Enlace Judío México.- Europa está determinada a ponerse dura con Hezbolá.
DANIEL SCHWAMMENTHAL
Las fronteras de Europa están ensangrentadas. Desde Ucrania al este a Libia y Siria al sur, la guerra ha traído migración masiva, terrorismo e inestabilidad política a un continente mal equipado para hacer algo acerca del problema subyacente. Pero aunque el poder blando de la Unión Europea no puede detener conflictos, podría ayudar a prevenir el estallido de uno nuevo—entre Israel e Irán, ayudado por su satélite Hezbolá.
“El Medio Oriente está bajo amenaza tanto del ISIS, el Islam militante de la variedad suní, y del Islam militante de la variedad chií, liderado por Irán,” dijo el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu el lunes en Bruselas ante una reunión de desayuno con los 28 ministros del exterior de la U.E. Dada la preferencia de Europa por el “compromiso” por sobre la confrontación, algunos en la sala encontraron sin dudas difícil de digerir el discurso de diplomacia dura de Netanyahu.
Pero no hay negación de los hechos. Irán ha limpiado étnicamente áreas clave en Siria de sus residentes suníes originales y los repobló con chiíes de Líbano e Irak. Ahora Irán está estableciendo bases militares para cimentar su sueño de un puente terrestre a Líbano como un camino a la hegemonía regional. Dado que el régimen iraní ha hecho de la negación del Holocausto y la destrucción del Estado judío pilares centrales de su ideología, ningún líder israelí, ya sea de derecha o de izquierda, podría permitirle establecer una presencia militar permanente en la puerta de al lado.
Y entonces el 2 de diciembre, según se informa, ataques aéreos israelíes golpearon una base iraní en construcción en Siria a unas 30 millas de la frontera. Imágenes provistas por una empresa satelital israelí, ImageSat International, muestran la destrucción de siete edificios, con tres más dañados.
Israel está determinada a impedir que Irán abra un segundo frente. El primer frente es el que está junto a la frontera libanesa. Es controlado por Hezbolá, el cual es poseído y financiado totalmente por Irán. Durante la guerra siria de seis años de antigüedad, Israel había limitado su intervención a proporcionar ayuda médica y a detener el envío de armas estratégicas a Hezbolá.
A pesar de esos esfuerzos, Hezbolá se ha vuelto una amenaza estratégica considerable. Si Hezbolá inicia otra guerra—como algunos funcionarios militares israelíes piensan que hará inevitablemente—hará que la confrontación del 2006 se vea como una escaramuza. El arsenal de misiles del grupo ha crecido, y su alcance, precisión y carga útil han aumentado. En el 2006, Hezbolá tenía unos 15,000 cohetes que podían atacar el norte de Israel, y disparó unos 4,300 durante un mes. Hoy Hezbolá tiene alrededor de 120,000 misiles capaces de golpear en cualquier lado a Israel, y podría disparar probablemente 1,000 diarios.
¿Cómo afectaría esto directamente a la U.E.? Líbano ya alberga a unos 1.5 millones de refugiados sirios. Una gran guerra podría convertir a muchos libaneses mismos en refugiados. La migración consiguiente desestabilizaría más a Europa.
Hezbolá sabe que no puede destruir a Israel. Pero si puede infligir más daño que en el 2006, se atribuirá la victoria. En sus campañas propagandísticas tendrá la ayuda de periodistas, las Naciones Unidas y organizaciones no gubernamentales, que ignorarán sin duda los esfuerzos israelíes para evitar muertes de civiles—los cuales sobrepasan incluso los estándares de la OTAN—y desviarán sus miradas de las evidencias prontamente disponibles de que Hezbolá está ocultando sus armas entre los civiles. Como en enfrentamientos anteriores que instigaron Hezbolá y Hamas, la cobertura mediática simplista tergiversará toda baja civil libanesa como prueba de crímenes de guerra y brutalidad israelí.
Ahí es donde entra la diplomacia de la U.E. Si Hezbolá y sus señores iraníes supieran que serían privados de esta victoria propagandística podrían estar menos dispuestos a atacar. Ese es el motivo por el que los ministros del exterior de la U.E. deben condenar a Hezbolá ahora por rearmarse en violación de la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU y por ocultar armas entre civiles. La U.E. debe poner a Hezbolá en su lista terrorista hasta que éste se desarme y declarar que en cualquier guerra futura, hará responsable a Hezbolá y a Teherán por las víctimas civiles a ambos lados de la frontera. También debe informar al gobierno libanés, del cual Hezbolá es una parte integral, que ninguna ayuda de la U.E. para reconstrucción fluirá después de otra guerra iniciada por Hezbolá.
Aparte, la diplomacia de la U.E. tiene que asumir un tono más fuerte frente a Teherán. Apenas la semana pasada, el jefe adjunto de los Guardias Revolucionarios, General de Brigada Hossein Salami, advirtió a Europa que si “amenaza” a Teherán—o sea, desafía sus pruebas de misiles balísticos—Irán incrementará el alcance de los misiles más allá de las 1,200 millas. Imaginen cómo reaccionarían los mercados de valores, precios del petróleo e inversiones extranjeras europeas si esa misma amenaza fuera pronunciada en 10 años, cuando Irán, según Barack Obama, sea un estado en el umbral nuclear. El tiempo para enfrentar a Irán es ahora, no cuando sea muy tarde, como lo es con Corea del Norte.
En vez de alinearse para fotos de impacto amistosas con el siempre sonriente ministro del exterior de Irán, Mohammad Zarif, los líderes de la U.E. tienen que convocar a los verdaderos jefes de política exterior, incluidos el Gen. Salami y su jefe, el Gen. de División Qasem Soleimani. La U.E. podría comenzar siguiendo el ejemplo de Estados Unidos e imponer sanciones contra Mahan Air, una aerolínea respaldada por los Guardias Revolucionarios, la cual transporta tropas y armas a Siria. Las entregas aéreas de limpieza étnica de Mahan son subsidiadas en forma cruzada por sus actividades comerciales, incluidos vuelos de pasajeros a seis destinos europeos. Finalmente, la Guardia Revolucionaria entera debe enfrentar sanciones por crímenes de guerra en Siria y actividades terroristas mundialmente. Ninguna ayuda de la U.E. para la reconstrucción en Siria debe fluir en tanto permanezcan las tropas extranjeras.
El compromiso es una herramienta legítima. La U.E. ha tratado por muchos años con Irán, pero ha fallado en moderar al régimen. Continuar esta política contra cualquier esperanza razonable de éxito cruza la línea fina entre el compromiso y el apaciguamiento.
El poder de Europa es muy blando. Pero puede todavía ser “armado” para ayudar a contener a Irán y prevenir otra gran guerra en su vecindario.
*Daniel Schwammenthal es director del AJC Transatlantic Institute.
Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.
Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico
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