Enlace Judío México.- Un repaso a los mejores autores del Holocausto que dieron testimonio del horror y cuyas vidas se vieron truncadas por su condición de judíos.
Al acabar la Segunda Guerra Mundial, Primo Levi decidió dar testimonio al mundo del horror del nazismo. Lo había vivido en primera persona en Auschwitz. Su relato, Si esto es un hombre, se encontró con un muro de indiferencia y fue rechazado por las editoriales hasta años después cuando comenzó una labor de recuperación de escritos de la época, allá por los años 70. Imre Kertész es uno de los mayores representantes de la literatura del Holocausto, junto con Levi.
El premio Nobel a Kertész en 2002 representó el reconocimiento a toda una generación de la que, sin embargo, quedaban muchas experiencias con nombre y apellido que contar. Kertész (Budapest, 1929-2016) sobrevivió a los campos de concentración de Auschwitz y Buchenwald, adonde fue deportado siendo adolescente. Dejó sin duda el testimonio mejor escrito sobre ellos.
La crítica literaria y ensayista Mercedes Monmany continúa esta tarea de preservación en Ya sabes que volveré (Galaxia Gutenberg), en la que reivindica a las escritoras del Holocausto y su literatura testimonial representadas por Irène Némirovsky, Gertrud Kolmar y Etty Hillesum, miembros de aquella generación sesgada que, sin duda, “habrían formado parte de la élite intelectual europea del siglo XX“.
No sólo cuenta el valor histórico de sus textos, sino también “su gran penetración en la reflexión y su entusiasmo“, que continuaron su formación intelectual y espiritual hasta el final en la situación más adversa, sin ceder a la tentación del odio. “Nunca permitieron que se les deshumanizara, no se pusieron a su nivel. Me emocionan estos escritos de jóvenes intelectuales que, sin saberlo, representaban a la especie humana“.
Cada una de estas escritoras dibuja el mundo de aquellos días con un estilo diferente. La holandesa Etty Hillesum relata sus vivencias en el campo de tránsito de Westerbork con una perfección formal que convierte su diario en una obra prominente dentro de una temática explotada tanto en la literatura como en el cine. La más joven de las tres, Etty falleció el 30 de noviembre de 1943 cuando aún no había cumplido los 30 años.
Por su parte, Gertrud Kolmar indaga en la tragedia a través del simbolismo, refugiándose en otros mundos lejos de su Berlín natal en el que, sin embargo, decía sentirse extranjera tras ser trasladada a los apartamentos colectivos de judíos de la ciudad. La poeta, nacida en 1894, ya había publicado tres libros antes de morir en 1943. Gertrud (1894 – 1943) nace en Berlín en el seno de una familia de la burguesía judía. Su primo, el pensador Walter Benjamin, reconoció en ella no sólo una excelente escritora y poeta, sino también una verdadera alma gemela.
La más conocida, Irène Némirovsky, hizo un retrato novelado de la sociedad de la época, analizando el carácter de la colectividad judía de forma tan mordaz que ha sido incluso tachada de antisemita. Ni siquiera esa fama que ya disfrutó en vida conseguiría salvarla de la deportación. novelista de origen ucraniano, que vivió en Francia y escribió en francés. Fue deportada bajo leyes raciales por su origen judío, aunque se había convertido al catolicismo en 1939.
El nexo de unión de todas ellas es su carácter estoico que les llevó no solo a no dejar de escribir, sino a proyectar la repercusión ulterior que querían que tuviese su obra. Todas ellas, conscientes de la amenaza que se cernía sobre su futuro, querían ser recordadas como voces de su tiempo.
Mantener el recuerdo, una responsabilidad
Aún en la actualidad, siguen llegando documentos y testimonios inéditos. El Holocausto es un tema recurrente que, sin embargo, se ha actualizado en un presente político convulso. Irène Némirovsky, de origen ucraniano, que vivió en Francia, escribió en francés y se sentía “francesa de los pies a la cabeza”, fue deportada bajo leyes raciales por su origen judío, a pesar de haberse convertido al catolicismo en 1939. Aun así, vio rechazada en múltiples ocasiones la solicitud de naturalización en el país galo.
Cree la autora que preservar la memoria es una “responsabilidad heredada” de los protagonistas, y un recordatorio necesario en una sociedad agitada y de “persecución al otro“.
La introducción de Ya sabes que volveré, titulada “Esta vida es bella y está llena de sentido“, es una declaración de intenciones del mensaje final, una visión optimista perfilada por la actitud resiliente de Etty, Irène y Gertrud, que fueron escritoras hasta el final.
Fuente: El Mundo
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