¿El final de Jerusalén? Año 701, antes de la era común

EL SITIO A YERUSHALAYIM

Enlace Judío México.- El emperador Asirio Sanjerib comenzó el sitio de Jerusalén en el año 701aec. Antes de atacar a la ciudad le ofreció al Rey Jizquiyahu que se rindiera y así no habría derramamiento de sangre.

RABBI YOSEF BITTON

Los términos de la rendición eran los siguientes:

*Jizquiyahu le debía entregar a Sanjerib todo lo que hubiera de valor en el Bet haMiqdash

*Una vez que Jerusalén fuera una provincia asiria, en el Bet haMiqdash se introducirán los dioses asirios

*El rey y los habitantes de Jerusalén debían exiliarse voluntariamente a Ninevé la capital de Asiria, donde vivirían junto con otros pueblos. Esto hubiera sido, por cierto, el final no sólo de Yerushalayim sino también del pueblo judío. Ya que la estrategia de Sanjerib era integrar a los pueblos, forzándolos a casarse unos con otros y dividirse por todas las ciudades. De esta forma Sanjerib se aseguraba que los pueblos perdieran su identidad, olvidaran sus orígenes y no se rebelaran en un futuro contra el imperio asirio.

Las amenazas de Sanjerib no eran sólo palabras. Sanjerib ya había hecho esto con los elamitas, con los casitas, los moabitas, los edomitas y con muchos otros pueblos cuyos nombres ya nadie recuerda. Todos fueron vencidos y desterrados y desaparecieron en el crisol social de los asirios ( סנחריב בלבל את האומות).

Jizquiyahu contaba con grandes murallas, provisiones y agua. Pero no tenía suficiente soldados para defender la ciudad. Uno de los generales de Sanjerib, Rabshaqué, su burló públicamente de Jizquiyahu diciéndole: “¿Cómo es que no te rindes? Si quieres te podemos ayudar a pelear contra nosotros. Te prestaremos 2.000 caballos de nuestro ejército. Pero, ¿tienes tu 2.000 soldados que los puedan usar?”. Sanjerib había cercado Yerushalayim con cientos de miles de soldados muy bien armados y con provisiones. Los asirios ya habían devastado todas las otras 46 ciudades de Israel, matado a sus habitantes y llevado al cautiverio a más de 200.000 Yehudim. Yerushalayim era lo único que quedaba en pie del pueblo de Israel… Y nunca antes Jerusalén había estado tan seriamente amenazada con la destrucción total. El final, parecía inevitable…

LA TEFILA DEL REY DE ISRAEL (Yesha’ayahu, capitulo 37:14-21)

El rey Jizquiyahu, desesperado, le dio a Sanjerib oro y plata del Bet haMiqdash, con la esperanza de que desistiera de destruir Yerushalayim. Pero esto no sirvió…. En ese tiempo había en Israel un profeta muy importante. Su libro es el primero de la sección de Profetas en el Tanaj (Biblia hebrea). Me refiero a Yesha’ayahu haNabí. La historia de su dialogo con el rey Jizquiyahu está narrada en los capítulos 36 y 37 de su libro. Los buenos reyes de Israel, como el rey David, por ejemplo, consultaban permanentemente con los profetas. El rey Jizquiyahu, que era un rey justo, rompió sus vestiduras en señal de duelo y le pidió a este gran profeta que rezara por “los sobrevivientes que aún quedaban” del pueblo de Israel.

Yesha’ayahu le mandó decir al rey Jizquiyahu que no se rindiera y que no tuviera miedo de las amenazas del rey de Asiria. “No entrará en esta ciudad, ni disparará allí una flecha, ni se presentará contra ella con escudo… Por el camino por el cual procedió, regresará, y en esta ciudad no entrará, así dice HaShem”. Jizquiyahu subió al Templo de Yerushalayim… y rezó: «HaShem, Todopoderoso, Dios de Israel…Tú eres el único Dios …Tú has hecho los cielos y la tierra. Y ahora te pido por favor que escuches, HaShem…todo lo que Sanjerib ha dicho insultando al Dios viviente. Es verdad, HaShem, que los asirios han asolado todas estas naciones y sus tierras y han destruido a sus dioses. Pero esos dioses eran ídolos de madera y piedra, obra de manos humanas. Ahora, pues, HaShem nuestro Dios, sálvanos de su mano, y todos los reinos de la tierra sabrán que solo tú, HaShem, eres Dios».

Lo que ocurrió esa misma noche es uno de los milagros más grandes y más significativos (pero lamentablemente poco conocido) de la historia del pueblo judío: una plaga azotó el campamento de Sanjerib y mató a 185.000 de sus soldados. Sanjerib tuvo que regresar a Ninevé. Y si bien siguió conquistando otras naciones hasta del día de su muerte (681 aec), nunca más se atrevió a amenazar a Yerushalayim.

Y TODOS… SABRAN QUE SOLO TU HASHEM, ERES DIOS.

Uno de los elementos más especiales de este milagro es que fue registrado por otros pueblos, y que esos registros se han encontrado. En la universidad de Chicago está el famoso Prisma de Sanjerib, donde el rey asirio se jacta de tener sitiada a Jerusalén y a su rey, Jizquiyahu a su merced: “como un pájaro encerrado en una jaula”. Pero el texto termina allí, con el sitio a Jerusalén, no con la conquista, porque Sanjerib no logró su objetivo.

El más famoso historiador griego, Heródoto, también escribe: que “cayó durante la noche un tropel de ratones campestres que royeron las aljabas [del ejercito asirio], sus arcos y, asimismo, los brazales de sus escudos”

El historiador babilonio Beroso, citado por Flavio Josefo, dice: “Sanjerib, de la expedición de Egipto regresó a Jerusalén, donde encontró a las tropas comandadas por Rabshaqué en gran peligro por la peste. Dios les envió una enfermedad que…mató a ciento ochenta mil soldados, con sus capitanes y centuriones”.

 

 

Continuará…

 

Fuente: halaja.org

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