Enlace Judío México.- Poco difundida sigue siendo la historia acerca de los judíos secretos de origen portugués de linaje español que llegaron a la ciudad de México durante la edad moderna temprana estableciendo una importante comunidad. A pesar del riesgo que representaba ser judío observante en ese entonces, los documentos del Archivo General de la Nación de México, sumado a la investigación de grandes estudiosos del tema, certifican que la comunidad de judíos secretos de la ciudad de México hizo lo posible por mantener las tradiciones de un judaísmo vibrante lo más apegado posible a la religión y tradiciones herencia de sus ancestros.
JOSÉ NAVARRO
Enlace Judío México.- Como señala el prominente historiador mexicano que identifica el establecimiento de una abundante y próspera comunidad de judíos de origen portugués durante mucho tiempo en México, Miguel León Portilla indica que dentro del gran mosaico multicultural y pluri-lingüístico que ha conformado a México desde fechas tempranas del siglo XVI en adelante, tuvieron considerable presencia los portugueses. Aclara Portilla que dicha presencia no se limita al lapso en que España y Portugal estuvieron unidos, sino desde antes y después numerosos portugueses pasaron a tierras mexicanas. Algunos se sumaron en varios momentos a las huestes hispanas de los conquistadores, otros de diversas profesiones y variados intereses se asentaron más tarde en los principales centro poblacionales. Destaca Portilla que dentro de estos portugueses abundaban los de origen judío converso, siendo en realidad criptojudíos porque muchos de ellos, hombres y mujeres continuaron manteniendo ocultamente la Ley de Moisés.
Es sabido que durante los años que se mantuvieron unidas las coronas de Portugal y España de 1580 a 1640 tuvieron lugar seis décadas de continua migración de judíos portugueses sefarditas a México, aunque haya sido bajo el término de “Hebreos Cristianos Nuevos” derivados de las conversiones forzosas, estableciendo asentamientos y comunidades no solo en la Ciudad de México sino a través de prácticamente todo el territorio mexicano. Seymour B. Liebman comenta que si bien de 1550 a 1580 los judíos españoles eran los predominantes dentro del territorio del nuevo mundo, se trataba principalmente de varones con espíritu e ímpetu de conquistadores. Cuando España asume el control sobre Portugal en 1580, miles de judíos portugueses huyeron a las Américas, consecuentemente un enorme fervor religioso (judaísmo) surgió por su incursión dentro del virreinato español. Esta incursión se vio exacerbada cuando en 1605 se emite la bula papal “del perdón” que favorece a los judíos o criptojudíos que confesarán su fe religiosa, bula que fue adoptada por el entonces Rey Felipe II.
El historiador británico Jonathan Israel indica que en esos años los criptojudíos portugueses ya habían florecido en el comercio a través de la construcción de amplias redes de contactos comerciales por Europa y las colonias españolas y portuguesas, es en el siglo XVII cuando fortalecen una “floreciente e importante” red de comercio entre la Ciudad de México, Veracruz, Guadalajara, Michoacán, Puebla y Zacatecas comerciando bienes y mercancías provenientes de lugares lejanos. Según Jonathan Israel y como se puede corroborar en el propio Archivo General de la Nación (AGN) de la Ciudad de México, la mayoría eran originarios de Lisboa, Sevilla (de padres portugueses), Guarda y Castelobranco, sin embargo existen muchos registros de la Inquisición mexicana de 1620 a 1650 que evidencian que muchos judaizantes de origen portugués habían vivido en el sur de Francia e Italia (Livorno, Ferrara y Pisa) y algunos más en Holanda.
Los registros de 1619 proporcionan una idea sobre la distribución de la comunidad portuguesa dando al mismo tiempo una ligera muestra de sus ocupaciones más comunes. Muchos de los pobladores lusitanos eran granjeros, rancheros y soldados, un considerable grupo eran residentes de pequeños pueblos siendo su actividad principal el transporte y comercio de mercancías a través de grandes “recuas de mulas”. Quizás lo más destacado era que un gran número de ellos se dedicaban a labores artesanales (altamente calificados), tanto en ciudades grandes como en pequeños pueblos, actividades como: pintores, zapateros, carpinteros y trabajadores de la piel.
Derivado de las feroces persecuciones inquisitoriales en México durante 1640 a 1659 ocasionadas por la separación del reino de Portugal con España acentuado por la enemistad entre España y Holanda en contra de los criptojudíos portugueses, la historiadora Alexandra Uchmany indica que gran parte de la población de estos hebreos cristianos nuevos fue brutalmente asesinada y despojada por la Inquisición, muchos de ellos obligados al destierro y la gran mayoría se asimilaron con el resto de la población.
Sin embargo, como podemos encontrar en otras fuentes, pequeños grupos de familias huyeron al noreste del territorio o se adentraron en zonas montañosas como la frontera entre Jalisco y Michoacán en donde los judíos sefarditas podrían vivir en relativa calma sin ser molestados.
La verdadera preponderancia que tuvo la comunidad de judíos secretos en México.
Como señala el historiador Seymour B. Liebman, de los artículos y variados textos que se han escrito sobre el tema no es de extrañar el encontrarse con estudios superficiales, muy limitados o plagados de errores. Cita Liebman a manera de ejemplo el hecho que se ha descrito: “dentro de los 2,281 juicios del Santo Oficio de México, 351 correspondían a judíos…” y que “para finales del siglo XVII, la totalidad de la comunidad de criptojudíos había sido destruida”. Investigaciones subsecuentes revelaron que los procesos inquisitoriales contra criptojudíos ascendían a 1,500 (no 351) y que alrededor de 300 casos se dieron posteriormente en el siglo XVIII.
Liebman agrega que no solo es clara la manera en que se ha llegado a “minimizar” la existencia de los judíos secretos de origen portugués en México en términos cuantitativos, también se ha minimizado la capacidad que tenían de practicar su judaísmo y de mantenerse actualizados en contacto con el resto de las comunidades sefardíes del mismo origen que conformaban “La Nação Portuguesa”; llegando incluso a dar erróneamente al término “judaizante” una connotación prácticamente ajena a las prácticas judías convirtiéndolo en algo casi místico, cayendo incluso en el error de interpretar el término como si se tratara de una especie de fantasía en cuanto a las creencias y prácticas religiosas llevadas a cabo de manera clandestina. Si bien es cierto que el aislamiento de estas comunidades junto con la opresión inquisitorial llevo en muchos casos a provocar un judaísmo “desnutrido” en sus prácticas y carente de estructura rabínica solida sumado a un sincretismo ocasional derivado de la necesidad de aparentar el llevar una vida de católicos en el exterior y de judíos en secreto en el interior de los hogares, el ser judaizante pudo significar el apego a un judaísmo observante mejor constituido de lo que algunos autores han manifestado en la mayoría de los casos de los judíos conversos de la ciudad de México.
Derivado de los Autos de Fe ejecutados en contra de los judíos hispano-portugueses en México durante los años de 1640 a 1659, Liebman elabora un compilación de datos muy interesantes que destacan por un lado el verdadero tamaño e importancia de la comunidad critpojudía de México junto con su relevancia en la actividad social y económica, además de resaltar la fuerte identidad étnica y religiosa que los criptojudíos portugueses que habitaban México siempre mantuvieron, del mismo modo que lucharon por preservar las tradiciones de sus ancestros al mismo tiempo que mantenían lazos comerciales y sociales con comunidades hermanas de sefardíes localizados en distintas regiones de Europa. Dichas comunidades los ayudaban a mantener una conexión permanente con las tradiciones judaicas y obtención de libros hebreos.
Adicionalmente esta conexión les permitía fomentar el comercio y casamiento entre familias del mismo origen. Un caso importante que ilustra la intercomunicación transnacional entre comunidades secretas y no secretas de sefardíes está documentada en los anales del AGN de México con el proceso en contra del judío Manuel Gómez Navarro en el que se menciona que en 1596 la Suprema de Madrid había estado recibiendo notificación por parte del Tribunal de México, que los judíos de México estaban en constante comunicación con los judíos de Holanda.
Liebman ejemplifica otro caso sobre dichas conexiones trasatlánticas de los judíos secretos de México, según Armand Herrera dentro de un semanario de 1640 se publicó no solo el intercambio de correspondencia de los judíos portugueses mexicanos con los judíos de Holanda, también se evidenció una gran suma de dinero que era enviada desde las distintas colonias españolas en América hacía varias sinagogas ubicadas en Europa. Otro caso interesante es el del judío portugués mexicano Manuel de Álvarez de Arellano, un comerciante internacional del siglo XVII que actuaba como “casamentero” para los judíos de México. Arellano viajaba entre Veracruz e Italia informándoles a los padres judíos sobre la existencia de hijas en edad de matrimonio ubicadas en México que podrían ser elegibles para los jóvenes judíos solteros de Pisa, Ferrera, Livorno y Venecia.
Liebman destaca el nivel de observancia y devoción religiosa de estos judíos secretos de origen portugués ubicados en México, lo anterior se percibe en diversas diferencias que mostraban los criptojudíos portugueses con respecto a sus correligionarios que nacieron y crecieron en España o que eran descendientes de judíos españoles y que no se encontraron dentro del numeroso grupo que huyó de España hacía Portugal después del decreto de Alambra de 1492.
Muchos de estos criptojudíos portugueses eran descendientes de aquellos que fueron bautizados en Portugal por la fuerza sin ninguna otra alternativa. Estos eran más letrados acerca de su fe y mayormente observantes de su religión comparados con los judíos españoles, inclusive los judíos portugueses continuaban ejerciendo sus prácticas religiosas dentro de las celdas de la Inquisición. Caro Borja comenta “Los conversos portugueses se mantuvieron más firmes en la ley vieja y tales descendientes de bautizados a la fuerza”. Los judíos conversos portugueses y sus descendientes mantuvieron una fuerte adherencia a la antigua ley y para 1600, 1650 y 1700 se encontraban muy apegados a la ley de Moisés en la medida de lo posible bajo las condiciones limitadas en que vivían. Una importante autoridad en el tema relacionado a procesos dentro de la Inquisición portuguesa es I.S. Revah de la Sorbona y el College de France, quien señala en su artículo “Los Marranes” lo siguiente: “Nuestra conclusión es que 250 años después de las conversiones forzosas de 1497 (en Portugal), el criptojudaismo portugués ha preservado una constante e importante homogeneidad racial (judía)”.
Hasta mediados del siglo XVII los judíos de Europa y Levante veían a las comunidades judías secretas del nuevo mundo como apoyo económico para ayudar a mantener el judaísmo malogrado o empobrecido de algunas regiones. Mientras los antiguos diccionarios españoles definen “la farda” como un impuesto a los judíos del mundo para apoyar a la Tierra Santa, los fondos eran también utilizados para liberar de la esclavitud a judíos cautivos por algunos barbaros o piratas. Fueran recolectores de farda o no, existían emisarios judíos que acudían a México a recaudar fondos para liberar a judíos de otras regiones vendidos como esclavos. Como ejemplo de lo anterior tenemos el caso del bien educado y religioso judío Ruy Diaz Nieto del que se encuentra testimonio en el AGN de México.
La supuesta Gran Conspiración de la comunidad hebrea portuguesa de la Ciudad de México.
En 1640 Portugal rompe y se separa de España para volverse un reino independiente regido por el Duque de Braganza aliado con Francia. En general los portugueses que residían en las colonias españolas del nuevo mundo fueron acusados de conspirar en contra de España. Los judíos de origen portugués fueron señalados como los principales protagonistas de esta supuesta “complicidad grande”. Lo anterior explica la furia desatada de parte del Santo Oficio Inquisitorial en contra de todo lo que sonara a judíos o hebreos cristianos nuevos de ascendencia portuguesa de 1642 a 1649 años en los que se llevó a cabo el “Gran Auto de Fe” en la ciudad de México, dejando como precedente el más pomposo y deplorable espectáculo de gran magnitud jamás ejecutado por parte del tribunal inquisitorial en la historia de México. En el territorio mexicano existían judíos de origen portugués, español, italiano e irlandés. Aunque muchos (miles) fueron encarcelados, en realidad no existen pruebas documentarias o interrogatorios que demuestren que estos infortunados judíos conversos hayan estado maquinando una gran conspiración contra la Inquisición o la corona virreinal de México.
Sin embargo, es precisamente derivada de esta cruenta persecución, encarcelamiento y sentencias inquisitoriales en contra de toda la comunidad de judíos portugueses de la Ciudad de México que podemos obtener claro testimonio dentro de los mismos documentos de procesos emitidos por el Archivo General de la Nación de México que demuestran las practicas, rituales, creencias, etc. que llevaban a cabo los integrantes de la comunidad judío portuguesa como fervientes seguidores de la Ley de Moisés. En conclusión en cuanto a la gran conspiración se refiere, parece más bien que dicha acusación resultó ser un excelente pretexto para poder encarcelar a los judíos y poder así confiscarles sus bienes y adjudicarse su riqueza, eliminarlos del terreno económico como serios competidores en el comercio, actividad propia de una clase emergente de emprendedores que estaba surgiendo entre mestizos y criollos que se sentían amenazados por la destreza comercial y amplia red de contactos de los hebreos portugueses. Para terminar de ampliar la desventura de los judíos conversos además de los intereses mencionados anteriormente, para la corona española resultaba de primordial importancia el erradicar por completo cualquier rastro de judíos o judaísmo dentro de los territorios de las colonias españolas.
El apego a la fe y las tradiciones ancestrales de los criptojudíos lusitanos de la Ciudad de México
Como se mencionó con anterioridad desde tiempos remotos a finales del siglo XVI, se tienen identificados dentro de la comunidad de origen hebreo mexicana personajes instruidos en materia de judaísmo que servían como guías y líderes espirituales a las familias establecidas. Un ejemplo destacado es el de Diego Díaz Nieto, quien nació en Oporto, Portugal y vivó algún tiempo dentro de la comunidad judía sefardí establecida en Ferrara, Italia en donde los judíos podían profesar su fe abiertamente. Díaz Nieto fue encarcelado por un año primero en 1596 en la ciudad de México y en una segunda ocasión en 1601. La historiadora mexicana Alexandra Uchmany señala que Diaz Nieto era un letrado rabino, formado y educado en la comunidad de Ferrara, recitaba de memoria los versículos de la biblia, amplio conocedor de las leyes judías quién incluso dominaba el rezar en idioma hebreo. El historiador Arnold Wiznitzer ejemplifica varios casos de criptojudíos portugueses procesados por la Inquisición mexicana en el siglo XVII que legitiman la conservación de muchas tradiciones y observancia de claros preceptos derivados de la Ley de Moisés.
Gonzalo Flores (alias Gonzalo Váez Méndez) de actividad comerciante nació en 1605 en Moncorbo, Portugal dándosele el nombre hebreo de Samuel, estuvo encarcelado tres años en la ciudad de México por judaizante.
Duarte León Jaramillo, hombre de negocios en México, nacido en 1596 en Casteloblanco, Portugal esposo de Isabel Nuñez, encarcelado en 1638 se le acusaba de ser observante de los ritos judíos junto con su familia, haber circuncidado a su hijo Francisco de León y organizar junto con otros judíos una celebración durante los viernes en la noche en una bodega a puerta cerrada. Practicaba ayuno como penitencia por no cumplir su voto de mudarse a una nación que les permitiera ejercer su fe judía con libertad.
Simón Montero, nacido en 1600 en Casteloblanco, Portugal, hombre de negocios casado en Sevilla con Elena Montero. Antes de migrar a México vivió en las comunidades judías de Francia, Roma, Livorno y Pisa en donde estudió para ser rabino. En México fue enviado para rezar con otros judaizantes con los que se ponían “túnicas judaicas y cucuruchos en la cabeza” lo que evidentemente se trataba de la indumentaria propia del rezo judío con el Tallit y los Tefilín.
Antonio Váez, nació en Casteloblanco, Portugal hermano del famoso judío Simón Váez Sevilla. En 1625 aparece en auto por primera vez en México y reconciliado al catolicismo. Ejercía el judaísmo e instruía a otros judíos en la casa de su hermano. Antonio decía que era descendiente de la tribu de Levi. Las jóvenes parejas acudían ante él para qué celebrara bodas bajo los rituales del matrimonio judío, previo a que los recién casados acudieran a la iglesia para celebrar la ceremonia matrimonial como católicos para disimular. Visitaba a los enfermos y los bendecía en nombre de “Adonai Sabaot”, junto con otros judaizantes determinaba el día que se debía ayunar “El Día Grande” refiriéndose a Yom Kippur.
Tomás Treviño de Sobremonte, destacado miembro de la comunidad portuguesa, fue acusado de judaizar por parte de la Inquisición mexicana, Treviño de Sobremonte confesó que cuando tenía catorce años su madre le instruyó que los cristianos adoraban figuras de metal y madera, mientras los judíos solo adoraban a “Adonai” quien había entregado la ley verdadera de Moisés en el desierto, advirtiéndole su madre que si quería obtener la salvación debía creer en Adonai, el Dios de los judíos. Su madre le aleccionó en conservar su judaísmo en secreto debido al enorme riesgo que corría su vida, enseñándole muchos rezos sin permitirle que los escribiera en papel, rezos en hebreo malogrado: “Sema, Adonai, Beruto, Ceolan, Banel (continuando en español) o a sombra del abastado me adormezco, debajo, o so tu allas sede alumbrado y enderzado a tu servicio, no temeré el pavor de la noche, y asi mismo decía, Adarja y escudo y también no llegará a ti malicia ni llaga que tralla dice en la pera de tu mano”.
Sobremonte confesó que junto con su familia celebraban el sábado de los judíos (Shabbat) y practicaba un ritual acompañado de un rezo que deja evidencia del ritual judío del lavado de manos Netilat Yadaim:
Lavándose las manos rezaba: “Bendito sea el poderoso Adonai que en las enseñanzas me enseñaste a lavarme las manos, boca y ojos te alaban y servir en loor y honra del Señor y en la ley de Moysen” (Moisés) En los procesos inquisitoriales se encuentra documentada una discusión entre Sobremonte y Antonio Váez quienes en 1640 no se ponían de acuerdo en la fecha exacta para el ayuno de Yom Kippur derivando en un error al interpretar mal la aparición de la luna nueva, ya que en base al calendario judío es en función del movimiento lunar como se definen las fechas de las festividades y el calendario anual en general.
Margarita de Rivera, nacida en Sevilla, casada con Miguel Nuñez, era una gran devota del ayuno, participaba en las ceremonias luctuosas con el ritual judío. Ella solía decir que los judíos que contrajeran matrimonio con cristianos viejos deberían irse al infierno, Margarita fue juzgada y reconciliada en 1646. Cabe resaltar el énfasis que le daban los judíos secretos a la endogamia, fomentando los matrimonios exclusivamente entre miembros de la comunidad criptojudía ya fuera la mexicana o de las comunidades de Europa, no era de extrañarse el que existiera una gran cantidad de matrimonios entre parientes cercanos básicamente entre primos y primas o tíos y sobrinas. La endogamia permitía a la comunidad de judíos secretos no solo conservar y trasmitir a las futuras generaciones el linaje y la fe en la Ley de Moisés, también les permitía mantenerse más seguros bajo la clandestinidad que los caracterizaba para esconderse de los peligrosos ojos del Santo Oficio inquisitorial. Los miembros varones judíos piadosos y observantes eran considerados dentro de la comunidad como aristócratas altamente elegibles para el matrimonio. Con respecto a la endogamia resalta el caso de Doña Rafaela Enríquez, toda su familia en México practicaba el judaísmo casi tan abiertamente como como lo habían hecho en Ámsterdam, Livorno y Pisa, se casaban únicamente con criptojudíos y rechazaban categóricamente cualquier matrimonio mixto con cristianos viejos porque creían que al tener hijos que no recibieran educación judía eventualmente se perderían. Llama la atención la constante relación que tenía la comunidad de México con las comunidades europeas sefardíes que eran parte de “La Nación Portuguesa” como se puede ver en el proceso documentado en contra de Jorge Bazán, quien era descendente de judíos portugueses nacido en Málaga, España, Bazán fue circuncidado a la edad de 13 años en Marsella, Francia (en muchos casos los varones eran circuncidados a los 13 años para mitigar el riesgo de ser descubiertos cuando eran más pequeños), migró a México en 1637 dedicándose al comercio en el interior de México bajo la protección de Simón Váez Sevilla en cuya casa conoció a un rabino famoso que recientemente había arribado de España y había conocido a los padres judíos de Bazán en Italia. El mismo Bazán había estado en las comunidades de Pisa, Salónica, Marsella y Livorno. Bazán era considerado un “judío fino” y su hermosa esposa era también muy religiosa, Bazán fue reconciliado por la Inquisición en 1648.
Francisco Lopes Dias, nacido en Casteloblanco, Portugal, vivía en Zacatecas, México. El junto con su familia habían huido de Portugal debido a una fiera persecución desatada en contra de los criptojudíos, huyendo primero a Sevilla, Francisco Lopes ayunaba y rezaba con otro grupo de judizantes, en Yom Kippur uno de ellos rezaba de un libro en idioma hebreo, Lopes Dias fue reconciliado en 1648.
Muchas tradiciones y costumbres claramente judías eran habitualmente practicadas por la comunidad de hebreos portugueses en México, en una de las confesiones aparece por ejemplo el tema de los rituales luctuosos en donde a los dolientes se les nombraba de manera similar al termino hebreo, les decían los “Aveluz” que deriva de los “Avelim” (significa los dolientes). En el caso de las bodas a falta de un rabino, el miembro más erudito de la comunidad casaba a los novios dándoles una bendición sobre un vaso de cristal con vino para que después el vaso fuera quebrado conforme a la tradición judía.
Marcela Enríquez, fue acusada de diversos cargos por judaizante, entre ellos estaba encender lámparas con aceite los viernes por la noche además de no comer carne de cerdo ni de mezclar carne con mantequilla (leyes del Kashrut). Los judíos aprendían muy bien incluso de memoria la doctrina católica para poderla recitar en caso de ser aprendidos ya que los prisioneros eran usualmente interrogados pidiéndoles que recitaran el Ave María, El Credo, etc. Dentro de una de las prácticas judías más comunes entre los judíos secretos de México se encontraba la circuncisión del prepucio de los varones como lo demuestra una gran cantidad de documentos de procesos conservados en el Archivo General de la Nación mexicano.
Juana Enríquez nacida en Sevilla y esposa de Simón Váez Sevilla era una mujer muy religiosa, observaba el Shabbat, el ayuno en días festivos, el baño ritual (mikveh) y daba mucha caridad. En realidad ejemplos del nivel de observancia, religiosidad y apego al judaísmo de los judíos secretos de México hay cientos de ellos muy bien documentados en los anales del Archivo General de la Nación de México, y son accesibles para quien este interesado en consultarlos, finalmente me gustaría comentar el caso de Francisco Botello, nacido en Andalucía, España quien era descendiente de criptojudíos portugueses y fue perseguido y castigado por diferentes tribunales inquisitoriales. Botello además de ser judaizante se volvió masón habitaba en Tacubaya en un suburbio de la Ciudad de México, estaba casado con María Zarate. Se encuentra documentado de testigos que afirmaron que Botello distribuía en su grupo panfletos con rezos judíos y cuando quería agradecer a Dios recitaba la siguiente plegaría:
Alabado sea el Santo Dios de Israel, el más santo de todos los santos. Loado sea el santísimo Dios de Israel, el santísimo Dios de los ejércitos.
Migración Critpojudía Portuguesa a México y su rol económico.
Arnold Wiznitzer explica que principalmente entre 1580 y 1630 varios cientos de criptojudíos se asentaron en territorio mexicano. Se tuvieron que adaptar al clima de la Ciudad de México, a su elevación de más de 2,000 metros y a una población sumamente distinta y variada como, indígenas, negros, gachupines (como se les llamaba a los funcionarios del gobierno nacidos en España), católicos clérigos, criollos (españoles nacidos en México la mayoría pertenecientes al grupo de conquistadores que llegaron con Hernán Cortéz, grandes terratenientes, dueños de minas y esclavos ocupados en actividades como pelas de gallos, corridas de toros, apuestas, muchos de ellos cortesanos), mestizos y Mulatos. Como se puede entender, interpreta Wiznitzer, es fácil de ver que los criptojudíos difícilmente se iban a “asimilar” en cualquiera de estos grupos. Naturalmente se concentraron entre ellos a través de matrimonios dentro del mismo grupo manteniéndose unidos por el mismo secreto. La mayoría fueron mercaderes con tiendas distribuidas en distintas ciudades o comerciantes que viajaban por todo el territorio para vender mercancía importada desde Europa. La nueva clase aristocrática que emergía en México debido al apogeo de la producción de plata para beneficio de los criollos creo una nueva serie de necesidades de consumo para estos nuevos ricos que demandaban vinos, sedas, especias entre otras delicatesen. Se volvieron buenos clientes de los comerciantes judíos conversos, quienes importaban estas mercancías desde el lejano oriente vía Acapulco y desde Europa vía Veracruz.
Lo anterior convirtió a los criptojudíos portugueses en muchos casos en empresarios muy ricos. Se calcula que el valor de liquidación de la riqueza de los hebreos portugueses que fue confiscada por la Inquisición entre 1642 y 1649 ascendía a más de tres millones de pesos de esa época según carta de Pedro de Medina visitador cónsul de la Inquisición. La mayoría de los criptojudíos que llegaban a México y no tenían medios económicos venían con una carta de recomendación dirigida a criptojudíos ya establecidos quienes los recibían como huéspedes en sus casas y le surtían de mercancías para enviarlos de viaje para comerciar por el resto del territorio, los que prosperaban abrían sus propias tiendas, algunos de estos se convirtieron también en mineros. La mejor recomendación que podía tener un nuevo inmigrante era su conocimiento de judaísmo, de las prácticas rituales judías y sus conexiones con familias provenientes de criptojudíos perseguidos. Muchos de estos inmigrantes eventualmente contraían matrimonio con las más bellas y religiosas hijas de los más acaudalados critpojudíos de México. Algunos judíos secretos como Simón Montero habían sido vistos rezando con manto de rezo y filacterias (tallit y tefilin) mientras usaban gorros traídos de Europa. También dentro los procesos se menciona la celebración del Día del Perdón (Yom Kippur), el ayuno de la reina Esther y de Tisha be Av (destrucción del templo): Muchos judaizantes ayunaban lunes y jueves (días de lectura de la Torá), los niños eran bendecidos al estilo judío posando las manos de los padres sobre las cabezas de sus hijos. Finalmente parece que durante el siglo XVII en México los judíos secretos no utilizaban el calendario solar cristiano, por el contrario muy probablemente aprendieron fechas exactas de los nuevos inmigrantes cada año para poder determinar la aparición de la luna nueva y poder definir la fecha de Yom Kippur.
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Diversas fuentes mencionan el caso de la Villa de Cotija, Michoacán en donde se formó un enclave endogámico muy singular, ejemplo: Techniche Hogeschool Delf, Influencia del Manierismo-nórdico en la Arquitectura Virreinal,pag 170, Universidad Nacional Autónoma de México, México 1980.
Bibliografia:
Fuente Primaria:
• Archivo General de la Nación de México, Autos de Fe de 1649 a 1659
Fuentes Secundarias:
• Arnold Wiznitzer, Crypto-Jews in Mexico during the Seventeenth Century, American Jewish Historical Quarterly, Vol 51, No 4, 1962, The Johns Hopkins University Press
• Eva Alexandra Uchmany, La vida entre el judaísmo y cristianismo en la Nueva España 1580-1606
• Eva Alexandra Uchmany, El fenómeno de los Cristianos Nuevos en Iberoamérica, Universidad Nacional Autónoma de México, 2007
• Jonathan Israel, Empires and Entrepots, the Dutch, the Spanish Monarchy and the Jews 1585-1713, Chapter: the Portuguese in 17th Century in México, 1998.
• Miguel León Portilla, Presencia Portuguesa en el México Colonial
• Seymour B. Liebman, Sephardic Enthnicity in the Spanish New World Colonies, Jewish Social Studies, Vol 37, No 2, 1975, Indiana University Press
• Seymour B. Liebman, The Great Conspiracy in New Spain, The Americas Vol. 30, No 1, 1973, Cambridge University Press
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