Vivian Imar ante la magia de Jerusalén

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Enlace Judío México.- Había estado por primera vez en Israel cuando tenía un año. De acuerdo a lo que me contaron mis padres, empecé a caminar en el Teatro Nacional Habima de Tel Aviv. A los 17 años estudié por unos meses en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Diez años más tarde me contrataron para filmar allí un documental. Y ahora volvía, a pocas semanas de cumplir 50 años, junto a mi familia.

VIVIAN IMAR

Emoción pura.No podía creer que había pasado tanto tiempo. Amanecimos con la vista a la Ciudad Vieja, desde la habitación veíamos la gran muralla. Esa imagen guardada en mi memoria estaba ahí, a pocos metros.

Nos lanzamos a caminar por la Ciudad Vieja, atravesamos la puerta de Yafo y fuimos al Shuk, el mercado árabe para ver sus estrecha calles, con sus olores y sabores. Repletas de tiendas de comida típica como Shawarma y Falafel, el aroma del café con cardamomo, las tiendas de narguile con tabacos perfumados, las alfombras y túnicas bordadas.

Seguimos avanzando por esta ciudad sagrada para judíos, cristianos y musulmanes, donde cada rincón está colmado de historia. De golpe, frente a nosotros, el imponente Muro de los Lamentos, que es el único resto arqueológico del Gran Templo destruido en el año 70 de la era cristiana. Nos quedamos todos en silencio mientras podíamos oír los murmullos de los cánticos y las plegarias de los más ortodoxos. Yo fui preparada. Tenía en mi bolsillo un papelito donde había escrito algunos deseos y lo puse en una hendija del muro, junto a miles de otros papelitos.

La Ciudad Vieja está dividida en cuatro barrios, el judío, el cristiano, el musulmán y el armenio. De lejos vimos la cúpula dorada del Domo de la Roca, uno de los principales santuarios islámicos del mundo. Siempre me sorprende ver que en una zona de permanente conflicto, conviven diariamente miles de personas de tantos credos y religiones. Nos acercamos a una peregrinación de sacerdotes cristianos, que llevaban la cruz por la Vía Dolorosa hacia la iglesia del Santo Sepulcro. Muy cerca iba un grupo de peregrinos filipinos, más allá otro de judíos ortodoxos y a pocos pasos, mujeres musulmanas con sus rostros cubiertos, vistiendo túnicas de bellísimos colores. Nosotros también entramos al Santo Sepulcro para ir a la capilla de la Crucifixión y a la capilla del Calvario.

Aprovechamos otros días para visitar el Museo de Israel, un gran museo de arte y arqueología donde están los famosos Rollos del Mar Muerto, que son los manuscritos bíblicos más antiguos. Después fuimos al Yad Vashem, es el Museo del Holocausto, una experiencia conmovedora.

Hicimos una visita guiada por el Parlamento israelí, la Knesset. Y caminamos por la concurrida la calle Yafo, donde el centro comercial Mamila une la belleza de la arquitectura y la piedra con la moderna decoración de sus negocios. Antes de irnos de Jerusalen, para despedirnos con una vista panorámica de la ciudad, fuimos al Monte de los Olivos, un lugar inolvidable por su historia.

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