Enlace Judío México / LENNY BEN-DAVID Hace cuarenta años yo trabajé en Washington como el Director de Investigación en el American Israel Public Affairs Committee. Mi trabajo se enfocaba en argumentar contra la presión de la administración Carter por una conferencia internacional de paz en Ginebra que incluiría a la Unión Soviética y a estados árabes radicales y oponerse a las ventas de armas norteamericanas a Egipto. Al mismo tiempo, yo estaba intrigado por una cantidad de artículos por parte de escritores egipcios que daban a entender perspectivas de coexistencia con Israel.
En noviembre de 1977, visité Israel para reuniones y para asistir a una conferencia en Tel Aviv de “activistas de paz” israelíes y palestinos. De pronto, como un rayo, escuchamos que Sadat podría estar llegando a Israel. Algunos palestinos estaban aturdidos. “Si es cierto,” prometió un activista, “mataré al traidor con mis propias manos.” En la época, yo retransmití un mensaje más moderado del activista.
Me acerqué a Jerusalén para la visita electrizante de Sadat, y presenté este despacho, “optimismo cauto en Jerusalén” para el boletín informativo de Washington, Informe del Cercano Oriente.
Optimismo cauto en Jerusalén
Jerusalén, Noviembre 23, 1977
Desde la lectura por parte de Ben Gurión de la Declaración de Independencia de Israel en 1948, el pueblo de Israel no se ha concentrado en las palabras de un hombre con tanta anticipación y esperanza cauta. Y si bien los israelíes se decepcionaron inicialmente por el discurso intransigente del Presidente Sadat ante la Knesset, el optimismo guardado persiste no obstante aquí porque, después de todo, ha ocurrido un avance importante.
No hay dudas que las barreras de la beligerancia han comenzado a quebrarse. Increíble como pareció a todos en Jerusalén – y a lo largo del mundo – banderas egipcias estaban flameando en Israel, aviones estaban volando desde Cairo a Tel Aviv, y el presidente de Egipto estaba negociando cara a cara con el primer ministro de Israel.
El discurso de Sadat aquí el domingo reiteró las posiciones árabes intransigentes básicas – retirada israelí de “cada pulgada” de territorios ocupados, incluida Jerusalén Oriental, y el establecimiento de un estado palestino. Descartando una paz israelí-egipcia separada, el presidente egipcio no hizo mención a la largamente buscada sulkh – normalización de relaciones como fue esbozado por el Presidente Carter.
Por su parte, Begin hizo hincapié en el deseo de Israel de normalización completa de relaciones. Begin reiteró la promesa de Israel de negociar y compromiso en todas las cuestiones en contraste con las firmes precondiciones de Sadat. Recordando a Sadat el fracaso del mundo en llegar en ayuda de los judíos europeos atrapados en el programa de aniquilación de los nazis, Begin prometió nunca exponer a los judíos nuevamente a la amenaza de destrucción – un rechazo claro de las garantías internacionales sugeridas por Sadat.
El optimismo expresado aquí, a pesar del evidente golfo ancho, se basa en la convicción que Sadat, enfrentado con oposición vociferante en la mayoría del mundo árabe, fue forzado a declarar una posición firme para tranquilizar a sus hermanos árabes de su devoción por la causa árabe. Además, la amistad y ambiente claros de Begin y Sadat en la conferencia de prensa conjunta no podían menos que alentar a toda la gente deseosa de la paz meso-oriental.
Con pocas excepciones, los homólogos árabes de Sadat denuncian su histórica visita. Estallaron ataques contra instalaciones egipcias en Irak, Libia, Jordania, Siria, y Líbano. Funcionarios jordanos y árabes saudíes expresaron inicialmente críticas apagadas a la visita. En Grecia, árabes atacaron la embajada egipcia, y fueron repelidos a tiros.
En la Margen Occidental, árabes palestinos fallaron en atender la orden de la OLP de una huelga general. Muchos dignitarios participaron en rezos en la Mezquita Al Aqsa con Sadat y se reunieron con él el lunes. Entre los activistas árabes palestinos, sin embargo, había amargura y una sensación de traición. En una entrevista con este escritor antes de la llegada de Sadat, un árabe – quien pasó más de un año en prisión israelí – se rehusó a creer que Sadat vendría en verdad. Y si Sadat llegara, continuó el radical, él entonces basaría su estimado de la lealtad de Sadat a la causa palestina en las acciones y postura de Sadat durante el sonido ceremonial del Hatikvah, el himno nacional de Israel que expresa el sueño sionista.
Mientras el mundo entero observaba, Sadat se paró firme en atención.
En Egipto, la visita de Sadat fue aclamada ampliamente. Algunos observadores aquí destacaron que la renuncia del Ministro del Exterior Fahmy y su reemplazo temporario indicaban un debilitamiento de la posición de Sadat. Zaglul Nasser, secretario de prensa de Sadat, sin embargo, dijo a los periodistas aquí que Fahmy renunció porque “temía por el bienestar del Presidente y no quería la responsabilidad de su seguridad sobre sus hombros.”
El pilar de apoyo más importante de Sadat, por supuesto, es su ejército, y antes de partir a Israel Sadat se reunió con oficiales y tropas para reforzar su apoyo esencial.
Luego de la visita sin precedentes de Sadat, los sentimientos aquí son que se ha hecho avanzar la causa de la paz. Y así, hay un optimismo cauto en Jerusalén.
Fuente: Jerusalem Center for Public Affairs
Traducido por Marcela Lubczanski
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