupo yihadista ISIS estuvo formada por entre 30.000 y 40.000 combatientes llegados de un centenar de países, entre ellos unos 5.000 europeos (con Alemania, Francia y Reino Unido como principales lugares de origen), según los datos recogidos por el centro de investigación The Soufan Group.
Estados Unidos lidera una coalición internacional para derrotar al Estado Islámico y que tiene además el objetivo de «asegurar que cualquier yihadista extranjero que viajó para combatir aquí, muera aquí», declaró Brett McGurk, enviado especial de Washington a la coalición anti Daesh, en una entrevista concedida a la cadena árabe Al-Aan pocas horas antes del final de la operación para liberar Raqqa. Una estrategia que comparten otros países de la coalición como Francia y Reino Unido.
Raqqa, la capital del «califato» en Siria, cayó después de cuatro meses de ofensiva y de una negociación final en la que ISIS accedió a rendirse, pero los milicianos extranjeros quedaron fuera del pacto y combatieron hasta la muerte. Unos 300 hombres se atrincheraron en el estadio de la ciudad y resistieron 48 horas tras la evacuación en autobuses de sus compañeros sirios.
Los mandos kurdos de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), la alianza de milicias kurdas y árabes que combaten con el apoyo de EE.UU., disponían de una lista con nombres y fotografías de combatientes extranjeros. Tenían la orden de «eliminarlos» porque en caso de detenerlos «sus países de origen no los querían de vuelta», aseguraron fuentes kurdas a la agencia AP.
La existencia de estas listas no es nueva y durante el pasado año se reveló que fuerzas francesas y británicas las usaban. The Wall Street Journal informó del inicio de la caza de yihadistas de origen francés por parte del Ejército de Irak y fuerzas especiales francesas, que habrían identificado a 30 hombres como «objetivos muy valiosos». Poco después, Sunday Times reveló que las fuerzas especiales británicas (SAS, por sus siglas en inglés) disponían de una relación elaborada por los servicios de inteligencia con 200 nombres a los que debían matar para evitar su retorno al Reino Unido. Fuentes de Defensa consultadas por el diario londinense anunciaron que «se trata de una lista con personas muy malas que hay que eliminar. La caza de los islamistas británicos está en marcha».
Los británicos han empleado también aviones no tripulados para matar a compatriotas enrolados en la yihad y esta estrategia ha sido cuestionada por la oposición que critica «la falta de una base legal ya que es una guerra sin la aprobación del Parlamento, incluso la Cámara de los Comunes la rechazó en septiembre de 2013», según palabras del líder laborista, Jeremy Corbyn.
“Objetivo legítimo”
Dirigentes políticos británicos y franceses no ocultan esta estrategia encaminada a evitar el retorno de los ciudadanos de sus países que forman parte de ISIS como ha salido a la luz en la reciente ofensiva de Raqqa. El ministro de Defensa de Francia, Florence Parly, confesó a la cadena de radio Europe 1 que «si los yihadistas mueren en combate, sería lo mejor para nosotros». El secretario de Estado de Desarrollo Internacional del Reino Unido, Rory Stewart, se expresó en términos similares en la cadena BBC Radio 5 Live y declaró que los británicos que combaten con al ISIS “representan un grave peligro para nosotros y, desafortunadamente, la única manera de hacerles frente será, en casi cada caso, matarlos”.
Las palabras de Stewart coinciden con las de su ministro de Defensa, Michael Fallon, quien etiquetó a los ciudadanos de su país que fueran a luchar bajo las órdenes del califa como «un objetivo legítimo».
Consultado por este medio sobre esta caza de yihadistas, Ali Soufan, ex agente del FBI y director de The Soufan Group, señala que «una política dirigida a matar a todos los combatientes extranjeros tiene implicaciones en la marcha de la lucha contra el autoproclamado califato ya que cuando les arrincones, sin escapatoria, combatirán hasta la muerte».
Los servicios de inteligencia de EE.UU. elevan a más de 60.000 los yihadistas muertos desde junio de 2014, entre ellos la mayor parte de altos cargos, pero es una incógnita el número de seguidores del califa que se han reagrupado en el valle del Éufrates, en la zona desértica que une Irak y Siria, los que se han colado entre población civil para formar en células durmientes, los que han emigrado a Idlib para pasarse a las filas de Al-Qaeda o los que han podido regresar a sus países de origen.
Fuente:abc.es
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