Enlace Judío México.- ¿A quién el olor de un guiso casero no lo transporta a su infancia?
Científicos del Instituto Weizmann de Ciencias acaban de revelar la base científica de esta conexión. Su investigación apareció en la publicación Current Biology.
La estudiante de posgrado Yaara Yeshurun, conjuntamente con los profesores Noam Sobel y Yadin Dudai del Departamento de Neurobiología del Instituto, consideraron que la clave no tenía por qué estar en la infancia, sino en la primera vez que se encontraba un olor en el contexto de un objeto o evento específico.
En otras palabras, la asociación inicial de un olor con una experiencia dejará de alguna manera una impresión única y duradera en el cerebro.
Para poner esta idea a prueba los científicos diseñaron un experimento: en primer lugar, en un laboratorio especial de olores, los sujetos vieron imágenes de 60 objetos visuales, cada uno presentado simultáneamente con un olor agradable o desagradable generado por una máquina denominada olfactómetro.
Luego se colocó a los sujetos en un escáner fRMN para medir la actividad cerebral a medida que revisaban las imágenes que habían visto y trataban de recordar qué olor se asociaba con cada una.
Luego se repitió toda la prueba: imágenes, olores y fRMN, con las mismas imágenes pero con olores distintos que acompañaban a cada una.
Por último, los sujetos regresaron una semana después para volver a ser escaneados (fRMN).
Ellos observaron los objetos una vez más y se les pidió que recordaran los olores a los que estaban asociados.
Los científicos descubrieron que una semana después, incluso si el sujeto recordaba ambos olores por igual, la primera asociación dejaba al descubierto un patrón distintivo de la actividad cerebral. El efecto fue observado tanto si el olor era agradable como desagradable.
Esta representación única fue demostrada en el hipocampo, una estructura del cerebro que participa en la memoria, y en la amígdala, una estructura cerebral que participa en las emociones.
El patrón fue tan profundo que permitió que los científicos pronosticaran qué asociaciones se recordarían simplemente al observar la actividad cerebral en estas regiones tras la exposición inicial.
Los investigadores pudieron observar los datos de la fRMN el primer día del experimento y pronosticar qué asociaciones emergerían una semana después.
Para ver si otras experiencias sensoriales podrían compartir esta tendencia, los científicos repitieron todo el experimento usando sonidos en vez de olores; comprobaron que los sonidos no originaban un patrón de actividad similar tan distintivo la primera vez. En otras palabras, estos resultados fueron específicos para el sentido del olfato.
“Por algún motivo, la primera asociación con el olfato queda fijada en la memoria”, dijo Sobel “y este fenómeno nos permitió pronosticar qué se podría recordar una semana más tarde en función de la actividad cerebral exclusivamente”.
Yeshurun: “Hasta donde llegan nuestros conocimientos, este fenómeno ocurre sólo con el olfato. Los recuerdos olfatorios de la infancia pueden ser especiales no porque la infancia lo sea, sino porque durante esos años puede ser la primera vez en que asociamos algo con un olor”.
Fuente:latamisrael.com
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