El espectáculo israelí-palestino, o el show debe continuar

Enlace Judío México.- En el año 2000 el primer ministro de Israel, Ehud Barak, mandó una oferta para hacer la paz regresando territorios en un 94% de Cisjordania, la franja de Gaza y Jerusalén este como capital palestina. Esta oferta cumplía prácticamente con todos los requerimientos mundiales que se le vienen pidiendo a Israel por lo largo de los años para que ceda y haga la paz.

ISAAC DABBAH HUSNI PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Aunque las concesiones eran dolorosas y difíciles para el estado de Israel, Barak tenía sus razones para ofrecerla.

Israel es un país de corte occidental donde las guerras ya no son vistas como una forma de resolver conflictos o ganar poder.

Tiene una clase media preparada que ve en la paz una opción lógica con su estilo de vida.

Además de que en una época donde los crecimientos están dirigidos por la tecnología y el valor agregado más que por las materias primas, la paz podría traer grandes beneficios para la economía Israelí.

En su momento Yasser Arafat tenía razones de peso para rechazarla. Por años había sido un caudillo, el símbolo de la resistencia palestina lo que le había permitido tomarse varias libertades.

La corrupción dentro del círculo de Arafat era rampante y él mismo tenía una abultada y conocida riqueza.

Mientras exista el enemigo común, todos los palestinos se unen; al hacerse la paz, los diferentes grupos buscarían reivindicar sus reclamos personales y de grupos más allá del enemigo Israelí, lo cual le traería grande problemas al entonces líder de los palestinos.

Arafat, fiel a sus intereses, rompió las negociaciones y empezó la segunda intifada esperando los primeros muertos palestinos para clamar justicia y que los cientos de corresponsales de todo el mundo llenarán sus periódicos con fotos desgarradoras del sufrimiento palestino y la opresión Israelí.

Creo que hasta aquí cada quien cumplió su papel y lo que la lógica de sus propios intereses le dictaba.

Lo que es de llamar la atención es el silencio del resto del mundo, tanto las grandes potencias como los países árabes moderados.

Estos países, han gastado por años millones de dólares en apoyos a los palestinos en busca de que se les haga justicia y se les conceda un territorio donde puedan hacer un país, y de una vez por todas, lograr la paz en esta tan conflictiva región.

En un momento donde se presenta un plan tan atractivo para tomarlo y afinarlo, donde se cumplen prácticamente todas las expectativas mundiales de lo que sería una repartición justa, no se escuchan voces que exijan a los palestinos sentarse y solucionar el conflicto.

No hay voces de enojo por el tiempo y el dinero perdido para solucionar el conflicto y que los líderes palestinos rechazaron. No se escuchó una presión a la autoridad palestina para que se sentara y de una vez por todas pactara una paz y  se acabe con el problema de ya tanto tiempo.

No hubo sanciones o presiones en la ONU para que se firmen acuerdos ante un plan cercanos al reclamo mundial, solo un silencio absoluto sobre el tema que fue roto ante las primeras respuestas del lado Israelí en la segunda intifada.

El mundo no habló de esto y los medios le dieron la vuelta rápidamente. Como si la paz no fuera una opción. Como si se tratara de una película en la cual no les gusta el final. Ante tales acontecimientos habría que preguntarse realmente ¿se quiere la paz en el conflicto árabe – israelí?

Por el tiempo que se le invierte en pláticas y mediadores, o en los millones que se les invierte a los palestinos como a ningún otro grupo del mundo, se debería de pensar que estamos ante un pueblo muy amado y que el mundo busca afanosamente que vivan en libertad con su propio Estado. Los hechos contradicen estos supuestos.

Mientras que cualquier agresión Israelí sobre palestinos, por más mínima que sea, aparece en toda la prensa mundial, masacres hechas por países árabes son ignoradas como las cometidas en Jordania contra los palestinos o su falta de derechos en esa nación, donde en vez de absorberlos, son mantenidos en campos de refugiados. Nadie habla de esto.

De hecho Israel lo volvió a intentar en el 2008, cuando el primer ministro Ehud Olmert ofreció a Mahmud Abás las mismas concesiones más algunos territorios adicionales. La respuesta de los palestinos y del mundo fue la misma.

Realmente al analizar los acontecimientos sale una verdad indiscutible; el mundo no quiere a los palestinos, existe una animadversión a Israel que finalmente es una nueva forma de antisemitismo. El porcentaje de antisemitismo mundial se encuentra en niveles muy altos. En algunos países de Europa supera el 50%. No estamos hablando únicamente de antisemitas activos, sino de cualquier persona que gusta leer noticias anti-israelíes.

Con esto hablamos de un público de millones de personas que consumen noticias antisemitas o anti- israelíes en varias regiones del mundo. Desde países árabes hasta naciones occidentales.

En un mundo donde el consumo y el mercado tienden a satisfacer cualquier necesidad, ya sean legales o no, las noticias antisemitas sean verdad o no, venden. Por lo cual, muchas agencias noticiosas han aligerado su apego a la verdad con el fin de vender noticias.

Si son cuestionados sobre la veracidad de sus notas llegan a sacar alguna pequeña aclaración en algunos casos, pero vuelven a publicar sobre la misma línea editorial.

Estas mentiras o medias verdades que publican, hacen que un público no conocedor se incline más a las causas palestinas sin conocer a fondo los motivos, lo que incrementa más el número de gente anti israelí.

Este mismo público es aprovechado por líderes déspotas de varias naciones así como de los países árabes, que encuentran en estas arengas antisemitas una forma de dar circo a la gente y no tener que hablar sobre los temas problemáticos que tienen dentro de sus países.

Por otro lado, las potencias que se ofrecen de mediadores salen en fotos en los titulares tratando de solucionar el conflicto, mientras que si lo hicieran para solucionar los problemas de algún país africano difícilmente tendrían el mismo efecto en lo que en notoriedad respecta.

De la misma manera, los voluntarios que salen en barcos para ayudar a los palestinos de Gaza para romper un bloqueo, el cual existe para restringir el paso de armas y no de otro tipo, salen en las noticias y logran notoriedad además de saber que finalmente están seguros en esta aventura, lo que no lo estarían si fueran a defender a los norcoreanos, por ejemplo.

También hay grupos israelíes que aprovechan esta animadversión mundial para lograr notoriedad.

Claramente los palestinos entienden estas señales mundiales y saben que al hacer la paz dejarían de ser los consentidos del mundo. Saben que ninguna nación en el planeta ha recibido más apoyos.

Por lo que el asunto es crear ataques y esperar la consabida respuesta para volver al lugar de víctimas, esperando que el mundo voltee para darles notoriedad y los consecuentes recursos que son tomados por líderes corruptos para darse vidas de lujo mientras que a los terroristas suicidas les prometen el paraíso.

Claro, están los palestinos que sufren, que han sido adoctrinados en el odio y que tienen muchas similitudes con otras poblaciones pobres del planeta, en las cuales el grado de pobreza e ignorancia crea a grupos que no toman las mejores decisiones, por lo cual cada vez caen en una mayor desesperación y pobreza.

Finalmente, el conflicto israelí-palestino es un producto en el mercado que se cotiza entre la oferta y la demanda, el cual, como cualquier producto, tiene a los que se benefician de satisfacerlo. Las maneras son diversas, como las mencionadas anteriormente.

Claro está que la gente no lo piensa de manera consciente, simplemente a la hora de tomar las decisiones el solucionar realmente el conflicto, para la mayoría de los líderes, no es algo realmente importante, como lo es beneficiosos el poder actuar sobre él aunque sea buscando la paz.

¿Pero realmente alguien quiere la paz?

Creo que los más perjudicados son los mismos palestinos que viven de una manera miserable, sin posibilidades de mejorar por culpa de sus propios líderes corruptos, y más que nada, de su propia ignorancia.

Israel, por otro lado, ha demostrado una y otra vez desde las primeras declaraciones de partición en dos países, aún antes de su independencia, la aceptación de dos Estados las mismas veces que los palestinos la han rechazado.

Claro está, que al ver el panorama, sería suicida aceptar condiciones que atenten contra su seguridad, lo cual hace cada vez más difícil lograrla.

Mientras los palestinos piensen que la existencia de Israel es temporal y sigan los adoctrinamientos de sus líderes en vez de ver que una vida en paz puede ser mejor que la que llevan ahora, creara las condiciones para solucionar el conflicto más allá de mantener este boom mediático que tantos intereses genera.

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