Remembranza de Navidades y Año Nuevo
Enlace Judío México.- En Crónicas anteriores he comentado que la cena de navidad que celebro en mi hogar, al igual que la exquisita decoración que realiza mi esposa alusiva a la misma, no tiene significado religioso; he expresado que para mí, forma parte de la idiosincrasia y tradición de los mexicanos. El año nuevo representa el fin de un ciclo anual de la vida de las personas y que sirve de marco de reflexión sobre lo que han hecho o dejaron de hacer y un punto de quiebre para nuevos propósitos y aspiraciones en la vida.
LEÓN OPALÍN EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
En este ámbito, mis hijos, los mayores y menores, mis nietos y algunas amistades nos han acompañado a las celebraciones en las que disfrutamos de los romeritos, el bacalao, el pavo relleno, el caldo de camarón, la sopa de queso, el ponche y diferentes postres, todo elaborado por mi esposa. No obstante, en los últimos años mi familia no asistió a la navidad porque estaba de vacaciones, generalmente en el extranjero; no obstante los invitamos para la celebración de año nuevo.
La navidad del 2017 la celebramos sólo mi esposa, mi hijo menor, David, y yo. Cambiamos totalmente el menú por lasaña con salsa blanca y roja y pollo relleno de arroz y un rico postre, sin olvidar un buen vino. El día 25 nos acompañaron a la comida nuestros amigos judíos de toda la vida: Bila y Abraham; este último se veía bien y contento, después de experimentar durante varios meses problemas de salud.
El pasado 30 de diciembre mi hija mayor cumplió 50 años. Sus hijos Berni y Sary le organizaron una fiesta en su casa en la que sirvieron una opípara comida con nuestra pequeña familia (ausentes mi hija menor Tali y su familia porque fue en sábado y ellos son religiosos y mi hijo mayor, Natán, quien estaba de vacaciones en Miami). Mis nietos organizaron muy bien el evento; el convivio fue muy alegre y me sentí muy orgulloso de mi hija, por su liderazgo entre sus amistades. No faltan las lágrimas por la ausencia de su madre, en paz descanse. Hasta 120, querida hija, te amo, a pesar de que toda la vida hemos tenido diferencias y enfrentamientos.
La cena del año nuevo la pasamos solo con mi hijo David. Tengo la esperanza que en el 2018 sean más frecuentes las reuniones familiares como en el pasado reciente. La familia es el pilar de la humanidad.
El Cine Opera y los Sismos de 1985 y 2017
El Cine Opera comenzó a construirse en 1947 en el número 9 de la calle Serapio Rendón, en la colonia San Rafael, adosado al claustro de la parroquia de los Santos Cosme y Damián y fue inaugurado el 11 de marzo de 1949 con la exhibición de la película “Una Familia de Tantas” de Alejandro Galindo. El edificio de estilo art deco fue diseñado por los arquitectos Félix Nuncio y Manuel Fontanais; tiene un vestíbulo principal, dos escaleras y la sala de proyección de dos pisos. En su fachada lucen dos estatuas femeninas ataviadas con túnicas griegas, exhiben las máscaras de la tragedia y la comedia, al mismo tiempo que escoltan un imponente rótulo de letras anaranjadas con el nombre del cine. Las grandes paredes son de piedra rojiza. En la parte superior de la fachada se anuncia una vez más, el cine en grandes letras grisáceas. El mobiliario y la decoración: escaleras, balcones, marcos, puertas, lámparas y sillones, “eran un repertorio exquisito de detalles y acabados”.
Tras el sismo de 1985, el Cine Opera cerró sus puertas y, después de una restauración, las reabrió como foro para conciertos en 1993. La presentación de la banda británica Bauhaus marcó el cierre definitivo del inmueble, en 1998, después de que –de acuerdo con las crónicas- se cimbrara fuertemente durante el espectáculo. El edificio permaneció abandonado, y fue otorgado por el Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales (INDAABIN) en custodia al INBA en 2011.
En el sismo del 19 de septiembre de 1985 se desprendió una lluvia de piedras y cascajo del monumental edificio; los materiales cayeron sobre los inmuebles que están a un lado y atrás de él, y también en el Teatro Manolo Fábregas, ubicado a un edificio de distancia del mismo.
Poco después del sismo del 19 de septiembre del 2017 comenzaron a caer piedras de gran tamaño en la estancia infantil Casa de las Mercedes, que está justo a espaldas del cine; se desalojó a 49 niñas. De acuerdo a los vecinos, el cine representa un foco rojo, la parte trasera está totalmente deteriorada y cuarteada; el recinto afecta a dos inmuebles de la calle de Miguel Shultz y tres de la calle de Serapio Rendón, incluida la Iglesia de San Cosme y San Daniel. Los vecinos demandan su demolición, sin embargo el INBA, a través de un comunicado, señaló “que no representa riesgo de colapso”. La moneda está en el aire.
En el contexto de los pasados sismos de septiembre del 2017 aún miles de personas viven en la incertidumbre porque dejaron sus viviendas en virtud de que se derrumbaron o por el temor de que los sacaran en tanto se hacen las reparaciones; las autoridades federales y las locales no han informado cuál es su número. Los noticieros siguen presentando escenas de gente que vive en la calle, particularmente en la Ciudad de México. Los miles de jóvenes que salieron a las calles a ayudar a las autoridades, al Ejército, a la gente en general afectada por el sismo, sin esperar recompensa o reconocimiento, hoy día muchos de ellos se sienten decepcionados. “Hoy, después de la tragedia, se miran otra vez en el espejo de los problemas de siempre, más de 5 mil estudiantes dejan las aulas cada día; en el que los políticos corruptos viven a salto de mata con lujo e impunidad; en un mundo en el que no reciben una oportunidad si no tienen de 2 a 4 años de experiencia laboral; en el que les da miedo a las mujeres salir solas de noche, en el que los discriminan por su clase social”.
Los jóvenes se sienten vulnerables en el país, de acuerdo a las estadísticas del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL) uno de cada dos niños o adolescentes es pobre; solo una quinta parte de los menores de 18 años vive sin ninguna carencia social ni de ingresos. La situación de pobreza significa problemas de alimentación, nutrición y falta de oportunidades de educación; “eso va repercutir en el futuro en un círculo vicioso”. El entorno para los jóvenes indígenas es más duro; 4 de cada 5 jóvenes son pobres y 38.0% viven en pobreza extrema.
El sismo sacudió a los jóvenes, especialmente a los pobres, se dieron cuenta que la clase política no les ha respondido; existe la expectativa que tomen las riendas para que su voz se escuche en la solución de los problemas de siempre, el canal se abrió con el sismo.
Muere el Dr. Horacio Jinich
El pasado 27 de diciembre murió a los 94 años de edad el eminente médico judío Horacio Jinich, quien nació en la Ciudad de México. Se graduó en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1947 y posteriormente realizó las especialidades de medicina interna y gastroenterología. Sobre su vida, su desempeño profesional y su extraordinaria calidad humana se escribió recientemente en Enlace Judío y en Diario Judío.
Conocí personalmente al Dr. Jinich en los sesentas del siglo pasado en virtud de que fui su paciente porque tenía problemas gastrointestinales. Su trato era amable y lo percibía como un consejero. En esa época tenía una pequeña fábrica, estudiaba la carrera de Economía y ya era padre. Mi vida era tensa por mis diferentes responsabilidades y de por sí siempre he sido aprehensivo, todo ello afectaba mi aparato digestivo. El Dr. Jinich con afecto me recomendaba tranquilidad. Recuerdo que varias ocasiones me hizo colonoscopías, en aquella época eran dolorosas; se realizaban a través de un lavado intestinal con material de contraste que ponía a prueba al más temerario. Un día le dije que no me sometería más a ese proceso. Más tarde se trasladaría a La Joya, California, donde fijo su residencia. Sin embargo, seguí su trayectoria a través de varias publicaciones, su recuerdo está en mi mente y en mi corazón, descanse en paz.
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