Enlace Judío México – El reino sunita está tratando de trasladar el campo de batalla al Líbano. Esto puede generar una secuencia de reacciones.
AMOS HAREL
A fines de la semana pasada, en menos de veinticuatro horas, el reino saudita desencadenó una serie de sucesos internos y en todo Oriente Medio, a través de una serie de movimientos que intensificaron su batalla contra Irán por la hegemonía en la región.
El plan completo de Arabia, si existe, aún no ha sido revelado. Sin embargo, la serie de acontecimientos ha aumentado el nerviosismo en las capitales de sus vecinos, provocando muchas conjeturas sobre los próximos movimientos de los sauditas.
Primero surgió el anuncio de la renuncia del primer ministro libanés, Saad Hariri. Al principio se dijo que el movimiento se debía a sus preocupaciones de un complot de Hezbolá inspirado por Irán para asesinarlo. Ahora la renuncia parece ser más un dictado de Arabia Saudita, debido a su desagrado por la forma en que Hariri se vio obligado a cooperar con Hezbolá en el gobierno del Líbano.
Pocas horas después de la renuncia, los saudíes anunciaron una ola de arrestos de príncipes y empresarios adinerados, bajo sospecha de corrupción. Mientras detenían a los príncipes hospedados en el Hotel Ritz Carlton de Riad, se produjo un extraño accidente aéreo en el sur del país. Al día siguiente, se informó que un príncipe había intentado huir, utilizando un helicóptero que fue derribado por la Fuerza Aérea Saudita, provocando la muerte de los nueve pasajeros y la tripulación a bordo. Mientras tanto, los rebeldes Al-Houthi del Yemen, respaldados por Irán, dispararon un misil contra el aeropuerto de Riad que fueron interceptados por misiles norteamericanos. En respuesta, Arabia Saudita impuso un bloqueo terrestre y naval sobre el Yemen.
Estos no fueron los únicos acontecimientos relacionados con Arabia Saudita esta semana. El presidente de Estados Unidos., Donald Trump, expresó su apoyo a las medidas adoptadas por el rey Salman y por el hombre fuerte del reino, el príncipe heredero Mohammad bin Salman. El yerno de Trump, Jared Kushner, visitó Arabia Saudita e Israel varios días antes de que se produjera la ola de purgas. En Israel, el Ministerio de Relaciones Exteriores difundió un documento entre sus embajadas tras la renuncia de Hariri, congruente con la versión oficial saudita de los hechos, que responsabiliza a Irán de la crisis en Líbano. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, viajó urgentemente a Egipto y Arabia Saudita. Bruselas recibió una solicitud sorprendente sobre la visita de una importante delegación saudí la próxima semana que discutirá métodos para combatir el terrorismo. Los saudíes respondieron a una invitación emitida por los europeos diez meses antes.
¿Acaso hay una línea que une estos puntos, y otra que la vincula a la crisis deliberadamente generada por Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Egipto con Qatar el verano pasado? ¿Existe un vínculo entre estos temas y la reciente reconciliación entre la Autoridad Palestina y Hamás liderada por El Cairo, que comenzó a implementarse en Gaza la semana pasada? Fuentes de inteligencia y académicos estiman que estos movimientos tienen por objeto consolidar la influencia de Mohammad bin Salman, antes de que suba al poder.
No está claro si los sauditas se conformarán con estos movimientos. Existe una estrecha relación entre la administración de Trump y Arabia Saudita, que junto con Israel acogió la elección del presidente norteamericano el año pasado. Mientras tanto, abundan los informes en todo el mundo de una creciente coordinación diplomática y de inteligencia entre Riad y Jerusalén. Ambos ven a Irán como un enemigo común, y se sienten frustrados por la incapacidad de occidente de lidiar con la creciente influencia de Irán en la región.
La serie de acontecimientos, comenzando con la crisis de Qatar el verano pasado, refuerzan las sospechas de que esto es parte de un movimiento más amplio de Arabia Saudita, un ambicioso intento de establecer un nuevo orden en la región. En el frente diplomático, esto está relacionado con la reconciliación palestina, liderada por El Cairo, pero que también requiere el respaldo financiero de los saudíes y los Emiratos Árabes. Además, el establishment de defensa y los círculos políticos en Israel se preparan para la posibilidad de que la administración de Trump presente a Israel y a la Autoridad Palestina un nuevo documento, en un intento de reanudar el proceso de paz. Tal movimiento puede estar coordinado entre Estados Unidos y los saudíes. Las ambiciones de Arabia Saudita pueden tener otros resultados también. El ex embajador de Estados Unidos en Israel, Dan Shapiro, cuestionaba en un artículo de Haaretz esta semana si los sauditas están empujando a Israel a una guerra con Hezbolá e Irán.
Shapiro, quien fue asesor de Barack Obama para asuntos de Oriente Medio, plantea la posibilidad de que ahora que el régimen de Assad en Siria ha sobrevivido a la guerra civil, los saudíes intentan trasladar el campo de batalla con Irán al Líbano, y pretenden que Israel haga el trabajo sucio. Esto puede generar una secuencia de reacciones, según Shapiro. La renuncia de Hariri obligará a Hezbolá a lidiar con las consecuencias de la crisis política y económica en Líbano. A su vez, la organización chiíta, puede propiciar un enfrentamiento armado con Israel para unir al público libanés en torno al grupo. Shapiro advierte contra una manipulación de Arabia Saudita para empujar a Israel a un enfrentamiento armado prematuro.
Él no es el único que plantea esta posibilidad. Dov Zakheim, quien ocupó altos cargos en el Pentágono durante la administración de Reagan, escribió un artículo esta semana en Foreign Policy en el que discute la alianza entre Estados Unidos y Arabia Saudita, los Emiratos e Israel. Zakheim menciona la visita de Kushner a Riad y argumenta que Trump, Netanyahu y Mohammad bin Salman planean presionar a Irán. Israel, como se sugirió la semana pasada, debe actuar en circunstancias extremadamente delicadas. El éxito del régimen de Assad, la presencia rusa en Siria y la creciente influencia de Irán han creado una nueva situación. Esta razón, el Estado Mayor cree que es necesario definir las reglas del juego de manera que Israel mantenga la libertad de actuar en el frente norte. Al parecer, esta es la razón de los numerosos informes de ataques aéreos israelíes en Siria contra depósitos y fábricas de armas, y envíos de armamento destinados a Hezbolá en el Líbano. Estas circunstancias también aumentan drásticamente los riesgos de un deterioro no planeado como resultado de un incidente local que pueda salir de control. Si Arabia Saudita aviva el conflicto entre las partes, esto podría convertirse en un peligro tangible.
Los comandantes del Ejército de Defensa de Israel insisten en que cada operación se basa en información de inteligencia precisa y mucha reflexión, antes de presentarla a los líderes políticos para su aprobación. Y, sin embargo, parece que este es un período tenso incluso en comparación con los acontecimientos de los últimos años, y el frenesí que se apoderó de la región desde los eventos que sacudieron al mundo árabe en diciembre de hace siete años.
Fuente: Haaretz / Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico
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