Enlace Judío México.- Hillel Neuer, director ejecutivo de UN Watch, lamenta que países como Irán, Cuba y Venezuela estén en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
GOYO G. MAESTRO
Hillel Neuer es el azote de los regímenes autoritarios que se sientan en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Este abogado canadiense dirige desde hace años UN Watch, una organización no gubernamental con sede en Ginebra, especialmente incisiva con aquellos estados que usan un doble rasero cuando se trata de abordar la espinosa cuestión de la defensa de los derechos humanos. En entrevista con LA RAZON denuncia el sistema viciado que permite que países como Irán y Sudán puedan formar parte de este organismo internacional.
-¿Por qué la Unesco ha perdido crédito en los últimos años?
–La Unesco tiene un largo historial de defectos en su funcionamiento interno. Los primeros fallos surgieron en los años setenta, cuando la Unión Soviética usaba la institución y otras agencias de la ONU contra Occidente. La URSS quiso montar una alianza de países de África y Asia contra el imperialismo al mismo tiempo que impulsaba sus ideas totalitarias. En 1984, EE UU se marchó de este organismo y estuvo fuera durante 18 años. Reino Unido también se retiró 1985 durante 11 años. Y Singapur también hizo lo mismo.
-¿Ha habido intentos de reformar el funcionamiento de la Unesco?
-La directora general Irina Bokova trató de introducir reformas, pero cuando tienes a países como Irán y Sudán como miembros del consejo realmente estás muy limitado para cambiar las cosas. En 2011, Siria fue elegida para formar parte del Consejo de Derechos Humanos. Todos los países apoyaron esa elección, incluidos EE UU y Reino Unido. Cuando la guerra de Siria comenzó, Reino Unido trató de echar a Siria del Consejo pero fueron incapaces. Ese es un ejemplo del fracaso a la hora de reformar la institución. Otro ejemplo fue lo sucedido en 2008, cuando la Unesco planteó celebrar en Teherán el Día Mundial de la Filosofía, con un instituto dirigido por el Gobierno, dando así legitimidad a un régimen fundamentalista. En cinco años, entre 2009 y 2014, la ONU adoptó 46 resoluciones sobre Israel, una sobre Siria y ninguna sobre Irán, Sudán y Corea del Norte.
-¿Qué actitud adoptan las democracias occidentales ante esta inercia?
-La responsabilidad no está sólo en países como Irán, Sudán y Siria, sino también en París y Estocolmo. En 2016, una de las resoluciones de la ONU trató de negar o minimizar los vínculos entre Jerusalén y los judíos. En la resolución se acusaba a Israel de colocar tumbas falsas en Jerusalén, algo totalmente fuera de lugar. París y Suecia votaron a favor. Cuando Israel le preguntó al presidente Hollande por el motivo, éste reconoció que había sido un error. Si los estados democráticos dejan que estos países politicen la Unesco apoyando o absteniéndose en sus resoluciones, continuarán usando a la Unesco para sus fines.
-¿Cree que España, como nuevo miembro del Consejo de Derechos Humanos a partir de 2018, será un aliado clave para luchar contra las violaciones de derechos humanos?
-España tiene una gran trayectoria como país democrático y también dentro de la ONU. Desde nuestra organización valoramos muy positivamente el trabajo de España. La suya es una voz importante en Europa y en el mundo, y como socio de la UE es clave en la defensa de la libertad de expresión, de los derechos de las mujeres, de un Oriente Medio más pacífico. Además, España financió la cúpula de la sala de los Derechos Humanos de la Unesco en Ginebra, donde hay una obra de un artista español, Barceló. España tiene una conexión especial con este espacio.
-¿Han aumentado las denuncias de disidentes venezolanos en el Consejo de Derechos Humanos?
-Sí. En los últimos cinco años hemos llevado a los familiares de presos políticos venezolanos a Ginebra. Hemos hecho todo lo posible para pedirle al Consejo de Derechos Humanos que actúe en Venezuela. Desafortunadamente, Venezuela fue reelegida para el Consejo de Derechos Humanos. La gente se está muriendo de hambre y encarcelan a los manifestantes. Pedimos una resolución sobre este país, pero nunca se ha adoptado, y la creación de una comisión de investigación, además de la expulsión de Venezuela del Consejo, siguiendo las propias normas del organismo, que dicen que todo país miembro que viole los derechos humanos de una forma sistemática tiene que ser expulsado. Hasta ahora no ha habido nada de esto, es vergonzoso.
-¿Hay democracias occidentales donde se produzcan violaciones sistemáticas de derechos humanos?
-No creo que haya democracias occidentales que violen de forma sistemática los derechos humanos. Violaciones de los derechos humanos se producen en todos los países. En mi país, Canadá, hay. En Suiza, donde vivo desde hace 13 años, también. En Europa occidental y en Australia también existen violaciones de los derechos humanos. Pero no de una manera sistemática y masiva. La ONU tiene que tener prioridades y hablar claro en países donde no hay instituciones democráticas. Estados Unidos tiene ahora mismo a Trump haciendo cosas muy polémicas que limitan los derechos humanos. Afortunadamente, todas las instituciones democráticas de este país se están levantando. La oposición y los medios atacan a Trump cada día; los juzgados están suspendiendo sus decisiones. La democracia americana está demostrando que es sana y fuerte. Pero ¿quién va a protestar en Naciones Unidas por las condiciones de los derechos humanos en China? Nadie. ¿Y en Arabia Saudí? Nadie, no hay oposición, están en la cárcel.
-Usted asegura que la ONU es un reflejo del mundo actual. ¿Le gusta el mundo en el que vivimos?
-Hay cosas buenas y malas. Hemos visto progresos en algunas áreas y retrocesos en otras. La Europa del este está en una situación mejor si se compara con hace 15 años. Los problemas con Vladimir Putin son muy graves. En América Latina había varias dictaduras y ahora no. En muchos casos, el mundo de ahora es mejor, pero todavía vemos cosas terribles, como lo que está sucediendo en Venezuela y en Turquía, un país que hace diez años era un modelo para las democracias islámicas y que ahora no lo es. Se han despedido a 150.000 personas y se ha encarcelado a periodistas. El Consejo de Derechos Humanos de la ONU es ahora un reflejo peor de lo que es el mundo porque tenemos a países como Venezuela y Cuba dentro. Al final, en el Consejo lo que hay es un mercadeo de votos para estar allí. Hasta cinco países de la UE votaron para que Arabia Saudí estuviera en el Consejo.
-¿Le preocupa el auge de la extrema derecha en Europa?
-Si. Hasta hace unos años no era una preocupación seria, sólo estaba presente en unos pocos países, pero ahora estamos viendo división en Europa, y la inmigración es un factor principal que provoca esta polarización. La gente tiene miedo de perder su identidad. Estamos viendo cómo surge un extremismo a la derecha pero también a la izquierda. En lo que coinciden los dos es en su oposición al liberalismo y a las instituciones parlamentarias.
-¿Es optimista sobre el conflicto arabe-israelí?
-Una de las mayores contribuciones de Obama para la reconciliación árabe israelí fue el pacto nuclear iraní, odiado por Israel y por la mayoría del mundo árabe debido al auge de Irán. Estados Unidos parece haber fracasado a la hora de frenar a Irán, así que los iraníes están haciéndose con Yemen, Siria y el gobierno de Irak está bajo la influencia iraní. Irán se está extendiendo y Hezbolá nunca ha estado más fuerte. Pero al mismo tiempo, Israel y el mundo islámico nunca han estado tan cerca, hablo de los gobiernos, no de la gente. Aquellos que temen un Irán nuclear van juntos. Israel nunca ha estado tan cerca de Egipto y de Arabia Saudí, esa es la paradoja. No es que los saudíes de repente amen el sionismo. Pero al final el régimen lo que quiere es sobrevivir, y la amenaza no es Israel sino Irán.
Fuente:larazon.es
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