LOS ULTIMOS REYES DE YEHUDA
Enlace Judío México.- Como explicamos ayer, luego de que Menashé reinara por generaciones en las que la Torá fue virtualmente erradicada del pueblo y Yerushalayim fue convertida en una ciudad asiria, el rey Yoshiyahu logró que el pueblo judío regresara a su religión. Yerushalayim volvió a ser el corazón del pueblo de Israel y su capital, el lugar donde todo el pueblo se reunía para celebrar su Pacto con Dios tres veces por año.
RABBI YOSEF BITTON
El rey Yoshiyahu murió trágicamente herido en el año 609 a.e.c en la guerra contra el Faraón egipcio Nejó, en la batalla de Meguidó.
Su muerte afectó muchísimo al pueblo judío, ya que Yoshiyahu estaba en medio de su titánica tarea de reparar lo que había destruido Menashé. Con la muerte de este rey Israel, en los cuales Yehudá fue una monarquía independiente, comienza una etapa de dominio de las superpotencias de la región, que en ese entonces eran Egipto y Babilonia. Estos dos pueblos luchaban entre sí por la supremacía en Medio Oriente y especialmente por Israel, que tenía un gran significado geopolítico para los dos, ya que une África con medio Oriente. En el año 608 los egipcios nombraron por la fuerza al rey Yoyaquim, quien luego de unos meses fue depuesto por los babilonios en favor de otro rey, Yejoniá (608-598). Quien luego intentó rebelarse contra los babilonios y terminó siendo exiliado junto con decenas de miles de judíos a Babilonia. Los babilonios coronaron a otro rey-súbdito, Tsidquiyahu (598 -586) que terminó siendo el último de los reyes de Yerushalayim, hasta su destrucción en el año 586.
EL PROFETA YIRMIYAHU
En esos tiempos había un profeta muy importante en el pueblo judío. Su nombre era Yirmiyahu, en castellano, Jeremías. Yirmiyahu advirtió varias veces al pueblo judío que HaShem protegería a Su pueblo y a Yerushalayim, como prometió hacerlo en el pacto que celebró con nuestros antepasados en el Monte Sinaí. Pero si el pueblo judío no cumple con su parte del pacto y abandona la Torá, HaShem retirará Su especial protección, tal como lo establece el pacto. Cuando eso sucede, el pueblo judío, sin la protección divina, se somete a las leyes naturales, históricas, sociales, militares de causa y efecto, que hace que un pueblo triunfe y otros sea derrotado. Yirmiyahu dedicó toda su vida a tratar de educar al pueblo para que regresen a la observancia de la Torá. Pero esta no era tarea fácil, ya que todavía sufrían de la asimilación de los tiempos de Menashé.
Veremos ahora algunas ilustraciones de sus advertencias al pueblo
SHABBAT
En el capítulo 17 de su libro, Yirmiyahu trata de convencer al pueblo de volver a observar el Shabbat. Los Yehudim estaban tan asimilados que para ellos el Shabbat era un día laboral más. Los asirios, que eran muy buenos comerciantes, habían contribuido a esta asimilación, burlándose de aquellos judíos que no trabajaban en Shabbat, acusándolos de ser holgazanes. HaShem le ordena a Yirmiyahu que en Shabbat se pare en la entrada del mercado de Yerushalayim, y le diga al pueblo lo siguiente:
“Habitantes de Yerushalayim… escuchen la palabra de HaShem…en Shabbat, y por consideración a sus propias vidas, no traigan sus mercancías, ni las introduzcan por las puertas de Jerusalén… no hagan en este día ningún trabajo comercial. Consagren el Shabbat [para Dios], tal como lo ordené a vuestros antepasados…”
CORRUPCIÓN
Yirmiyahu tenía muy claro que el abandono de la observancia religiosa era también responsable por el abandono de la justicia, especialmente por la protección de los que menos tienen: los pobres, las viudas, los huérfanos. Hay una frase que se repite una y otra vez en las profecías de Yirmiyahu: yedi’at HaShem, “conocer a HaShem”. Para Yirmiyahu conocer a HaShem significa “imitar a HaShem”, la máxima expresión de la espiritualidad judía. Pero ¿cómo se imita a HaShem? En la Torá HaShem se presenta a Sí mismo como el protector de los huérfanos y de las viudas, que practica el jesed, la bondad, con los necesitados, y el que libera a los oprimidos. Este mensaje se repite decenas de veces en el libro de Yirmiyahu. En el capítulo 9, por ejemplo, podemos ver un breve ejemplo: “Así dice HaShem, que no se enorgullezca el sabio por su sabiduría, ni el poderoso por su fuerza, ni el rico por su riqueza. Si alguien se quiere enorgullecer, que se enorgullezca de conocerme, de saber que yo soy HaShem, que actúo en la tierra con bondad, justicia y rectitud, y eso es lo que Yo quiero: [que también ustedes practiquen el bien y la rectitud] .”
Pero el pueblo no quería escuchar….
(Continuará…)
Fuente: halaja.org
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