Los endebles fundamentos históricos del pueblo palestino

Enlace Judío México.- En los últimos meses se ha estado viviendo una nueva ola de antisemitismo en ciertas partes del mundo, particularmente virulento en Francia y en algunas zonas de Medio Oriente, para poner un ejemplo. Aunque mi línea de trabajo es principalmente el Holocausto judío, he decidido escribir este artículo que tiene que ver sobre el pueblo tal vez más antijudío del mundo: los (pretendidos) palestinos. Asimismo, la histórica decisión del presidente Trump de reconocer a Jerusalén como la capital oficial del Estado de Israel, por muy polémica que pudiera ser, solo reafirma algo que es históricamente justo: reconocer la auténtica capitalidad de una ciudad fundada y poblada por los hebreos, una ciudad que lleva mucho más tiempo siendo judía que musulmana, cristiana o palestina. Es una hora en la que todos los judíos del mundo y los no judíos que comprendemos y respetamos la causa judía cerremos filas ante la nueva ola de odio y fanatismo que se ve venir. Espero que les guste.

ALEJANDRO MUÑOZ HERNÁNDEZ

Según las normas del Derecho Internacional, una nación tiene el derecho a reclamar tal o cual territorio dependiendo de los fundamentos históricos que puedan comprobar su presencia en el mismo desde tiempos anteriores, y entre más antigua sea dicha ocupación más derecho tiene a reclamar el mencionado territorio. En este sentido, el mayor derecho a reclamar el territorio conocido como Tierra Santa o “Palestina” pertenece a los judíos, por ser también el pueblo más antiguo en la región.

El país recibe el nombre de Israel desde por lo menos 3000 años atrás. Los habitantes más antiguos de la región, los cananeos, parientes de los hebreos por ser también semitas, fueron vencidos y absorbidos por aquellos hacia mediados del siglo XIII a.C. y la región pasó a llamarse el País de Israel y fue ocupado por las doce tribus del mismo nombre. Llamar inclusive Palestina a lo que históricamente fue el antiguo Reino de Israel, es ya un despropósito. Parece ser inclusive que el término “palestino” para referirse a los habitantes musulmanes de la región, se comenzó a utilizar apenas bien entrado el siglo XX. El origen mismo del término “Palestina” se refiere únicamente a los antiguos filisteos, quienes le dan su nombre a la región: ‘Filistea’, ‘país de los filisteos’. Pese a lo anterior, los antiguos filisteos nunca lograron ocupar todo el país de Israel.

De este modo, los ‘philistin’ del Antiguo Testamento, los ‘peleshet’ de los textos egipcios de fines del Imperio Nuevo, fueron los auténticos y reales palestinos, los cuales, como se podrá ver, no tienen la menor relación con los “palestinos” actuales. Los únicos palestinos históricos, esto es los filisteos, venían de las islas del Mar Egeo y formaban parte de los llamados ‘Pueblos del Mar’ y rechazados de Egipto por el Faraón Ramsés III, buscaron acomodo en la tierra de Israel, ya ocupada por los hebreos. Los filisteos, no obstante su dominio del hierro y de otros avances tecnológicos, no pudieron imponerse a toda la nación israelita y se conformaron con ocupar una estrecha franja de tierra al suroeste del país (la actual franja de Gaza).

Aunque durante el tiempo que ocuparon dicho territorio no dejaron de ser una constante amenaza para Israel, finalmente fueron vencidos por los israelitas durante el reinado del rey David a mediados del siglo X a.C., terminando de esta manera su papel en la historia. Los últimos filisteos emigraron o se asimilaron con sus vencedores. Asimismo, los actuales habitantes musulmanes del país, mal llamados palestinos, desde siempre han estado sujetos al dominio de otras naciones fuera de la región, ya fueran califas, emires, príncipes cruzados, sultanes o gobernadores británicos, cuya autoridad devenía de lugares tan lejanos como Bagdad, Damasco, El Cairo, Estambul e inclusive Londres. Resumiendo: hasta antes de la creación de la Autoridad Palestina para la franja de Gaza, creación auspiciada por los mismos israelitas, nunca existió un estado palestino árabe musulmán.

De esta manera, los israelitas confirmaron su dominio sobre la región. En efecto, de las diversas naciones y religiones que subsisten en la actualidad y que se han establecido en el territorio que hoy ocupa el Estado de Israel, son los judíos los que tienen la preminencia en cuanto al tiempo de permanencia transcurrido en dicha región y sobre los motivos histórico-religiosos que los unen a dicho territorio. La región fue conquistada primeramente por los israelitas hacia el siglo XIII a.C., ocupándola de manera continua durante los siguientes 1300 años. A pesar de que en dicho periodo se dieron guerras, invasiones, desarraigos y ocupaciones del territorio por otras naciones, los hebreos siempre permanecieron en el mismo y, en el caso de desarraigo forzado, como durante el cautiverio en Babilonia entre los siglos VII y VI a. C., siempre regresaron a su patria.

En el país de Israel, ya desde el siglo XIII a. C., los judíos conformaron un estado, redactaron leyes, instituyeron costumbres y tradiciones, se hicieron regir por sacerdotes, jueces, reyes y profetas, fundaron una monarquía, se gobernaron durante siglos como una nación unida, dividida u ocupada pero siempre judía, establecieron las bases de su religión, fundaron escuelas rabínicas y talmúdicas, escribieron sus libros sagrados, construyeron y reconstruyeron el Templo, siendo finalmente expulsados por los romanos bajo el reinado de Adriano en el año 130 de nuestra era, después de la fracasada rebelión del líder judío Bar Kochba.

Si sumamos los 1330 años de ocupación ininterrumpida más los setenta años de existencia del Estado de Israel, obtenemos aproximadamente 1400 años de ocupación de un mismo territorio. Ni cristianos ni musulmanes pueden reclamar una cantidad de tiempo similar. Se ha dicho que desde la Diáspora del año 130 hasta la fundación del Estado de Israel en 1948, los judíos estuvieron alejados de su antigua patria, viviendo como extraños en otras naciones, pero esto no pasa de ser también una leyenda. Si bien la mayoría de los judíos vivieron en el exilio durante siglos, se sabe de la presencia judía en Israel en época bizantina y en tiempos de Mahoma, así como también en la época de las Cruzadas. Precisamente en las crónicas que sobre las Cruzadas se han escrito, se habla del ‘furor de los cruzados al tomar Jerusalén en el año 1099, saqueando la ciudad y asesinando a gran cantidad de infieles, ya fueran hombres, mujeres, niños y ancianos, tanto musulmanes como judíos’. En resumen, podría decirse que salvo la ocupación romana desde el año 130 hasta el fin mismo del imperio en el siglo V, en la tierra de Israel ha existido en todas las épocas y a través de los siglos cierta presencia judía, a veces precaria, en ocasiones más numerosa, pero siempre constante.

Los cristianos por su parte, aunque no tuvieron en la región la misma influencia que los judíos han tenido, ni durante tanto tiempo, en la región nació su religión, ahí también nació Jesucristo, predicó su doctrina y encontró el martirio a manos romanas; la región también vio nacer las primeras congregaciones cristianas y siglos después, durante las primeras cruzadas, fue asiento del Reino Cristiano de Jerusalén y de otros principados y señoríos cristianos, antes de que éstos se perdieran ante el empuje del Islam durante los siglos XII y XIII. Ante esto ¿Qué pueden reclamar como derecho y como fundamentos histórico-religiosos tanto los pretendidos palestinos como los musulmanes en general con respecto al territorio de Israel y específicamente a la ciudad de Jerusalén? Pues únicamente que en esta misma ciudad, desde la roca sobre la que más tarde se construiría la Mezquita más antigua del Islam, Mahoma, el profeta, voló hacia el cielo, reclamado por Alá. Sin comentarios.

Como se ha visto, los judíos primero y después los cristianos serían quienes tendrían mayores fundamentos histórico-religiosos que los árabes musulmanes con respecto al territorio de Israel y la ciudad de Jerusalén. Pero, a todo esto ¿Cuáles son los mitos fundacionales del pretendido estado palestino? ¿Cuáles sus hazañas o proezas? ¿Los actos terroristas en los que los palestinos se han visto envueltos desde la década de los sesenta? ¿Las voladuras de aviones, autos bomba e inclusive autobuses escolares -niños incluidos- o bien la salvajada de Múnich en 1972 -orgullo de los Palestinos hasta el día de hoy- donde fueron masacrados atletas israelíes indefensos?

Por otro lado, ¿Cuáles son sus padres fundadores? ¿Mohamed Amin Al-Hussaini, llamado el gran Muftí de Jerusalén, colaborador y cómplice del mayor genocida de todos los tiempos y él mismo un genocida? ¿Yasser Arafat, apologista del terror, terrorista y millonario? ¿Mahmud Abás, otro apologista del terror y la violencia contra Israel, defensor de la cerrazón y el fanatismo a ultranza? Pobres y vergonzosos hechos e individuos.

Resulta claro que Israel no busca exterminar a los palestinos -a pesar de que éstos a cada momento le dan pretextos para hacerlo- ya que si lo quisiera ya lo habría hecho; su superioridad armamentística y lo reducido de la zona facilitarían las cosas, pero los palestinos sí buscan exterminar al pueblo de Israel y es casi seguro que lo harían si pudieran. El odio, la ira y el rencor más profundo se deja traslucir en todas y cada una de las manifestaciones de los líderes y portavoces palestinos cada vez que se habla de los judíos y de Israel. En el aspecto político-religioso e histórico, como se ha visto, los palestinos son quienes menos fundamentos tienen para ocupar la zona -aunque por increíble que parezca, el principal objetivo de las autoridades palestinas es acabar con el Estado de Israel y ocupar un territorio que, como se ha visto, pocos fundamentos tienen para reclamarlo. Finalmente, la justicia y la historia han dado sus frutos: Jerusalén es la capital política-religiosa e histórica de Israel por derecho propio, la ciudad que en la mente y el corazón de todos los judíos del mundo siempre fue su capital.

 

 

*Historiador

 

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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